6.11.08

¡¡IMÁGENES AUTÉNTICAS!!

El 27 de noviembre de 1980 se anunciaba el inminente estreno de Holocausto Caníbal (Ruggero Deodato, 1980), el gran clásico del subgénero de los caníbales italianos. Como ven, se hablaba de película-testimonio y se deseaba que "no vuelva a repetirse jamás un caso como ese". También se hacía referencia a "imágenes auténticas" y hechos denunciados por la revista Interviú. El conocido semanario había incluido en su número 235, aparecido un par de semanas antes del estreno, un reportaje con fotogramas de la película no aptos para seres sensibles. El reportaje narraba los hechos como reales y nacía así una leyenda urbana que aún perdura.

Exclusiva Fotos Escalofriantes
Comidos por los Caníbales
Agonía de cuatro reporteros en la selva amazónica

El éxito de la película fue importante: 869.630 espectadores según la base de datos del Ministerio de Cultura.




Mientras la promoción hablaba de 4ª semana de éxito, La Vanguardia incluía el 16 de diciembre de 1980 un reportaje sobre el boom del cine de terror. Curiosamente, el titular que tienen justo encima no se correspondía con el artículo. A los caníbales de Deodato (u otros italianos) no se los menta... pero se les coloca en el titular. En realidad el texto habla más de los Monty Python, como pueden comprobar aquí. Además, la leyenda urbana se veía reforzada por el escándalo.


Un par de meses después del estreno se descubría la patraña de los distribuidores españoles. El 7 de enero de 1981 La Vanguardia publicaba el siguiente artículo:
Londres: Se denuncia un cambalache cinematográfico barcelonés
«The Sunday Times» trata a «Holocausto caníbal» de burdo montaje disfrazado de documental
Londres, 6. (Crónica de nuestro corresponsal interino.) — El «timo de las estampitas», en versión moderna, actualizada y más pueril de lo que haya podido ser nunca, se está practicando actualmente en Barcelona, a la luz pública y anunciado a bombo y platillo.
De acuerdo con el dominical británico The Sunday Times, la película Cannibal holocaust (Holocausto caníbal), proyectada actualmente en Barcelona; que estaría atrayendo largas colas de espectadores; y que, siguiendo a un reportaje publicado por una revista, es presentada como la flImación de “unos hechos sucedidos realmente”, como un documental, no es más que una producción de cine de cuarta categoría, filmada sobre un guión, con actores, extras, y sus buenas cantidades de hemoglobina, maniquíes, maquillaje, efectos especiales y trucos cinematográficos para fingir castraciones, decapitaciones, y todo un largo catálogo de los recursos de los que más pueda abusar el género de «terror», en sus versiones más ínfimas. En cuantó a la historie «real», contada en la revista, ésta puede dejar pequeña en derroche de inventiva a Alicia en el país de las maravillas; pero le falta su frescura e imaginación; y no constituye más que un burdo montaje, para intentar justificar cómo pudieron «suceder» y ser filmados los «hechos» que pretende ofrecer la película...
En su edición de esta semana, y bajo el título de «Guisando un filme de horror verdadero», el dominical The Sunday Times, una de las publicaciones más prestigiosas del mundo, ofrecía un extenso artículo, firmado por el periodista Philip Jacobson.
En él, el autor, narra con mirada cándida, a veces como entre incrédulo, asombrado y atónito ante el espectáculo de las colas en un cine de Barcelona y la publicidad de la película, todo el proceso del fenómeno taquillero de Cannibal Holocaust. El periodista británico inicia su historia con una descripción del reportaje publicado en la revista en el mes de novíembre, con gran despliegue y profusión de fotos.
En una remota región del Orinoco, un equipo de reporteros de televisión, que se encontrarían trabajando para la NBC norteamericana, abusa de una joven nativa. Su tribu llevará a cabo una venganza horrorosa. Periodista hasta la muerte, uno de los miembros del equipo irá filmando, una por una, la despiada mutilación, ejecución y devoramiento de sus compañeros, entre ellos una mujer. Y, al llegarle a su turno, monta la cámara sobre un trípode y lo deja todo dispuesto para que esta continúe también su brutal «holocausto».

En un mes, nueve millones en Italia
¿Cómó llegó, entonces, el filme a Barcelona? !Ah! se montó una expedición de rescate. Esta consiguió localizar el lugar de los acontecimientos, perdido en la zona del Orinoco.. Y consiguió recuperar la película impresionada. Pero, las imágenes que se encuentran en ésta, al revelarla, son tan atroces, que la NBC norteamericana ordenó su destrucción inmediata, Antes de que esta se llevase a cabo, sin embargo, un empleado de la cadena de televisión robó el filme, y lo vendió... La «historia» ofrecida por la publicación estaba, de acuerdo con el periodista británico, «escrita con una curiosa mezcla de repugnancia y solapada admiración».
Cannibal Holocaust —continuaba The Sunday Times— se proyectó el año pasado en Italia. Y recaudó 500.000 libras, más de 9 millones de pesetas, en sólo un mes, y hasta que la prohibieron las autoridades itaIianas...
Phillip Jacobson confiesa en su artículo que le maravilla lo poco que le ha costado investigar la verdad detrás de esto esto.
Signor Franco di Nuncio, co-productor de Cannibal Holocaust, defiende con insistencia que el fllm —su primera aventura en el mundo del cine—nunca fue producido con la intención de pretender que los hechos fotografiados en él son reales, y recogidos por la cámara en el momento de producirse. Todas las escenas brutales —añade— fueron trucadas; interpretadas por actores profesionales (con los «periodista» norteamericanos contratados en América); se emplearon maniquíes confeccionados con gran habilidad, para las mutilaciones y decapitaciones, así como expertos en trucaje fotográfico.
Los «temibles» indígenas seguía el dominical británico —no son «shamatarles», como se pretendía, sino «yaguas», pertenecientes a una antigua tribu que habita en una reglin del Amazonas completamente diferente. Un especialista del cine, ante lo pobre de la representación, los calificó como de «apaches maquillados».
Toda la película fue producida, en unos pocos meses, por un equipo italiano, dedicado antes a la producción de «spaghetti-westerns», con escaso presupuesto.
Ahora, terminaba el dominical británico, los productores no están poniendo ningún impedimento en que se induzca a los espectadores a creer que todo lo que se ofrece es un documental, filmado cuando los hechos estaban sucediendo realmente; ni a los ingresos en taquilla que se puedan derivar de ello.
(fuente)

Y a la semana siguiente, el 16 de enero de 1981, el articulista de opinión de turno no podía evitar la tentación de referirse al tema sin necesidad de ver la película:
Estafa caníbal
Qué extraña, poderosa y secreta razón hará que los seres (a veces mal llamados) humanos se refocilen con la desgracia ajena. Hasta cierto punto es comprensible que haya quienes alimentan unas dosis relativas y bien administradas de sadismo. Pero no me negarán que es difícilmente explicable, pongo por caso, la presencia de tantos católicos en las ejecuciones que hasta hace pocas décadas se realizaban en público; el tremendo sopapo al hijo era ‘una justificación, pero ¿y los demás? ¿Sentían
realmente la satisfacción de ver cómo un perseguido enemigo de la socledad era eliminado? Lo dudo. En el fondo, tengo el atisbo de que acarreamos todavía una rémora bien instintiva e irracional.
De ahí que sea lógico el gran éxito que suele tener el cine de violencia y de terror.
El colmo de semejantes espectáculos alucinantes se está exhibiendo ahora en nuestras pantallas. La de gentes que habrán desfilado ya para saborear «Holocausto caníbal». El máximo aliciente consiste, al parecer, en que el espectador tiene la conciencia de que las brutalidades descaradamente mostradas y la antropofagia, amén de la muerte de los reporteros, no es ficción, ni mucho menos, sino la realidad misma.
Les supongo enterados de que el «Times» de Londres acaba de denunciar que todo eso no es más que un burdo montaje propagandístico y un hábil aprovechamiento de los efectos especiales.
¿Habrá quienes se sientan estafados por una fraudulenta explotación de su morbo? Lamento que asi debe ser, pero no me recato en confesar que de veras me alegro: les está bien empleado.
(fuente)

Pero aún así, inmutable a todo, Holocausto Caníbal seguía en cartelera el 31 de mayo de 1981, y se seguía publicitando de manera explotativa en las páginas del periódico que había denunciado el cambalache. 28 años más tarde, son muchos los que siguen creyendo en las ¡¡Imágenes Autenticas!!

holocausto b

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