21.11.08

LAS HIJAS DE BARBARELLA


Tenía un poco aparcada la sección dedicada a recuperar textos aparecidos en viejas publicaciones que me parecen interesantes como documentación. El de hoy lo es, y mucho, y procede de un número de Nueva Dimensión de 1968 en el que J. Alberich analizaba las heroínas europeas surgidas al amparo de la Barbarella de Jean-Claude Forest. El texto tiene la enorme virtud de estar escrito justo cuando ese boom se estaba produciendo. Por otro lado, entra de lleno en uno de los temas de interés ausente, englobado bajo el título de la viñeta eurotrash. Y no está de más recordar que toda la multiplicación de tebeos fanta-eróticos, mayormente italianos, son hijos directos de Barbarella, que llevó a las primeras sexy-protas del fumetti (como se verá más abajo) y, de ahí, a delirios como Terror Blu y compañía. Por otro lado, tampoco quiero dejar de repetir algo que ya apunté al reseñar brevemente la Valentina de Crepax: en 1968 la izquierda exquisita estaba por el nuevo cómic y sus chicas pOp, y un poco de fetichismo y de bondage estaba muy bien visto, era moderno y era progresista. Hoy, todas estas muchachas aventureras serían pasto de críticas de la corrección sexista. Les dejo con un artículo, al que he añadido imágenes, enlaces y notas ausentes, que sirve de perfecta introducción a un montón de personajes que intentaré tratar de manera más extensa en el futuro.

Las hijas de Barbarella por J. Alberich

Pocos comics han causado mundialmente tanto revuelo como la ya universal Barbarella, de Jean Claude Forest. Y pocos comics modernos han desatado una ola tal de seguidores, hasta el punto de poder hablarse de una verdadera familia. Para los aficionados al cómic de entre nuestros lectores —que son muchos mas de lo que pueda parecer a simple vista—, he aquí pues un interesante estudio sobre esta larga descendencia, y sobre sus repercusiones en el mundo del cómic actual.

Si, en el cómic que tenemos entre manos, aparece una agradable fémina seduciendo a un robot y sirviéndose de su atractivo cuerpo como arma ofensivo defensiva, podemos asegurar, sin ningún temor a equivocarnos, que la protagonista de estas escenas no es, evidentemente, ninguna de las heroínas de la «Golden Age» del cómic. Ninguno de los grandes maestros se hubiera atrevido, en su época, a plantear una situación parecida, y si hubiera osado tampoco hubiera podido seguramente prosperar.


Fue preciso esperar a que de la vieja Europa (que en el mundo del cómic es paradójicamente la joven Europa) surgiera en los primeros años de la presente década el hombre y la obra que, sin cerrar el camino seguido hasta entonces, abriría una puerta sobre una nueva dimensión en el campo del cómic: Jean Claude Forest y su Barbarella.

Cuando la revista francesa V-Magazine lanzó, en sus publicaciones trimestrales, los ocho primeros capítulos que constituyeron la primera aventura de la explosiva heroína, hecha a imagen y semejanza de la vedette de moda del momento, B.B., seguramente no se dio perfecta cuenta de la conmoción que iba a ocasionar, aunque esto no quita ni un ápice de su gran mérito. Sin embargo, a pesar de que el primer capítulo vio la luz en 1962, fue en 1964 cuando el editor Eric Losfeld los recopiló y publicó en un lujoso álbum, que recibió el bautismo oficial.

Los acontecimientos se precipitaron, y el primero de ellos fue la actitud de los censores franceses frente a la tercera B. nacional. Desconcertados por su difícil catalogación, a la postre decretaron la prohibición de su exhibición y venta a los menores de 18 años: la «Bande Dessinée pour Adultes» estaba oficialmente lanzada. Se puede argüir, y con cierta razón, que aunque todos hayamos leído los grandes clásicos del cómic en nuestra infancia, éstos siempre han ido dirigidos en su país de origen a los adultos, adultos norteamericanos, pero adultos al fin y al cabo; esta circunstancia no hace, sin embargo, sino acentuar todavía más el completo cambio que significó la aparición de Barbarella.


La alegría de vivir, la desfachatez erótica de la heroína de Forest, representan un hecho totalmente nuevo y revolucionario para el que, hay que reconocerlo, había un publico consumidor preparado, pues de otro modo no puede explicarse el rápido éxito, un auténtico boom que ha traído consigo la creación de una escuela, la aparición de una legión de imitadores y la influencia, como nunca antes, sobre otras artes vivas.

Barbarella es, pues, un comienzo, y como tal su mérito no tiene medida; dejando aparte la calidad de su realización grafica, que ciertamente existe, su mayor mérito será siempre este hecho. Hecho o hechos, porque, en realidad, Barbarella ha influenciado en más de un aspecto a la producción posterior: En primer y destacado lugar, ha traído la elevación de la fémina al papel estelar en el reparto; segundo, la ruptura total, en cuanto a personalidad, con cualquier heroína anterior y, tercero, el matrimonio casi definitivo del cómic con la ciencia ficción.

Aunque la acción se desarrolla en otras galaxias y a velocidades superiores a la de la luz, Barbarella es mas un western intergaláctico que ciencia ficción pura. En realidad, como en casi todos los comics que a través de los años se han movido en estos mundos, el escenario impone una catalogación y marca una pauta que respetaran la gran mayoría de sus descendientes.


Las hijas de Barbarella nacieron, atropellándose unas a otras en el deseo de ver la luz —estelar, naturalmente— con la mayor rapidez: Scarlett Dream (sucesora de Barbarella en V-Magazine), Jodelle, Lone Sloane (el único vástago varón y el mas westerniano de todos), Saga de Xam y la más reciente, la heroína de nombre químico-orgánico: Epoxy. Todas apadrinadas por Eric Losfeld.


Especial atención merecen Jodelle, de Guy Peellaert, y Saga de Xam, de Nicolas Devil. Jodelle es un delirium tremens en estilo Pop, situado en una Roma Imperial con procónsules femeninos de gustos muy variados, luces de neón y pistolas desintegradotas. Y representa un punto y a aparte en concepción del personaje y en estilo de dibujo. Su guión es una sátira violentísima que no perdona nada ni a nadie. Peellaert estiliza todavía más su dibujo en su segunda heroína: Pravda la Survireuse, aparecida en la revista Hara-Kiri y a la que Losfeld, sin duda, le dedicará un próximo álbum. Y llega a alturas de perfección en sus trabajos para el admirable film de Alan Jessua Jeu de Massacre, que no debería dejar de ver ningún amante del cómic ya que es el verdadero protagonista. Sus dibujos no solamente resisten perfectamente la pantalla panorámica, sino que ésta y el technicolor le confieren un encanto tal que no es extraño que el protagonista se deje envolver por él y sienta deseos de emular Tueur de Neuchatel, título del cómic que Pellaert nos va desarrollando a lo largo del film.


(Nota Ausente: Peellaert, genial ilustrador pOp, ha fallecido justo cuando andaba preparando esta entrada. En Entrecomics y en Con C de Arte se han hecho eco y suministrado enlaces donde encontrarán más información y, sobre todo, toneladas de placer para sus ojos. Hace un tiempo me dio por mirar de comprarme Pravda, jamás editada por aquí: los precios eran astronómicos y Pravda no se ha reeditado desde 1968).


Saga de Xam, con sus psicodélicos dibujos, cambiantes de estilo según las distintas épocas que reflejan el peregrinaje de la heroína a través del espacio-tiempo terrestre, plasman a la perfección uno de los guiones más imaginativos en ciencia ficción pura de la serie editada por Losfeld. Puede decirse que, sin tener la originalidad pionera de Barbarella o la personalidad arrolladora de Jodelle, Saga es un punto culminante en cuanto a realización gráfica, que obligará aun más a buscar nuevos caminos a los que no pretendan limitarse a un trabajo de pura imitación, en una explotación del filón por otros descubierto. (nota ausente: los autores de Saga de Xam era el ilustrador Nicolas Devil y nada menos que el cineasta Jean Rollin en labores de guionista).


Scarlett Dream es también un original válido, con el único defecto de ser demasiado parecida a Barbarella en cuanto a concepción, lo que siempre constituirá un handicap poco menos que insalvable. (nota ausente: los autores eran Robert Gigi a los lápices y guiones de Claude Moliterni).

Junto a estas descendientes en línea directa de Barbarella, merecen especial atención las parientes pobres venidas de Italia, país donde aparecieron como hongos una serie de publicaciones de bajo precio, de calidad más que discutible en cuanto a realización gráfica, la cual viene suplida por una desenfrenada imaginación. Algo así como los hijos bastardos del noble feudal con alguna vasalla extraída de cualquier desheredado rincón de sus tierras, apetitosa y lista como el hambre.


Selene, Uranella, Gesebel, Alika, son ejemplos típicamente espaciales; Isabella y Mesalina, de época; Satanik (no confundir con el fotorromance francés del mismo titulo y traducción del original italiano Killing), La Jena, Zakimort, género de crímenes. Citamos las principales en nuestra opinión, pero no son las únicas, desde luego. Todas ellas tienen en común varias características: una mujer las protagoniza y, siendo mujer de acción, conjuga los verbos amar y matar en todos sus tiempos y personas. No hay situación limite en el plano sádico-erótico que no haya aparecido a lo largo de estas series. Aquí no hay trampa ni cartón; se trata de subproductos, de simple imitación del modelo original, particularidad que no se intenta disimular, sino todo lo contrario.


Selene fue la primera de la pandilla y la de vida más efímera, seguramente porque la fórmula todavía no estaba a punto y quiso hacerse con una cierta seriedad. En Uranella las concomitancias llegan incluso a la fonética del personaje y al parecido físico con el modelo, que parece obra del papel de copia; _de un papel de copia de baja calidad, claro. Sin embargo, se han pretendido introducir elementos nuevos y, bajo la denominación de fumetti dc fantamagia, aparecen hechiceros con poderes intergalácticos, brujas polifacéticas de muy buen ver y príncipes encantados viajando a la velocidad de la luz. Es la mas virginal de las hijas de Barbarella, y su rasgo diferencial, reminiscencia del pasado, es su empeño en defender su virtud, empresa en la que es ayudada, desde un segundo plano, por el bueno de Antar, su fiel «soupirant» sin esperanzas; con lo que, en el más tradicional de los nuevos «fumetti», encontramos graciosamente invertidos los clásicos términos.


Alika resume todo su mundo de promesas en el subtitulo de la serie: «Si Barbarella e l'infidele dello spazio, Alika he licenza d`amare». A partir del numero siete cambió el realizador gráfico y la orientación de la serie, inclinándose hacia una cierta sátira político-social de la actualidad, apareciendo personajes secundarios bajo los rasgos caricaturizados de conocidas figuras en las más extravagantes situaciones, casi siempre con una cierta gracia que hace perdonar la deficiencia del dibujo.


Gesebel, «la corsara dello spazio», es la cabecilla de un planeta gobernado por mujeres decidido a exportar su cultura, que a tenor de lo visto debe ser “cultura fisica”. La destrucción de su imperio la convierte en lo que indica el subtitulo. Lo que mas llama la atención en esta serie es el papel, indefectiblemente poco airoso, que desempeñan todos y cada uno de los personajes masculinos que a lo largo de ella aparecen. Seria curioso conocer a sus autores. (nota ausente: pues nada menos que Max Bunker como guionista y Magnus dibujando).


De todas las demás heroínas no espaciales, destaca con luz propia Isabella. En esta serie, el plano erótico alcanza unos limites jamás conseguidos hasta la fecha, ni siquiera en los célebres comic-books mejicanos de los años cincuenta. Sus escenas-shock son capaces dc sorprender a cualquiera, incluso al que se considera incapaz de ser sorprendido por nada. Sin duda el Divino Marqués no hubiera puesto ningún reparo en estampar su firma al pie de alguno de los episodios. Isabella es sin duda la reina sin corona de estos dominios.


Algunas de estas series (Isabella no) están traducidas al francés, dándose la paradoja de que el creador de los modelos importa las copias y viceversa. Los distintos planos, económico y de difusión, en que se mueven unos y otros, puede ser la explicación de ello.

Entre todas estas hijas de padres desconocidos, la mayoría lanzadas al mundo sin defensas naturales, algunas de las cuales no han llegado a la pubertad, y de su misma patria, surgió otro punto y aparte: Guido Crepax, lanzado por la revista italiana Linus (otro nombre pionero a retener). El estilo de Crepax, planificado poco menos que cinematográficamente, es personalísimo. Y el conjunto de sus historias está llevado a un ritmo trepidante, en el que cada viñeta es consecuencia de la anterior y motivo de la siguiente, en un todo armonioso puesto al servicio de una fantasía de la mejor ley. Su primer personaje famoso es Neutron, pero pronto la compañera de este, Valentina, le ha ido robando el estrellato y, en las ultimas series, aparece como personaje único, aunque alguna referencia en boca de Valentina permite suponer que no se ha descartado todavía al personaje. Una de sus ultimas aventuras. «La forza de gravité», es algo tan complejo e intrigante que el mismo autor reexplicó posteriormente la historia, consiguiendo el tour de force de contar la misma acción sin repetir una sola viñeta (¿mejor diríamos encuadre?).

No es solo Italia la que ha notado la influencia de Barbarella, aunque quizá, por razones de proximidad física y cultural, si es la que ha recorrido más rápidamente el sendero trazado por la pionera. En los países anglosajones han aparecido también, últimamente, una legión de heroínas influenciadas mas o menos directamente por este fenómeno latino, como Phoebe, que harían esta relación inacabable.


Sin embargo, no puede terminarse este trabajo sin destacar, dentro del fenómeno antes aludido, el hecho siguiente: incluso en aquellos casos en que la fémina no tiene la “prima voce”, su papal ha cambiado radicalmente. Se acabaron las novias eternas como Dale Arden, Narda, etc. Las compañeras actuales han pasado a colaborar en las actividades, para bien o para mal, generalmente para lo segundo, de su hombre: Eva Kant (Diabolik), Loona (Sadik), y otras, tienen un solo lazo común con las citadas anteriormente: su fidelidad a toda prueba al protagonista. Ahora bien, sus relaciones han invadido el plano erótico y no desdice de su feminidad el manejo da la metralleta, los puñales o las cargas de plástico, y si para salvar al amado hay que hacer el sacrificio de su propio cuerpo, se hace y a otra cosa. Podríamos decir que Eva Kant y Loona son una nueva versión de la antigua girlfriend, mientras que Barbarella y sus muchachas son, como se ha mencionado al principio, una nueva dimensión: un presente sin pretérito, pero con mucho futuro.

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