4.10.07

DESDE SITGES CON ARDOR (III): STARDUST


Sin ser nada del otro mundo, Stardust me ha recongraciado con Neil Gaiman, a quien los últimos años había cogido un poco de dentera (especialmente tras MirrorMask, donde no le hizo ningún favor a su amigo Dave McKean). Auqnue hace años que corre por casa, no he leído el bello relato ilustrado original (y digo bello porque los dibujos de Vess si los he mirado), me dice Miguel Ángel Barral (tipo sabio como pocos) que traiciona su espíritu final pero que entiende que Gaiman (implicado en el proyecto como guionista y productor) lo haya azucarado en busca de un éxito comercial que finalmente no ha conseguido. Cosa que tampoco se entiende porque si algo bueno tiene es que entretiene mientras cuenta un cuento. Con sus príncipes, sus princesas y sus brujas. Ni empalaga ni molesta y a ratos (ratitos) traslada un algo de amor por la fantasía de la pantalla al espectador, que es cosa que se agradece, mientras deja ir retazos de humor británico (más o menos acertados). La pena es que sufre de un serio síndrome El Señor de los Anillos, con la banda sonora dejándose notar mientras los jinetes cabalgan por el prado en panorámicas filmadas desde helicópteros, escenitas estas que siempre me repatean los cojones; y que a ratos parece una versión descafeinada y sin sal ni pimienta del concepto de cuento tradicional que tiene Terry Gilliam. Y es con esa percepción que te das cuenta que el mismo material en manos de un director con más personalidad hubiera sido algo bastante más memorable. Es curioso: se han querido asumir pocos riesgos y el público va a pasar de ella.

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