15.5.06

QUIERO QUE ME ENSEÑES A SER MALO

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"Este es mi mejor amigo tirándose a mi novia encima de una mesa de Ikea que pillé muy barata". Hermosa y muy estupenda forma de empezar un tebeo. El tebeo en cuestión es el Wanted (Se Busca en la edición española) de Mark Millar y J.G. Jones. Lo saqué el otro día de entre las pilas de lecturas pendientes y me lo leí de un tirón, entusiasmado.

En un primer nivel de lectura es una más que evidente parodia de la primera entrega de Matrix. O, mejor, una muy inteligente perversión de la misma historia que, de hecho, me atrevería a decir que funciona mejor que el original al acotar muy bien el ataque subversivo hacia su público lector. El referente para con el filme de los Wachoski es, como digo, evidente: oficinista aburrido que descubre una realidad verdadera no captada por nuestros sentidos, una realidad que le toma a él como salvador, lo viste de cuero, le adjunta una jamona y lo envía a pegar pistoletazos y saltitos a toda velocidad. Por si todo esto no fuera suficiente, la última viñeta del tebeo recrea el último plano del filme, aunque el mensaje es aquí muy diferente y provocador.

Digo que es más subversivo al atacar directamente al lector. Ese tipo que narra en primera persona la infidelidad de su pareja y su mejor amigo sobre el mobiliario del Ikea somos usted y yo como arqutipos del lector de tebeos. Tipos grises en una vida gris. "Soy un chico de mamá asmático. Coleccionaba muñecos de las Tortugas Ninja. Me corría con videos musicales, tebeos y catálogos de lenceria. Tenía un récord de siete cifras en Sonic". La subversión no sólo está en ese (auto)retrato triste y perdedor del lector de tebeos (que es el que va a leer el tebeo) sino en el demoledor y provocativo mensaje de las dos últimas palabras, del que entresaco una nueva cita que no desvela nada de la historia: "que tengas una gran tele de plasma y una gran colección de dvds no significa que seas libre, gilipollas. Sólo eres un esclavo bien pagado, como el resto del ganado. Incluso este cómic sólo ha sido un respiro de quince minutos en tu duro trabajo". Como ven, un mensaje metalingüístico que pretende abrir a escupitajos la conciencia del lector respecto a que habita en la Sociedad Borderline. ¿Entienden, pues, mi entusiasmo?

El otro gran acierto es que es un tebeo de superhéroes sin superhéroes. Es un tebeo de y sobre supervillanos. La realidad verdadera oculta (y revelada enseguida pues es el punto de partida) es que los malos forjaron una alianza para eliminar a los buenos. Los que fueron superhéroes viven abducidos en una falsa realidad convertidos en enfermos terminales que no pueden valerse por sí mismos o en homeless esquizofrénicos alcoholizados. Y es en esta idea de mundo comandado por los malos donde se forja una idea más que potente: cuando los malos mandan... ¿Han de ser menos malos? ¿Han de procurar un cierto orden? ¿Cómo ejercer el mal si exterminas a tus víctimas? El conflicto entre villanos del orden y villanos del caos está servido.

Como buen tebeo de Millar que es, está plagado de violencia, referentes y frases contundentes. La doble vida de El Amo de los muñecos, que en la intimidad doméstica opta por vivir sometido por su esposa; la facilidad con que el asesinato se asienta en el hasta entonces mísero y apocado protagonista ("no me había dado cuenta de cuánto odiaba a la raza humana hasta que tuve a los cabrones en el punto de mira"); Johnny Dos Pollas, un pusilánime dominado por un pérfido segundo cerebro que habita en su pene; Mister Rictus (nihilista entre malos) y su ayudante estéticamente kyrbiano Bola de Mierda "formado por las heces de los 666 seres humanos más viles"; la idea de los superhéroes jugando al intercambio de parejas vía llaves de coches tal y como se veía en La Tormenta de Hielo; o guiños más o menos evidentes al origen de Batman, al Shang-chi marvelita (la inevitable perfidia fumanchunesca se llama Ching-Sang) y especialmente a Watchmen: que sea 1986, año de publicación de la obra maestra de Alan Moore, la fecha en que se produce la victoria del mal sobre el bien no es nada casual.

Y les dejo con otra viñeta de idea contundente, de esas que se pueden exprimir durante un buen rato y que creo genial: "¿Sabías que los primeros supervillanos iban desnudos?"

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