9.4.08

ACTOS DE PILLAJE CULTURAL



Nosferatu era una adaptación no autorizada de Drácula, la novela de vampiros escrita en 1897 por Bram Stoker, y quizá ni siquiera fuera la primera. Un año antes, en Hungría, se produjo una hoy desconocida película titulada Drakula, dirigida por Karoly Lajthay y fotografiada por Lajo Gasser, que bien podría haber inspirado a Prana-Film, los productores de Nosferatu, a persistir en su propio acto de piratería. Nosferatu, en cualquier caso, era una producción de primera fila, una película premeditadamente “artística” que rápidamente atrajo la atención de la combativa viuda de Stoker, Florence, quien dedicó gran parte de una década a intentar suprimirla y destruirla. Un año antes Murnau había probado suerte por primera vez con el horror mediante una versión igualmente no autorizada de El extraño caso del doctor Jeckyll y Mr. Hyde. Titulada Der Januskopf (El busto de Janos), la hoy perdida película estaba protagonizada por Conrad Veidt y contaba con la presencia, en un papel secundario, de un actor húngaro llamado Bela Lugosi. Aunque al menos un informe acerca de Der Januskopf sugiere que el film fue destruido por los herederos de Robert Louis Stevenson, un examen de los archivos de la British Society of Authors al respecto de los derechos dramáticos de Jeckyll y Hyde llevado a cabo por el que esto suscribe no reveló mención alguna a una posible controversia alemana. La sociedad de autores, sin embargo, sí que persiguió vigorosamente el caso de Florence Stoker contra Nosferatu.

Fragmento de Monster Show: Una Historia Cultural del Horror de David J. Skal, recién editado por Valdemar en su indispensable colección Intempestivas. Quizá recuerden ustedes que el año pasado la lectura de la edición norteamericana me entusiasmó de tal manera que no pude evitar el impulso de escribir a Valdemar para pedirles una edición española. Su respuesta fue que ya estaba en marcha y a punto. Han pasado los meses y ya está a la venta. No puedo dejar de recomendarlo: es lectura básica. Seguro que sigo dando la tabarra al respecto las próximas semanas porque, de hecho, el breve fragmento que les he dejado arriba no viene tan motivado por la novedad editorial sino como un elemento a añadir a la reflexión sobre temas como la copia, la inspiración, el plagio, la piratería y los derechos de autor. La cantidad de elementos que reúne es importante: tenemos a Murnau, uno de los grandes directores de la historia del cine, plagiando no una sino dos veces; tenemos un clásico indiscutible como Nosferatu sufriendo una despiadada (porque así fue) persecución por razón de los derechos de autor: ¿se imaginan que tamaña obra maestra hubiera sido destruida por ello, como se perseguía?; y, de hecho, tenemos otra película de interés que posíblemente sí fuera pasto de las llamas por ese motivo: la adaptación plagiaria de Jeckyll y Hyde realizada por Murnau, así como otra de la que nunca más se supo: el Drácula húngaro de 1921. Una última reflexión final: ¿era la obra cumbre del expresionismo vampírico una exploit de una novela de éxito?



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