1.10.07
DESDE SITGES CON ARDOR (I)
Como en ocasiones anteriores, me he dado una vuelta por la rueda de prensa de presentación del Festival de Sitges. La oficial, con alcalde, conseller de cultura, director del ICIC y Ángel Sala, el director al que hay que reconocer el impulso que ha dado al certamen, convirtiéndolo en la referencia inexcusable en cuestión de cine de género. A la tirantez inicial que hubo con el cambio de gobierno -ese tripartito que se pinta con cola, cuernos y tridente (lo cual vienen al caso)- se la han comido los resultados y el éxito de las últimas ediciones. Y es que el aspecto político de los Festivales de cine y similares no deja de ser un mundo poco tratado donde cultura pop y las instituciones propias de la sociedad borderline colisionan tras el telón. La calma chicha al respecto es lógica: los políticos siempre dicen que van a cambiar muchas cosas pero si lo cambiable no da problemas, el futuro es algo a esquivar y el estatus quo un bien al alza (el Dr. Repronto lo explicaba muy bien el otro día).
Tan sólo algunos apuntes. Quería haber diseccionado un poco la programación, haciendo algunas apuestas y tal, pero no va a ser posible. Pero sepan que pinta bien. Muy bien. Lo zombi va a estar ámpliamente representado, cosa lógica si tenemos en cuenta que son el monstruo propio y apropiado de estos tiempos que nos toca vivir. Angel Sala lo ha mencionado mientras yo pensaba en lo gracioso que era ver como los políticos miraban al infinito sin saber que ellos forman parte (importante) del subgénero. Al estreno del quinto y esperado Romero zombil (Diary of the Dead) hay que sumar, entre otras, el documental American Zombi o la aproximación pakistaní de la que hablaba Viruete no hace demasiado. Temas como el terror post 11-S, el posmodernismo de la cámara y la realidad trastornada también han sido apuntados. Si nos tomamos el Festival como un pase de modas, son las tendencias de la temporada venidera (bueno, si son lectores asiduos saben que tampoco es cosa novedosa).
Pues eso, que el certamen pinta muy bien en el aspecto de las películas a ver, que al fin y al cabo es de lo que se trata. Hay una sala nueva, la Tramontana, habilitada en el interior del hotel Melià, donde se proyectarán películas y se harán bastantes clases magistrales. Tengan en cuenta esto último porque estos encuentros entre autores y público suelen merecer la pena (yo aún recuerdo la clase magistral de Saul Bass hace mucho años).
Respecto al Jurado, ese ente extraño que premia películas envuelto en la polémica -y, últimamente, Sitges ha perdido la enseña genérica de la que ha disfrutado durante décadas; seguramente la última vez que ganó lo que debía ganar fue cuando The Ring- estará compuesto por Zoe Bell (la stunt protagonista de Death Proof, oh yeah), Ruggero Deodato (sí, el artífice de la visionaria Holocausto Caníbal), Michael Rooker (el genial Henry), Martin Weisz (ganador de un premio el año pasado) y, ai, Milito Torreiro, que supongo rápidamente ejercerá de líder e impondrá sus criterios, así que no esperen que la situación de corrija este año. Siendo como es un festival de género, la clave para saber si el jurado acierta, más allá del gusto personal, es comprobar como el paso de los años trata a la película escogida, si supuso un cambio, un culto, una corriente. Y desde luego, si no recuerdas que ganó de un año al otro el desacierto es evidente. Yo mismo, para recordar las ganadoras de los últimos tiempos debo hacer un soberano esfuerzo... y no lo consigo.
Andarán por allí de invitados Rutger Hauer, Douglas Trumbull, Enzo G. Castellari, Romero, Crispin Glover, Alex Proyas, Robert Englund y un montón de directores. Yo he decidido liarme la manta a la cabeza y pienso solicitar entrevistas con Romero, Deodato y, quizás, Castellari. A ver si hay suerte. Ya les aviso que estaré por allí todos los días y que este lugar ausente interrumpirá su programación habitual para enviarles montones de crónicas redactadas con velocidad y faltas de ortografía... siempre que encuentre un hueco. Comprobarán como mi estado mental degenera al mismo tiempo que crece mi ofuscación gramática.
Para acabar, en el terreno de lo anecdótico, al inicio de la rueda de prensa ha aparecido un ninja enmascarado que ha sido invitado por las fuerzas de seguirdad a abandonar la sala. Ya les digo que yo no he tenido nada que ver, que soy un enmascarado discreto y tímido. Quizá fuese uno de esos clones a los que me acusan de incitar. Creo que se ha equivocado de lugar: a los políticos no les gustan los ninjas. ¿Acaso lo dudaban?
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