
Sadam Hussein, hijo de Sabba Tulfah y nacido en Tikrit. Estos son los datos necesarios para conseguir el nombre en el universo Star Wars del déspota iraquí. En episodios anteriores hemos sabido que Stalin era fan de los musicales de Hollywood, que Kim Jong Il secuestraba directores para hacer remakes de Godzilla en clave rojo coreano, que Mussolini gustaba de compararse al Maciste del cine mudo o que Hitler disfrutaba con Blancanieves y los siete enanitos tanto o más que Idi Amin Dada. Ahora, gracias a una exposición de la Tate Gallery, sabemos que el sátrapa de Bagdad era fan fatal de Star Wars. Tanto que el diseño del casco de sus tropas paramilitares, los famosos fedayín, se inspiró en el de Darth Vader; que los marines estadounidenses encontraron en el palacio una colección de ilustraciones de Boris Vallejo y Rowena Morrill, artistas vinculados al arte de Star Wars; y que The Hands of Destinity, el arco de la victoria construido tras la guerra con Irán, tenía un diseño inspirado en las espadas láser jedis. También le gustaba Julio Verne y habría escrito una saga de space opera. A reconstruir la estrella de la muerte no le dio tiempo.
(y mientras tanto, en un remoto lugar del planeta Tierra, un joven megalómano sufre el impacto de Avatar y comienza a planear la conquista del universo)

Nota: descubro la historia gracias a Carlos (HT), que me avisa de esta entrada de David Muñoz. Más datos aquí y en la expo antes enlazada.