22.3.05

YO TAMBIÉN QUIERO UN HYPNO-COIN



C. Rancio. Siempre C. Rancio. El hombre se ha destapado como un indispensable link hunter en la brutto lista. En otro día nos descubría Hypnosis In Media. Bonita web dedicada a rescatar la visión pop que del mundo de la hipnosis han dado los tebeos, el cine, la televisión o el merchandaising pajero. La cosa, como entenderán, da para mucho. Por recomendárles algo así directamente les aconsejo que no se pierdan la sección dedicada a los advertisements plagada de anuncios publicitarios de los más variados objetos para hipnotizar.



Es muy útil esto de poder robar la voluntad de las personas. Las posibilidades laborales, sexuales o simplemente sociales del asunto sin duda no se escapan a ninguno de ustedes. Por eso, el hypno coin me parece un invento cómodo y genial. La clásica espiral hipnótica a tamaño bolsillo. La sacas de la manga en un momento de despiste y, zás, el mundo en tus manos. Bueno, el mundo si se es un poco ambicioso. Seguro que habrá quien se conforme con abducir hembras de buen ver, aunque también es cierto que la movilidad física de un hipnotizado nunca se ha caracterizado por la agilidad y sincronía de movimientos. Como recurso para fiestas tampoco está mal. Siempre hay algún cejijunto voluntario para una ridícula regresión. Y, por supuesto, para descubrir secretos jamás revelados en boca del culpable. La información es poder. Como el tema me ha encantado, he buscado un poquito, dando con esta otra página que también recorre el mundo de la memorabilia y los objetos paracientíficos (o no) para la fabricación de durmientes. Las Gafas hipnóticas, por ejemplo, resultan una idea brillante aunque seguramente poco discreta. Y peligrosa si uno se propone andar por la calle con ellas puestas.



Desde Drácula a Fu-Manchú, son muchos los villanos que han utilizado la hipnosis para llegar a dominar el mundo y/o ejercer maldades. Algunos tan sólo necesitan del poder de su mirada. Entes poderosos pocos dados al fracaso. Y luego, claro, una larga lista de fracasados. Cuando no se es sobrehumano se está más cerca del fallo humano. Es de cajón. Y más cuando se depende de objetos y utensilios. De entre todos ellos, por aquello del gadget hermoso a localizar, y como colofón a este breve texto, nada mejor que rememorar la figura marveliana del Jefe de Pista, el líder del Circo del Crimen. Su sombrero de copa es un artilugio mítico y facil de construir. Una simple espiral (de venta en las mejores tiendas del ramo) con motor incorporado y oculto en el sombrero, que al ser de copa tiene espacio en su interior. Complicado no es, de la misma manera que su facilidad es proporcional a la posibilidad de fracaso. El jefe de pista nunca fue un triunfador. Siempre hay superhéroes ciegos sobre los que no surje efecto. O el hecho de enfrentarse a La Masa armado con un sombrero hipnótico resulta ciertamente temerario. Nadie es perfecto.

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