18.6.07

GIPI, LOS SILICATOS, EL COMPETENTE BRIT PULP Y EL ARTE BÉ


1. Gipi y los Silicatos

Preguntaba el otro día a qué película podía estar haciendo referencia el autor italiano Gipi en S. cuando recordaba una anécdota de la infancia en la que recordaba (sí, recuerdo dentro de un recuerdo) una película de terror en la que unos niños campistas eran atacados por mutantes succionadores de esencia vital a través de largas trompas. Nadie, de momento, ha podido dar con la respuesta y lo más cercano lo aportaba dtv2000: Island of Terror (1966), una de las escasas incursiones del maestro Terence Fisher fuera de la Hammer.

Así que presto a continuar con el misterio (que en cuestiones fílmicas es cosa de mi agrado) me vi la peícula el sábado por la noche. Por desgracia, no hay niños atacados en tienda de campaña ni exactamente mutantes, pero sí unos bichos que absorben humanos por sus trompas dejando sólo pellejo y relleno cárnico sin sustancia. Así que no sería ésta la película. ¿O sí? Déjenme divagar sobre el asunto aunque luego venga el zetahunter de turno a descubrir la existencia de una ignota Noche de los Mutantes con Trompa from Outer Space.

En S. Gipi hace un interesante juego con el tratamiento del recuerdo. Pepo lo explica bien (por cierto, que conste en acta que a mí me gustó más Apuntes para una historia de la Guerra por su irreal realidad y que, en ambos casos, Gipi no es un autor por el que me desviva aunque sus acuarelas sean bellas):
"Gipi ha creado en S. una obra de la materia de la que están hecha los recuerdos, estructurada y realizada también en la forma en que esos recuerdos acuden a nuestra cabeza: fragmentaria y circular, repetitiva, en ocasiones con versiones divergentes de los hechos dependiendo de la persona que los recuerde... o de lo mentiroso e imaginativo que sea el narrador."
A lo que iba: dado el peculiar y bien resuelto juego con los recuerdos es posible que el recuerdo de la película y el recuerdo de éste no se ajusten con la realidad de lo recordado. El cine que vemos de infantes y que nos impresiona está sometido a su idealización (que puede ser hasta generacional: hablé de ello de pasada cuando reivindiqué Queen of Blood), e incluso está sometido a la mezcla: imágenes de diversas películas que se entremezclan para convertirse en una sóla. Conozco la experiencia porque durante toda mi infancia vi cientos de películas, con una media de casi la decena semanal, y quizá por desentrañar ese tipo de intrigas siempre me ha divertido. Caundo alguien pregunta por aquella película que no recuerda pero en la que pasaba tal cosa me lo tomo como un pasatiempo.



En las viñetas de Gipi del otro día hay varias claves: humanos mutados, trompas succionadoras, contexto campestre y niños atacados. Como ya dije, lo de los niños masacrados es importante porque es poco frecuente ver morir infantes de manera violenta en el cine de género (hagan memoria). En Island of Terror (estrenada aquí como SOS El Mundo en Peligro) no hay niños ni tampoco humanos mutados; en su lugar nos encontramos con los silicatos, una especie de crustáceos atortugados y deslizantes provistos de una larga trompetilla con la que se alimentan de humanos mediante la succión de sus huesos. Y también está el ambiente campestre que enmarca la secuencia de Gipi: una isla de playas desiertas alejadas del mundo. Y se trata de un filme idealizable en su recuerdo tras un visionado en la infancia (situada a finales de los 60 o principios de los 70 dado que Gipi nació en 1963). ¿Varía o confunde su recuerdo el autor italiano? ¿De manera premeditada o acudiendo a su recuerdo tal cual es? De momento no hay respuesta.

2. Los Silicatos y el competente brit pulp



Lo mejor de la cuestión ha sido recuperar la fantástica película de Fisher. El Brit Pulp fantacientífico se sigue manteniendo de un robusto que da gusto, y más si viene de la mano del maestro. Como dije, no fue rodada para la Hammer sino para la breve Planet Film Productions (que sólo repetería al año siguiente con Radiaciones en la noche) pero es que la majestuosidad del cine británico de género de esa época sobrepasa a la mítica casa madre y se extiende a ejemplos como este (o a la Amicus y hasta a producciones independientes).

Tras la estela de los imprescindibles Quatermass, el visionado de Island of Terror da qué pensar cómo un argumento estandarizado puede resultar tan entretenido y a la vez estar ejecutado con tanta seriedad. Es sorprendente y sitúa estas películas a años luz de la mayoría de series bé del otro lado del Atlántico. Aquí hay un brío tremebundo, un ir y venir de personajes a lo largo de la isla que demuestra que para hacer las cosas bien ni se requiere dinero a espuertas ni, aún más importante, ser muy original. La película se crée a sí misma y por ello funciona. Vale que la presencia de Peter Cushing siempre otorga clase y consistencia. Pero miren, es posible que descontextualizados en un tutubo los silicatos puedan producir alguna sonrisa por su identidad de monstruos de serie bé, pero dentro del metraje, si alguien sonrie es que carece de sense of wonder. Es que se es un triste y un borderline socializado incapaz de arrebatarse. La soberbia banda sonora y los efectos de sonido (sicodélicamente electrónicos y maravillosos por lo que hace a la succión de humanos) ayudan lo suyo. Y terence Fisher, claro.


Y sí, la película no es precisamente original y acude a lugares comunes de la fantaciencia, pero ahí está su grandeza. Los silicatos son fruto de un experimento fallido (en la lucha contra el cáncer), los protas son los sempiternos científicos felices y activos ante el reto inmediato (los científicos del pOp trabajan a contrareloj, los de verdad tienen todo el tiempo del mundo), la chica es florero, el contexto es una isla de dificil acceso, los secundarios se postran a la gloria del body count y no faltan arquetipos como el del cobarde víctima de su propia cobardía.

Finalmente, esta honesta, dignísima y artesanal película tiene detalles que la conectan directamente con con Lo Zombi dos años antes de La Noche de los Muertos Vivientes. Por un lado, el claustrofóbico climax final con los aldeanos supervivientes encerrados en la casa del pueblo y asediados por cientos de silicatos. Por otro lado, la lentitud de los mismos monstruos y su número creciente en proporción geométrica. Escenas como la del bosque plagado de silicatos succionadores que avanzan con lentitud hacia sus objetivos comestibles son propias del cine de zombis moderno y, curiosamente, son anteriores. Una muesca más a los debes romerianos.

3. Los Silicatos y el Arte Bé.

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