
Casi se me pasa por alto. El contador de Nedstat computa 30.600 entradas o cliks desde el 31 de enero. Si a eso le sumamos las 19.800 que computó Bravenet antes de decidir reiniciar (poner a cero de nuevo) mi contador tras cinco meses de felicidad y buenas relaciones llegaríamos a la espectacular cifrá de más de 50.000 veces que alguien le ha dado al ratoncito desde un navegador y ha entrado en este Blog Ausente, y eso que aún no ha cumplido un año de vida. Ya sé que de todas esas visitas muchas proceden de las más peregrinas o bizarras búsquedas vía google, de que la cifra de lectores fijos es otra más difícil de computar (¿un centenar?) pero lo cierto es que no esperaba llegar a las 300-400 entradas diarias de las que mayormente disfruto actualmente.
Y eso que el blog está lejos de ser lo que yo querría. Quizá les sorprenda pero es que no tengo tiempo. Escribo de manera apresurada e inmediata, a trompicones. Yo lo noto en estas últimas semanas, que mis textos están bastante menos pulidos, y las faltas de ortografía y los fallos de teclado se quedan ahí para dar constancia de la situación. Que me gustaría escribir más, mejor y más variado, la verdad. Pero estoy enganchado a mi blog y eso supone lo que supone.
Continuando con este texto ombliguista muy propio de la blogosfera, pues eso, darles las gracias por visitarme de vez en cuando, por sus piropos (tampoco es necesario que me llamen ‘maestro’, creo que exageran mucho y está empezando a incomodarme), sus comentarios, ánimos, correciones y demás. Por las veces que me han recomendado, que me han linkado, que han sonreido con lo escrito, que han sentido curiosidad por las zetosidades y los tebeos recomedados. El Blog Ausente tiene dos partes. Una está a mi cargo (y más o menos me esfuerzo por estar a la altura). La otra al de todos vosotros. Y de momento no puedo estar más orgulloso de mis lectores. Y ahora que ya les he lamido sus órganos genitales a todos ustedes, que siga la fiesta.