21.1.07

EL SUPERLATIVO DELIRIO NINJA

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Títulos como Ninja: The Final Duel, editada por aquí en vhs como Ninja contra Shaolín: Duelo Final, vienen muy bien para explicar la verdadera y oculta historia del cine. Vaya por delante que estamos ante la que posiblemente sea la gran obra maestra de sicotronía ninja (Tones confirmará, o no), y que, además, funciona como una torera alternativa entre la corriente marcial que empezaba su decadencia, los shaolines (desatada tras la maravillosa Las 36 cámaras de Shaolín) y la nueva, inmediata y posterior. A lo que hay que añadir que el subgénero ninja, junto con la Bruceploitation, ocupan el trono del derribo fílmico oriental (que mal denominé kung-fú caspa en la prehistoria de este blog). Vale, ya tenemos un marco cronogenérico, ahora toca derribarlo: Ninja: The Final Duel lo hace a lo bruto, entrando por la puerta grande en la reservada y exclusiva zona de lo sorprendente, lo nunca visto, lo inimaginable, lo inenarrable. Y viene bien afirmarlo justo antes de recuperar el hilo inicial: la verdadera y oculta historia del cine.

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Una visión simplista y maniquea, es decir, cinéfila, dividirá las películas en categorias canónicamente estúpidas: lo bueno y lo malo, lo artístico y lo comercial. El arte, para la élite, siempre será bueno. Lo comercial, a veces. Y lo malo es malo. Necia afirmación ésta que se olvida de algo importante: la capacidad de sorpresa. La capacidad de hacer que la boca del espectador se abra con el rictus del desconcierto, inhabilitando la mandíbula, convirtiéndola en peso muerto. La capacidad de trasladarlo a un universo paralelo obviado por las filmotecas, pero que está ahí. Existe. El universo del delirio, donde el travelling es inmoral y el abuso del zoom un recurso narrativo de excepción. Delirio: confusión mental caracterizada por alucinaciones, reiteración de pensamientos absurdos e incoherencia. La historia del cine es como cualquier otra historia y la cuentan los que ganan. Hace ya tiempo que decidió que no había que medir las películas por el tamaño de la obertura bucal del observador. Por el desenfreno y diversión anormal, es decir, normal. Y nunca por el cahierístico mensaje, que aquí probablemente se limitaría, desde el punto de vista de la sentencia, por el ejemplar "las peleas interrumpen la concentración de los alumnos" dicho por el anciano líder de los Shaolín. Dejo aquí este soliloquio introductorio no sin antes aventurar que nunca verán sus ojos un subproducto como éste: es único. He ahí su grandeza.

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Cuenta la leyenda que Robert Tai rodó horas y horas de metraje. Las versiones varían. Que si ocho, que si nueve, que si doce. El destino: la televisión por cable taiwanesa. Si eso es cierto, el catodismo ochentero taiwanés es como Dios manda. Como el resultado, en términos de artes marciales, es un imparable no va más, Tai se dedicó entonces al noble arte del despiece multiple. Al parecer corren por ahí múltiples versiones con mismo título y diferente contenido. La que llegó a España en Uve Hache Ese fue la que podriamos considerar remontaje definitivo y oficial. Y a tenor de todo lo leído la que quedó mejor. ¿Y qué es mejor? Buena pregunta que soy incapaz de responder. Una película que incluye al monje negro de Harlem, una unidad acuática de ninjas sobre arañas y una pelea con la fémina completamente en cueros está más allá del bien y del mal.

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El argumento de Ninja contra Shaolín: Duelo Final es lo que debe de ser: una simple excusa. Los ninjas están cabreados por las repetidas humillaciones, los shaolines están cansados de tener que dejar a un lado su meditación por culpa de sus peleas (al menos, el maestro jefe: a sus pupilos más bien les agrada el tema de la tetosterona marcial). En medio queda el protagonista de la historia, un joven guerrero japonés que acude al monasterio con el ánimo de aprender y exportar el budismo chino. Eso, en principio, es todo, pero tampoco resulta tan fácil. La introducción de esta situación es una larga y veloz perorata que aturde al espectador y a la que sigue la célebre escena de los entrenamientos ninja, presentando toda una serie de unidades y técnicas bajo el mando del vellaco ninja blanco flautista y sus carcajadas malignas. A saber:

- los Aterradores puños de Okinawa (Elemet Okinawan Thunder Fist);
- el comando de Estilo Ligero (Elemet Ninja Light Skill);
- la Unidad de Asalto Araña Acuática (Elemet Water Spider Assault Unit);
- los Tigres de Hierro, Conquistadores del Bosque (Elemet Iron Tiger Conquest the Forest);
- el Equipo especial de Escaladores (Elemet Ninja, Rock, Climbing Formation);
- la Técnica de Maniobras Infierno Bajo Tierra (Elemet Ninja Heaven Death Wish Blade).




Llegados a este punto, a sólo cinco minutos del inicio, la perplejidad del espectador es evidente. Ha presenciado, entre otras muchas cosas, ridículos ninja cabalgando por un lago sobre arañas de juguete. Ha visto ninjas con máscara de león ceremonial ascender por los árboles y saltar de un lado a otro. Ha asistido a una exhibición de ninjas que caban hoyos bajo tierra y avanzan como topos desbocados. El curtido zetahunter siente el escalofrio de la advertencia: a partir de aquí esto sólo puede decaer. Se equivoca: el filme es tan brutalmente sincero que muestra algunas de sus mejores bazas nada más comenzar y en formato remix. Pero a partir de ahí el ascenso hacia la cumbre de la exquisitez bizarra continúa imparable a base de zooms taquicárdicos, mareante acumulación de ojos de pez y oberturas de lente, montaje febril, coreografías de órdago que se suceden sin parar, cabriolas y acrobacias desquiciantes, acadabrantes efectos de cable, esputos de sangre, héroes sufridos que muerden el polvo, decapitaciones generosas, gore, espasmos al ralentí y vistosas aceleraciones del movimiento de los personajes, reiterativos chistes sobre el "boca a boca" y humor chino de parvulario, actores de gesticulación exasperante y sanvítica, el despliegue de los ninjas citados, carcajadas malignas, humo explosivo y a colores generoso en ácido bórico, la prueba de la esvástika... Un imparable Festival de Cine de Derribo psicotrópico que llega a su climax final con los monjes de Shaolín desatados, con la esperada batalla contra la unidad de ninjas acuáticos sobre agua (una gozada de decapitaciones y cable a tutiplén) y el inevitable duelo final bueno-malo, resuelto con la habitual dosis de tragedia y una ambivalencia que seguro haría las delicias del pensamiento sucio de Jotacé.



Pero regresemos al hilo inicial de este texto: la verdadera historia del cine se construyó sobre el uso narrativo de las acciones paralelas. Grifith las descubrió con El Nacimiento de una nación y acabó emborrachándose perdidamente de ellas con Intolerancia. Del caos resultante la cinefilia rescató la acción paralela y sobre ella construyó la historia del cine tal y como nos la han impuesto, pero prefierió obviar la parte febril y delirante del padre del cine clásico. Es por eso que la mayor reivindicación de Robert Tai a su figura supone un paradójico desprecio total hacia los cimientos del canon cinematográfico. La acción paralela es un lastre. Una vez presentados los malos, los buenos y el prota ambiguo, los personajes intermedios de Ninja The Final Duel (¡y qué personajes! enseguida estoy con ellos!) cumplen su función con precisión matemática: se presentan (para asombro del respetable) y se liquidan, dando paso al siguiente. Nunca los veremos todos juntos, mezclados. La pulcritud ante todo.

Pasemos lista:

1 - Los monjes budistas de California.

Bastante tontines, todo hay que decirlo, más que pretendientes a shaolín parecen temblorosos hare krishnas hábiles en el uso de la pandereta como arma mortal. Aunque qué pueden hacer una pandereta contra shurikens supersónicos. Por cierto, el monje activo dominante, como ven abajo, de californiano poco. Uno no puede sino imaginarlo sembrando el terror el los salones recreativos de Nápoles enfundado en un chandal Adidas negro.



2 - Alice Tseng

La chica. No tendría nada de sorprendente sino fuera por protagonizar una de las escenas más extrañas e irrepetibles de la historia del cine de artes marciales. Una pelea en pelotas, completamente desnuda. Hay que tener en cuenta que el vello púbico es uno de los grandes tabues de la cultura oriental, por lo que esta escena es una rareza inaudita y algo que convierte Ninja The Final Duel en un producto único y sin parangón. El posterior desenlace con el que se finiquita su presencia en el filme también es de órdago.





3 - El Monje Negro de Harlem

Eugene Thomas era un habitual de las películas del maestro Robert Tai (Ninja versus Mafia, Shaolín Dolemite) y de Wu Kou Jen, otro genio en esto del ninjitsu betamax (Superninja, The Usa Ninja). Un evidente guiño blaxploitation y una presencia mítica de esas que da brillo, esplendor y colorido. Debería tener su propio anexo negroide. Entre las habilidades del Monje Negro de Harlem destaca su capacidad para trepar por los árboles y esa tendencia para perdonar al rival en medio de la contienda, algo que acaba por desquiciar al contrario. Su enfrentamiento contra la técnica de maniobras Infierno Bajo Tierra (es decir, los ninjas topo) forma parte del nutrido grupo de escenas memorables del filme.





No me gustaría despedir esta obra maestra sin llamar la atención sobre algunos momentos del filme, y no sin antes recordarles que, si aún les queda alguna duda sobre lo inaudito de la película (cas que dudo), siempre pueden acudir al trailer que subí como previa ayer mismo.

1 - La Trampa de la esvástika

Prueba, casi siempre mortal, con la que se selecciona al mejor guerrero del clan al que pertenece el prota (Alexander Lo Rei, que aún no lo habia dicho y siempre merece tenerse en cuenta). Como modo de selcción de personal es una sangría. La esvástika es la formación que toma el nutrido grupo de contrincantes, que se mueven a ritmo de tambor y que a menudo adoptan poses más propias de los castellers de Valls. Hay que decir que la coreografía de la escena, como todas las demás, es contundente, espídica y efectiva. La forma en que el héroe supera la prueba, también.







2 - Técnica Ninja de Control Mental

Una secuencia de capturas será mucho más descriptiva que mis entusiastas peroratas.







3 - El ataque del comando ninja Cestos de Mimbre

(sin comentarios)



4 - La decapitación a cargo de los Tigres de Hierro





5 - La técnica ninja de la teleportación plop

Un clásico de estas películas que, de nuevo, nos lleva al verdadero lugar de nacimiento del cine: la barraca de feria. Los cineastas primitivos, como Melies o Segundo de Chomón, hicieron mucho y buen uso de este sencillo efecto cinematográfico, quizá el primero. Luego pasó al olvido y tuvieron que venir los chinos para recuperarlo.






6 - La Lucha contra la Unidad de Asalto Araña Acuática

¡Qué puedo decir sobre este clásico de la sicotronía oriental! Cable a destajo, voladoras arañas de caucho, rudimentarios avances acuáticos, decapitaciones, humor chino.



2 comentarios:

Dog and flute dijo...

YO TAMBIEN VEIA CINTURON NEGRO con CORAL BISTUER, YA EN FACEBOOK! BUENIIISSSIMO EL BLOG, INCREIBLE!!!!

Anónimo dijo...

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