2.4.07

ESCAPA GÜEY! (VI): LA INVASIÓN DE LOS MUERTOS

la invasion de los muertos

Me refería, en la introducción de Escapa Güey!, al innegable y fúnebre vínculo que une la obra maestra de Ed Wood, Plan 9 from outer Space, con Blue Demon Y Zovek en La invasión de los muertos. Una invasión extraterrestre cuya estrategia consiste en resucitar a los muertos y lanzarlos contra la humanidad desde un contexto muy localista. Es decir, una invasión pobretona y ridícula. Por otro lado, si en el gran clásico del cine trash se utilizaban algunas tomas de Bela Lugosi antes de morir y luego se suplantaba por un tipo de remoto parecido que tapaba su rostro con una capa, en el subproducto mexicano René Cardona Sr., ante la inesperada muerte del protagonista, se vio obligado a llamar a Blue Demon, el luchador enmascarado a menudo ensombrecido injustamente por la figura de Santo y siempre dispuesto a rodar cualquier cosa. Así se rellenaba el metraje y, además, se añadía un falso coprotagonismo o crossover. Quizás, con suerte, no sólo se recuperaba el (escaso) dinero invertido sino que encima podría animar los resultados en taquilla.


Como es lógico, Blue Demon y Zovek jamás llegan a encontrarse durante el transcurso de la historia, protagonizando historias paralelas vinculadas entre sí de manera extravagante: el enmascarado luchador le habla por teléfono (“Si Zovek, estaremos en contacto para facilitar las cosas, envío helicóptero”) o por emisoras de radioaficionado, sin que en ningún momento veamos a Zovek corresponder al diálogo. Ni un triste ajá. Pero si Plan 9 es majestuosa, La invasión de los muertos resulta en muchos momentos un alargado tostón relleno de paja mal remendada.

¿Mad Max? ¡Zovek!

Tras algunas citas al Génesis bíblico que no vienen a cuento, la película se inicia con el escapista mexicano en moto, al más puro estilo Easy Rider. Su uniforme está claramente inspirado en los nativos americanos: chaquetilla de piel girada marrón, con flecos y dejando el pecho al descubierto, con un gran medallón circular de inspiración solar y una diadema de cuero. Se detiene a contemplar la caída de un meteorito (que ha abducido a un par de agentes de policía) y comunica alegremente el suceso a las autoridades para después proseguir su camino. De ahí pasamos a una larga escena en la que un tipo se dedica a la cacería del puma. Las escenas animales, claro, proceden de un documental y no queda muy claro a qué vienen. O sí. El tipo posee una hacienda en la que trabajan unos arqueólogos, padre e hija. Han descubierto unas pinturas rupestres que no se parecen a nada conocido y sólo Zovek puede resolver la incógnita. Hay que llamarle.

Blue Demon comunicando con el Más Allá

Mientras tanto Blue Demon va soltando peroratas en su cuartel general, acompañado de un insoportable ayudante, Polo Ortín, un comparsa de humor imbécil alejado de la profesionalidad de Tin-Tan. Un piloto de aviación le plantea el avistamiento de un OVNI y el enmascarado reflexiona sobre los espejismos, meteorología, los discos ovalados voladores y los mensajes sobre encuentros que se deducen (claro) de algunas pinturas primitivas. Más tarde largará una nueva plática sobre la desaparición de cadáveres, los experimentos de Vesalio y los célebres ladrones de cuerpos escoceses Burke y Hare.

Blue Demon soltando una perorata

Zovek, cuyos poderes mentales le vienen muy bien para saber dónde y porqué le necesitan, acude a en ayuda de los investigadores rupestres, se monta una excursión, observa los símbolos y llega a la conclusión de que están en tibetano y son una terrible advertencia. Intenta comunicarse telepáticamente con su maestro pero un gran poder flotante lo impide. Y es que por allí cerca cae un nuevo meteorito, primero en llamas y luego, cuando se apaga, una enorme bola negra. En un cementerio cercano los muertos salen de sus tumbas. Son zombis de evidente inspiración romeriana. La Noche de los muertos vivientes de George A. Romero era entonces reciente y su estética debía ser imitada. Ya saben, zombis lentos, numerosos y agrupados, vestidos con sus trajes, sus monos de personal de oficio o sus vestidos de novia a los que veremos durante largos minutos en su peregrinar monótono hacia vaya usted a saber dónde. No esperen, pero, las habituales raciones de canibalismo, sangre y tripas. Ni siquiera eso.

Procesión Romeriana

A partir de ese momento, acompañado por la rubia arqueóloga (la típica jamona generosa en carnes que tanto gustaba al público charro, concretamente Christa Linder) escalará montañas, las bajará, se internará en grutas, peleará con los zombis utilizando toscos movimientos de karate, huirá nadando, evitará cataratas de milagro, pilotará un helicóptero (precisamente, y a la próxima entrega me remito), hará autostop y será recogido por un conductor zombi y, al final, estrellará una furgoneta contra un tendido de alta tensión que hay al lado de la bola negra que parece ser el origen de todo. Unas cuantas chispas, un poco de humillo y fin del problema. ¿Y Blue Demon, preguntarán ustedes? Bueno, pues también acudirá a la zona y se peleará con una especie de hombre lobo (?).

Zovek reflexiona ante la bola del espacio exterior

El filme finaliza dejando abiertas numerosas incógnitas y con el discurso utilizado en la introducción de Escapa Güey!. Como ven, un despropósito fílmico de consideración que he tenido el placer de revisar con ánimo analítico para todos ustedes. Destaca sobremanera su incongruencia geográfica: tan pronto estamos en un bosque con pumas, como en una escarpada cordillera con cuevas y cataratas o en un ilimitado desierto de plano horizonte. Como dato anecdótico, añadir que la película inició su rodaje inmediatamente después de la primera, pero tardo dos años en estrenarse. Y ambas lo hicieron cuando Zovek ya había perecido durante la celebración de una performance alk aire libre, haciendo equilibrismos en un helicoptero.

La INTRO y GUÍA de Escapa Güey!

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