28.8.04

BEWARE THE MOON – PUREZA PAJERA

Bueno, ya que con esto de tener a absencito en casa la tarea de ir al cine se ha puesto compleja, comentaré las pelis que me vea en el salón”. Vale, muy bien. Buen propósito. Además, no se porqué, creo que se me da bien hablar de cine. Seguramente se debe a que la séptima es la más pagana de las artes. Y bastante más sencilla (o simple) que los tebeos, me atrevo a decir.

Cuando Doña Absenta decidió que quería ver Un hombre lobo americano en Londres mi primera reacción fue de desdén. “Yo, con mi blog recién estrenado y me va a tocar hablar de un título por todos conocido”.

Estaba meditando este extraño rechazo hacia la película de John Landis, que, por otro lado, me parece magnífica, cuando he llegado a la conclusión de que se debe a que es prototípica de la Pureza Pajera. Pureza desde el punto de vista de quien la mira. Pureza desde la inocencia. Y claro, yo ya no soy un pajero inocente, al contrario, los años y mi actitud de coolhunter refinado en busca de lo raro me han convertido en un pajero pervertido, degenerado, amante de lo bizarre. Un adicto de la lujuria.

Aún recuerdo la primera vez que vi el filme de Landis. En casa de un amigo, en vídeo de alquiler recién editado, allá por 1984 aproximadamente, escuchando a Ultravox, bebiendo y fumando jachís. Un pajero en estado y momento puro. Y desde luego la película es pajera en grado sumo: jóvenes yanquis recién graduados de viaje por Escocia, anteriores a la era virtual, putos Gates potenciales de los que tanto abundaban en el cine de los 80. Éstos son de los primeros. Uno de ellos se acaba follando a una enfermera (poseedora del punto justo de veteranía amatoria) que despierta la temperatura del espectador puro: Jenny Agutter, a la que se le ve una teta, por cierto, lo recordaba como un sumum masturbatorium (véanla de jovencita ) y que encima es ella la procaz, la que se lanza, la que seduce (“Tendré que dártelo en la boca”) a un protagonista que, digámoslo ya, es feo y no se comió un rosco en el mundo del cine.

Sigamos. El filme es lo suficientemente gore: cabezas que vuelan, brazos amputados, estómagos chorreantes, cuchillos que se clavan, muerdos con carne goteando. Salen licántropos nazis ametrallando una familia mientras la Rana Gustavo y la Cerdita Peggy hablan de agresividad. Parodia el cine porno. Hay un zombi, o mejor, un No Muerto que cada vez está más podrido y que encima es Griffin Dunne. Hay más dentro de una sala X. Homenajea los clásicos. Incluye una taberna rural que se llama El cordero degollado, tiene un pentagrama dibujado en la pared y ariscos pueblerinos entre los que se incluye ni más ni menos que ¡Rik Mayall! haciendo de extra ajedrecísta. Un americano en pelotas robando globos a los niños. “¡El príncipe Carlos es maricón!”. Maquillaje de Rick Baker (siguiendo una honorable línea que se iniciaba con Jack Pierce y continuaba con Roy Ashton). Le gustó a Michael Jackson. Toda la escena final de pánico en Piccadilly Circus demuestra una labor de montaje excepcional, de esas que luego continuaron los chinos. Además es el caos que Londres demanda desde que se hizo Quatermass and the Pitt. Pervierte Blue Moon (por partida triple: Bobby Vinton, Sam Cooke, The Marcels) y convierte el Bad Moon Rising de la Credence en ansiedad licántropa drogodependiente preludio del cambio hormonal. Incluye un genial ataque en el metro de Londres rematado con el picado desde lo alto de las escaleras mecánicas con el hombre lobo avanzando, de lejos, a cuatro patas. The last werewolf on Earth must be destroyed. En definitiva, lo dije al principio, pureza pajera de primera generación y yo soy gilipollas.

Algunos apuntes finales:

1. Los paramos escoceses. “Don’t walk the moor”. Me obsesionaron tanto que no pare hasta revolcarme en ellos al grito de “¡Piso los páramos!” en un viaje en furgoneta hacia el faro del fin del mundo.
2. Es una película de horror que se construye de manera clásica. Con un monstruo que tarda en verse, con su historia de amor, su investigador paralelo, sabedora de sus deudas con los clásicos de Siodmak y Fisher. Al mismo tiempo introduce variaciones: el hombre lobo a cuatro patas, sin ir más lejos. O la célebre transformación, claro.
3. Acaba mal. Como debe ser. Tirarse a una enfermera tiene su precio.
4. No se limita al hombre lobo. Lo dije antes: salen muertos vivientes y, en cierta medida, a un segundo nivel, es una historia de fantasmas errantes que buscan descanso.
6. Escrita y dirigida por John Landis. Pobre tipo. Ya ni en La generación que cambió Hollywood le citan apenas. Y eso que Desmadre a la Americana y los Blues Brothers de 1980 están ahí, subvirtiendo Hollywood, idiotizándolo con actitud. Lo de Vic Morrow pudo con él, por lo que resulta morboso verle exclamar en imágenes de la época “Nadie tiene porque resultar herido en un rodaje”.
7. El hombre lobo es trágico. El hombre lobo es un capullo. El que sufre la maldición es buena persona. Por eso de pequeños es uno de nuestros monstruos clásicos favoritos: el hombre lobo tiene su lado puro (pajero). De mayores preferimos al Doctor Frankenstein y a las vampiras y vampiros (adictos a la lujuria).
8. El hombre lobo es sexual. Desde el momento que el prota está maldito la enfermera se pone cachonda. Siempre que se habla de monstruo sexual se piensa en el vampiro. Es cierto. Es lo más. Pero el hombre lobo también es sexualmente procaz. Animal. Puro.

(Verán que la coctelera cinéfaga de sangre, sexo, monstruos y violencia es una temática que me interesa y que me apunto a mi mismo. Para eso sirven los blogs también ¿No?)

(reitero mucho el término pajero. Lo sé. Desconozco quien dio con el adjetivo como alternativa a friqui o similar. Desde aquí mi más sentida gratitud. No hay otros sinónimos que describan lo mismo sin perder matices)

7 comentarios:

Anónimo dijo...

"Los paramos escoceses. “Don’t walk the moor”. Me obsesionaron tanto que no pare hasta revolcarme en ellos al grito de “¡Piso los páramos!” en un viaje en furgoneta hacia el faro del fin del mundo."

Usted tiene muchas cosa que contarnos.

xanetas

Anónimo dijo...

> Pero el hombre lobo también es sexualmente procaz. Animal. Puro.

¡Que se lo digan a Paul Naschy!
Nunca antes el licántropo se había utilizado con tanto descaro para hacer realidad fantasías adolescentes sado-macho proyectando, de paso, un cúmulo de... ¿inseguridades?

Con respecto a "Un Hombre-lobo Americano...", es curioso, pero posiblemente sea en el último visionado (reciente, poco más de un mes) cuando mayor partido le he sacado a la película.
¿Será que uno se va volviendo "pajero" con la edad y no al revés? : )

Sigh... ¿por qué las enfermeras de carne y hueso no se parecerán a las hechas de celuloide?

SD.

Galahan dijo...

Muy interesante la propuesta de comentar esas películas que usted ve, porque muchas de ellas las desconozco seguro (por el estilo que presupongo van a tener) y me ponen los dientes largos!

De hecho, ni siquiera la del Hombre Lobo Americano en Londres la he visto... qué se le va a hacer...

Lo de la enfermera anima, sí, jejeje!

Siga así, le leo habituamente.

absence dijo...

Xanetas: ¿cosas a contar? Denme tiempo. Por cierto, la peli, pero, se rodó en Gales. Lo que se ve en la película no son los páramos genuinos
SD aka ¡Superdiscochino!. Un honor tenerle por aquí. En la repesca de ayer me gustó mucho. Hacía tiempo que no la veía, y eso que de joven la vi en numerosas ocasiones. El Hombre Lobo de Naschy tiene más virtudes que defectos. Yo lo encuentro muy pop.
Klaatu: pues mire la película, que seguro que la disfruta. Y a tenor de sus gustos cinéfilos seguro que más pronto que tarde hablaré de alguna que ha visto. Y de raras también, claro.
adultolescente: Tones, siempre Tones. Desconozco la película del troll.

absence dijo...

Gracias por su visita, señor sark. Un honor tenerle por aquí. Versus es pajera, muy pajera. SI hay zombis es pajera. Las otras, lo de Drako y Get alive no las veo, no puedo opinar. Buffy tampoco la miro pero constanto su hot pajerismo galáctico cada día, saltándome cientos de mensajes, gritos, correos ´que hablan de ella.

Anónimo dijo...

Euh, sí, siempre Tones. Yo lo lei en Mondo Brutto, pero creo que a fuerza de repetir sin parar le hemos quitado parte del tono despectivo que tenía. A mí me encanta. Siento un poco mía esa palabra.

Tones

Anónimo dijo...

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