11.8.08

UN BOCADO A MEDIANOCHE

Por alguna razón (tirada amplia, posterior reedición a cargo de Círculo de lectores y un saldo generoso) El Vampiro en el Cine de David Pirie (Centropress, 1977) es un libro que no suele faltar en las estanterías del buen pajero. Yo recorrí sus hojas con frecuencia en mi adolescencia. En algún lugar lo había leído y luego lo encontré saldado en algún estante de la Feria del Libro de Ocasión. Siempre lo he tenido a mano por casa. Entre el mucho material gráfico que hay en sus páginas, hacia el final me atraía mucho un montaje con una viñeta y un fotograma:



La imagen era realmente impactante. Un grupo de vampiros habían pillado a un tipo y le habían ensartado en la yugular un grifo con el que servir copas de sangre. Una sobresaliente imagen vampírica en contadas ocasiones superada. La viñeta correspondía a Midnight Mess (Un bocado a medianoche) historieta de Al Feldstein (guión) y Joe Orlando (dibujo) aparecida en el número 35 del Tales from the Crypt de la EC (abril-mayo, 1953). Y el fotograma pertenecía a Vault of Horrors (Roy Ward Baker, 1973). Tardé mucho en ver la película (seguramente en vhs o grabada de algún intempestivo pase televisivo) y más en leer la historieta: la EC ha permanecido inédita en España hasta hace bien poco, cosa extraña si tenemos en cuenta lo mucho que se rescató en los Setenta, precodes ignotos incluidos.
La británica Amicus nació con Dr. Terror (1965) y, aunque tras los pasos de la Hammer, se especializó en películas de episodios, todas ellas de terror. Un formato, el del cuento corto, que acostumbra a funcionar bien en el ámbito del terror; de hecho, casi que la tradición es esa y no la historia larga. Y con la modesta Amicus funcionaba muy bien. El formato siempre era el mismo: un grupo de tipos se reunía, se explicaban sus sueños o les leían el futuro (cada personaje, un episodio) y al final descubrían que ya estaban muertos. La estructura de las historias también era la misma y siempre se encaminaba a la conclusión de impacto, al final de horror, como todos los cuentos de terror, como todas las historietas precode o de la Warren. La última viñeta. El último fotograma. Vampiros celebrando la vendimia de un humano al que desangrar con estilo.

Con unas cuantas películas a sus espaldas, la Amicus miró a los cómics y decidió adaptar historietas de la EC con Tales from the Crypt (Freddie Francis, 1972) y al año siguiente Vault of Horror, que es donde se adaptó Midnight Mess (aunque la procedencia original se publicara en la otra cabecera). Resulta interesante comparar original y adaptación. En el tebeo, se inicia con el protagonista, Harold, de visita al pueblecito donde vive su hermana.


En cambio, en la adaptación fílmica la historia comienza con el protagonista asesinando al detective privado que ha contratado para localizar a su hermana.


El visitante llega al pueblo, llama a la puerta de su hermana y no recibe respuesta. Un hombre por la calle le advierte que está anocheciendo y que saldrán los vampiros. Entra en un restaurante donde le niegan la cena porque ya está anocheciendo... y luego los vampiros recorren el pueblo. Curiosamente, en la adaptación fílmica no se habla explíctamente de vampiros, sino de "los asesinos que salen de noche y sangran a sus víctimas".



A la salida del restaurante encuentra a su hermana en casa. En ambos casos la hermana incide en el tema de los vampiros (historieta) - asesinatos nocturnos (adaptación cinematográfica); en ambos Harold recibe la información con total escepticismo.



La diferencia está en el motivo de la visita. En la historia de Feldstein el protagonista va de paso. En la película el móvil es criminal: asesina a su hermana para cobrar la herencia del padre recién fallecido.



Una vez realizado el crimen, el protagonista sale de casa. En la historieta, donde no hay asesinato, la razón para salir a la calle de noche es sólo el insomnio.


Al salir ve que el restaurante donde se negaron a servirle esta abierto, y con notable afluencia de público.



El metre le recomienda el menú, compuesto de zumo y sopa.




El zumo sabe raro, y la sopa le resulta asquerosa.



Es la referencia a la sangre la que desata el final. Por si alguien no se ha dado cuenta (lo dudo), Harold está en un restaurante para vampiros. Los comensales ya se han percatado y una mirada al espejo basta para que Harold se dé cuenta del asunto.



La segunda sorpresa es la aparición de la hermana. En la historieta da explicaciones y casi le pide disculpas por lo que va a pasar. En la película, nada de eso: al fin y al cabo su hermano acaba de asesinarla.



Historieta y película terminan con el asalto de los vampiros y la imagen con que abría esta entrada y tanto me sedujo hace años.


En un primer momento, la adaptación cinematográfica del cuento me convencía. Uno ya parte de la base de que es difícil superar el impacto gráfico de los dibujos de Joe Orlando. De hecho, eso funciona bien. Que no se hablara de vampiros me daba la impresión que reforzaba la sorpresa final. Los asesinatos, bueno, intuía que servían al despiste y daban más agilidad al relato. Pero eso fue en un primer momento. Enseguida me percaté de que es todo lo contrario. En la historia de Feldstein no se rehuye la palabra vampiros porque así toda la escena del restaurante goza de un genial humor negro y macabro. Pero eso no es lo peor. Lo que daña la adaptación fílmica, como pasa casi siempre, es la introducción del elemento moral. En el episodio de la película de la Amicus el protagonista recibe, al fin y al cabo, su merecido: es un asesino. En la historieta, y ahí está el detalle vital, el protagonista es un pobre tipo de visita, movido por los lazos familiares. El comic siempre es más subversivo. Dicho lo cual, dejemos a los vampiros con su grifo.

1 comentario:

JF dijo...

estan muy buenos los comix :)  SI TAN SOLO VENDIERAN A QUI LOS MEJORES Y  NO LOS MAS...
JEJE PRO ME ENCANTO LOS KOMIX