Harto de princesas y cristalinos cuentos de caballería, me encanta cuando la Edad Media se muestra como la guarrada que realmente debió ser. Eso sólo ya es un punto positivo para esta película que sin ser una maravilla me sedujo bastante. Hay más donde rascar en este peregrinaje de un grupo de guerreros cristianos hacia un pueblo del que sospechan no ha llegado la peste negra porque en él se ocultan brujas que mantinen ritos paganos. De hecho, ese enfrentamiento entre tradiciones religiosas es el verdadero tema de la historia, y aunque deja a los católicos como bestias salvajes, hacia el final también duda con unos druidas y brujas que en realidad sólo defienden su armonía precristiana ante el acoso. La película también cuenta con una ambientación muy propia de la tradición y el cine fantástico británicos, llena de neblinas y misterios, cualidad que justifica la inclusión de la película en la sección oficial a concurso.
Riaz 
