6.9.06

KANDINSKY TELEPATIC ATTACK!! (el arte moderno versus P.K. Dick)


"El monotraje mezclador era una invención de Laboratorios Bell, un descubrimiento fortuito de un empleado llamado S.A. Powers. Este había estado experimentando, hacía algunos años, con sustancias desinhibidoras actuando sobre el tejido nervioso, y una noche, después de haberse administrado él mismo una inyección intravenosa considerada segura y causante de una ligera euforia, experimentó una desastrosa reducción del fluido GABA de su cerebro. Luego había presenciado, de un modo subjetivo, una espeluznante actividad de falsas impresiones visuales que se proyectaban en la pared de su dormitorio, un montaje de ritmo frenético que él supuso, en aquel momento, que se trataba de cuadros abstractos modernos".

Durante seis horas, extasiado, S.A. Powers había contemplado miles de cuadros de Picasso, sucediéndose a velocidad vertiginosa, y luego había presenciado la obra de Paul Klee, más cuadros de los que el pintor hubiera pintado en toda su vida. S.A. Powers, mientras contemplaba cuadros de Modigliani que iban variando a una velocidad furiosa, supuso primero (todo precisa una teoría) que los rosacruces estaban proyectando imágenes telepáticas en su mente, tal vez amplificadas por sistemas de microrrelés de tipo muy avanzado. Pero luego, cuando las pinturas de Kandinsky empezaron a atormentarle, recordó que el principal museo de arte de Leningrado estaba especializado en este tipo de modernismo irrealista, y dedujo que los soviéticos estaban tratando de conectar telepáticamente con él."


Este fragmento de Una Mirada a la Oscuridad de Philip K. Dick, en cuya lectura recién me sumergí ayer noche, además de su genialidad per sé, me ha recordado precisamente a un pasaje de la biografía publicada en castellano (Yo estoy vivo y vosotros estáis muertos de Emmanuel Carrere). Y es que como ya dije al hablar de La pistola de Rayos, la vida y la obra del escritor de Ubik o El Hombre en el Castillo a menudo se solapan y buena parte de sus experiencias personales pasaban a integrar sus novelas y relatos. Así que ni corto ni perezoso, esta mañana, mientras guardaba cola en una consulta médica, he buscado el pasaje donde se describía una experiencia similar para cotejarla. No me ha costado mucho localizarla.

En 1973, Philip K. Dick intentaba rehacer su vida tras los excesos de su contacto con el underground de la costa californiana, el saqueo de su casa y un viaje a Vancouver en el que se quedó tirado, desaparecido. Tras un intento de suicido acabará ingresado, a petición propia, en un centro de desintoxicación para drogadíctos. De allí había salido renacido, dispuesto a volver a escribir tras cuatro años (Una mirada a la oscuridad la escribió entonces, aunque no se publicaría hasta 1977), y con una nueva pareja, la quinta señora Dick. Y ahí estamos, con el Watergate haciendo emerger su paranoia, no olvidemos que años antes ya andaba obsesionado con Nixon.

Por error, Dick llevaba más de una semana consumiendo cinco veces más de vitamina C de la que deseaba, y una noche esa saturación vitamínica produjo las pesadillas pictórico-abstractas a las que se refiere en la novela:

"Después de los colores crearon formas, contornos definidos que se encadenaban y se transformaban a toda velocidad. Parecían pinturas abstractas. En pocos segundos creyó ver centenares de Klees. Luego identificó algún Kandinsky y unos Picassos de diferentes épocas. Eso duró unas horas. Decenas de miles de cuadros por cada artista representado, muchos más de los que ellos mismos habían pintado en sus vidas y de los que hubiesen pintado si hubiesen vivido varios siglos."

Por un lado, dedujo que las visiones eran provocada químicamente por la merma brutal de ácido aminobutírico (el GABA de la novela) a causa de la sobredosis acumulada de vitamina C. Pero por otro, el inquieto cerebro supersónico del escritor enseguida vinculó a Klee y Kandinsky con el museo de Leningrado. Luego recordó haber leído sobre experimentos soviéticos de comunicación telepática. Y luego su funesta correspondencia con Stanislaw Lem, el escritor poláco que quiso publicar Ubik tras el telón de acero y que le propuso viajar a Varsovia para cerrar el contrato. La paranoia crónica de Dick se desató. "Viajar a territorio soviético... Já. Luego no me dejarán salir y me lavarán el cerebro". Finalmente, la carta de un fan escrita desde Estonia pidiéndole una foto autografiada y unas reseñas aparecidas en diversos periódicos izquierdistas acabaron por certificar la conspiración comunista contra su persona. Dick envió catorce cartas al F.B.I. denunciándo lo que le estaba pasando. No deja de ser curioso: diez años antes estaba convencido de que eran ellos los que conspiraban contra él. Sólo una obtuvo respuesta:

"Estimado Señor:

Gracias por su carta y los documentos adjuntos que no dejaremos de examinar con atención. Si llegaran a su conocimiento otras informaciones que pudieran interesarnos, no dude en ponerse nuevamente en contacto con nosotros.
Atentamente,

William A. Sullivan

Federal Boureau of Investigation, Los Ángeles"





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1 comentario:

Anónimo dijo...

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