18.1.13

EL HÉROE NEGRO DE TARANTINO Y OTRAS COSAS DE MANDINGOS


En esta casa se es fan de Tarantino, del héroe negro y del Django original, así que el entusiasmo ante Django Unchained es inevitable. Disfruté del visionado, y aunque no es tan descomunal como Pulp Fiction o Kill Bill (sería un iluso si esperara eso de todas sus películas), tiene todo lo que le pido a Tarantino (y que siempre me ha dado): que despliegue sin reservas su talento natural para agitar gran cine con desmelene pop de barrio y serie bé, ese que ama y hace suyo. Vamos, que en mi opinión es buenísima más allá de que otras aún lo sean más. A continuación, y por partes, comento primero un par de cosas que me parecen muy interesantes de Django desencadenado y luego sobre películas que la conectan, nutren y se reivindican con ese juego tarantiniano de referentes que, al menos en mi caso, añade un plus de gozo y reflexión. En concreto, tras dos apuntes sobre el héroe y el villano negro, anoto Django, Mandingo, Boss Nigger y La Leyenda de Nigger Charley. No está de más advertir que en algún momento desvelo detalles argumentales porque es inevitable.

EL HEROE NEGRO


Leí en algún sitio que Django Freeman es uno de los protagonistas menos carismáticos de una filmografía, la de Tarantino, muy generosa en ellos. La observación es razonable pero creo más bien que es una sensación amplificada por algunos condicionantes. Uno muy evidente es el contraste entre Jamie Foxx y su personaje al lado de los de Leonardo di Caprio, Christoph Waltz o Samuel L. Jackson, que son de aquellos que devoran la pantalla y se reservan algunos de los mejores momentos de la película. Difícil papeleta.


 Otro condicionante es que se trata probablemente del héroe más puro que ha dado el cine de Tarantino hasta la fecha, entre otras cosas porque no se mueve por venganza sino por amor. Tarantino lo subraya con la cita a Sigfrido y Brunilda, aquí Bromilda von Shaft (ojo: acude a leyendas arias en una historia de segregación racial). En el camino de este Django está subir sin miedo al castillo, enfrentarse al fuego y al dragón y rescatar a su amada. Tarantino nunca había construido una historia a partir de esa base argumental. Yo no sé ustedes, pero a mí los héroes puros siempre me han parecido más planos al lado de otros personajes dotados de ambigüedad o, sencillamente, maldad pura y dura.

Por otro lado, es un reduccionismo y un error acusar de perfil bajo y poca entidad al Django heroico de Tarantino porque posee personalidad propia y suficiente relieve. De entrada, por su condición de negro liberado con potestad para matar blancos gracias a su trabajo de cazarecompensas. En el actual imaginario popular norteamericano el retrato robot del criminal homicida tiene la piel negra, pero en el contexto histórico de la película (dos años antes de la Guerra Civil) es pura fantasía. No está de más recordar que incluso en la Segunda Guerra Mundial las tropas negras (y segregadas) tardaron en entrar en combate directo precisamente por eso, porque suponía disparar contra rubios caucasianos. Tarantino lo sabe y construye esa divergencia entre realidad y fantasía a partir de la violencia. Hay una violencia real, reflejada con crudeza, que es la del esclavismo, la que aplica el hombre blanco sobre los negros. Y luego hay una violencia pop y de ficción, la que utiliza su héroe negro.



De hecho, Tarantino realiza un curioso anacronismo: toma el héroe negro nacido en la cultura popular de la segunda mitad del siglo XX y lo transporta a un contexto que no le es propio. Hay un momento maravilloso en el que un grupo de esclavos ve emerger al héroe negro entre el polvo de una explosión. Un negro orgulloso, elegante, cool y que encima mata blancos. Negros del pasado viendo al negro del futuro, y no dando crédito. Who was that nigger?. Respuesta: tu tataranieto.

EL VILLANO NEGRO



Un héroe no está completo sin su gemelo siniestro, sin su némesis maligna. Es pieza indispensable para definirle con entidad. En Black Super Power, mi ensayo sobre el héroe negro, dedicaba un capítulo a comentar esa carencia, porque villanos negros los hay, claro, pero casi siempre salidos del ghetto y casi nunca genios del mal que mueven los hilos con poder y astucia. La notable escasez de verdaderos villanos negros es una carencia grave en la construcción del héroe negro porque sus némesis blancas nunca serán verdaderos gemelos siniestros. La causa de esa carencia fue durante muchos años el propio reflejo cultural de la segregación racial, que impedía dar poder al negro incluso en la ficción pulp. Y luego, cuando el negro consiguió ese poder, si se alinea con el mal la corrección política levanta las orejas y sólo admite marginación social como causa.



Uno de los mejores villanos negros que nos ha dado la ficción pOp fue Mr. Glass de El Protegido (que, por cierto, buscaba un héroe para sentirse completo). El papel lo encarnaba un Samuel L. Jackson que ahora en Django Unchained rivaliza consigo mismo por el trono, aunque con matices. Uno de los momentos más intensos de la película de Tarantino es la mirada de Stephen, mayordomo negro y fiel, cuando ve llegar a sus dominios un negro montado a caballo. A diferencia de los esclavos, que ven al negro del futuro, él ve llegar a su rival, el único que puede poner en riesgo el status quo del sistema que maneja y que le alimenta: el esclavismo.


Stephen es en apariencia un esclavo sí, pero fiel al sistema y con acceso directo al poder del amo esclavista. Es su mano derecha y se permite el lujo no sólo de humillar a los esclavos sino incluso de dar órdenes a los blancos que le rodean, porque su voz es siempre la voz del amo. Otra escena maravillosa nos muestra como incluso se atreve a dar órdenes a ese mismo año. Le dice que vaya a la cocina y éste, pese a cierta protesta tácita obedece. Luego se sientan frente a frente, de igual a igual, y el sirviente se descubre auténtico cerebro, traza planes y saborea un coñac.

El personaje de Stephen es quizá el más arriesgado, complejo y fascinante que ha creado hasta ahora Tarantino. Incorrecto en grado sumo porque coloca a un negro que usa y se beneficia del sistema esclavista y porque desplaza parte de la maldad que corresponde por derecho al hombre blanco. Pero su rasgo más demoledor y subversivo es que pervierte un estereotipo racial anterior a la irrupción del héroe negro. Junto a la oronda Mammy o el negrito pickaninny (aquí unos cuantos ejemplos gráficos) estaba el buen negro de la plantación, el Tío Resmus que hacía felices a los niños blancos con sus cuentos y que Disney llevó al cine con Canción del Sur (1946), una película que ha guardado en el cajón para que nos olvidemos de ella y su humillante contenido.



La soberbia caracterización de Samuel L. Jackson en Django Unchained es la del Tío Resmus, sólo que le desnuda y hace evidente su condición perversa de personaje que se mueve entre líneas y mantiene su estatus privilegiado a base de aprovechar y fomentar el sistema esclavista a costa de sus hermanos de raza. Será él quien exclame ese “Corre negro corre” que remite tanto a la vieja canción sureña (que dio título a una de las mejores novelas de Chester Himes) como al filme fundacional de la contracultura negra y la posterior blaxploitation: Sweet Sweetbacks’s Baadasssss Song (1971). Subversión y choque de arquetipos raciales del futuro y del pasado reconvertidos en héroes y villanos. Una puñetera genialidad.

DJANGO, EL PISTOLERO DEL ATAUD



Un título como Django Unchained remite directamente a un referente previo, la maravillosa Django de Sergio Corbucci (1965). La anterior película de Tarantino hacía lo mismo con otra joya de género italiana, Aquel maldito tren blindado, que en EEUU se conoció como The Inglorious Bastards . Y, como pasaba con Malditos bastardos, la remisión está sólo en el título y el Django Unchained es también un falso remake. De hecho, al margen del cameo de Franco Nero, protagonista del original italiano, casi podría afirmar que el influjo del spagueti western sobre Tarantino es aquí menor que en películas como Kill Bill; o lo que es lo mismo: el western de Tarantino es formalmente una de sus películas menos espaguetti.


Al margen del comentario, harán bien en acudir raudos a la película de Corbucci porque es una obra maestra absoluta y una de mis películas favoritas. Nacida al amparo del arrollador éxito de los westerns de Leone, en muchos aspectos los supera. Violenta, áspera y muy entretenida, la clave está en su personal atmósfera gótica. La película se abre con nuestro pistolero, un hombre que arrastra y no se separa de un ataúd, continúa con una escena de flagelación femenina más propia del cine de terror que del western y se cierra en un cementerio en un duelo contra la siniestra (y cromática) banda de encapuchados carmesíes del mayor Jackson. El decorado también es fantasmal, una ciudad cubierta de barro en la que sólo viven putas y que sólo visitan fanáticos religiosos, paramilitares racistas o grasientos guerrilleros mexicanos. Somos muchos los que reivindicamos este western de Corbucci, en ocasiones olvidado pese a que en su momento generó numerosos secuelas falsas u oficiosas y un nombre propio, Django, al que acudían los distribuidores de medio mundo para rebautizar otras producciones que nada tenían que ver..


Si se deciden a ver o recuperar la película, una advertencia. Aquí se estrenó con cinco minutos menos y esa versión es la que ha perdurado en dvd. Lo suyo es acudir a la italiana porque lo cortado suma en contundencia. La escena de los latigazos es más larga y hay algún plano más de depravación en los rostros, también en el estriptís de la prostituta mexicana en la ventana. Cuando el Mayor Jackson se dedica a la caza del hombre, soltando mexicanos a los que disparar mientras huye, aquí se omitió el momento en que dice aburrirse y encarga a sus secuaces que eliminen al resto, en una escena seca y cruda que recarga aún más la tensión. Pero, sobre todo, falta la oreja. Y hablando de Tarantino las orejas son importantes, y más cuando se cortan con cuchillo, se muestran sangrantes a cámara y se meten en la boca de la víctima. Esa oreja, que seguro que se tuvo en cuenta en Reservoir Dogs, se omite en la versión española.


Corbucci, por cierto, dirigió otro eurowestern grandioso, El largo silencio, donde el alemán Klaus Kinsky hacía de (muy pérfido) cazarecompensas. Escribí sobre ella hace eones.

MANDINGO, BAJOS INSTINTOS EN LA PLANTACIÓN
 
Otro de los títulos con es inevitable establecer conexiones es la poderosa Mandingo de Richard Fleischer, películón más que reivindicable y que hay que rescatar con urgencia de las garras de la corrección política, tan dada a meter en el baúl todo lo que le resulta incómodo. Infravalorada en su estreno, fue objeto de polémica y escándalo, acusada de dar una visión zafia del esclavismo y de ser carnaza para los bajos instintos. Vista hoy se descubre no sólo como una película grande e intensa, sino también como el retrato más duro, cruel y despiadado que la cultura pop norteamericana ha dado del inhumano sistema social que subyace en sus cimientos.



Mandingo es un rara avis y una película única, una gran producción de Hollywood alimentada por el espíritu depredador de las explotaciones italianas. Incestos de todo tipo, salvajes peleas de mandingos (es decir, de negros entrenados como perros de presa), tortura, humillación, bajas pasiones, venganzas, sexo interracial consentido o prohibido y multitud de detalles como el uso de niños negros como cura para el reumatismo crónico. Mandingo es un drama sureño atroz y una visión decadente y voluntariamente despojada del glamour con que el viejo Hollywood vistió a Escarlata O’Hara y Rett Buttler.



Por lo que hace a las conexiones con el Django de Tarantino, anotar las obvias peleas de mandingos, la visión poco amigable de los habitantes del Sur, la violencia explícita del sistema o cierta inspiración para el personaje de Leonardo di Caprio a partir de un afrancesado especialista en negros de raza para la lucha. Aún así, se queda lejos precisamente por el uso de la violencia pop y de tebeo. Mandingo es otra cosa, un ejemplo claro de un cine, el de los 70, que se permitió excesos hoy inimaginables. Si se deciden a verla (bueno, deben verla), no está de más avisar que también tiene dos versiones, la cortada y una uncut en la que se potencia un poco más la violencia y, sobre todo, el sexo, desnudos frontales masculinos. Y eso me lleva a una reflexión sobre el cine de Tarantino, que si bien se explaya en la estética de la violencia de ficción, es absolutamente inocuo en temas de carne y fornicio. El cine de Tarantino no tiene tetas, esto es así mal que nos pese.



BOSS NIGGER, EL PISTOLERO DE LA BLAXPLOITATION



Django Freeman no es el primer cazarecompensas negro del Salvaje Oeste, Boss Nigger le precede. Aunque como referente fílmico resulta más basto y menos noble, ahí está en representación del cine de barrio más genuino e inmediato. La película es una serie bé muy bé construida alrededor de un Fred Williamson (todos en pié) decidido a convertirse en el héroe pop y machote de los cines del ghetto, es decir, aún más allá del cine de barrio. De hecho, es la primera en la que acomete labores de guionista y producción, aunque aún no se atreve a dirigir y cede la cámara a Jack Arnold, muy querido por los aficionados al terror de serie b y auténtico estajanovista de la televisión de los 60-70.

Boss Nigger es un bolsilibro del oeste protagonizado por dos cazarecompensas negros; una pareja, la formada por Williamson y su secuaz habitual D'Urville Martin, que visualmente es muy similar a la formada por Jamie Foxx y Christoph Waltz: un negro cool y un compañero bajito, trajeado y charlatán. Tarantino cambia el color de la piel de uno de ellos porque la idea de dos negros matando blancos a caballo es pura fantasía inverosímil, pero el paralelismo subyace más allá que la pareja de Boss Nigger también tiene mucho de involuntarios Quijote y Sancho Panza y que el papel de D’Urville Martin se deja llevar por el humor grueso y no pasa de secundario. Pero ahí están, con sus papeles oficiales en el bolsillo dando carácter oficial a la caza del hombre o incluso con la escena nocturna que abre la película, similar a la de Django

 


Boss Nigger, pese a su condición de cine pulp, menor y sin más pretensiones que entretener a bajo coste a las clases populares, tiene sus detalles de interés. Por ejemplo, rompe con la tradición musical (clásica o de spaguetti) del western y acude al funk como banda sonora (ojo, que Tarantino también incluye un remix hip hop de un tema de James Brown). También corretea por ahí el poder negro, cuando Williamson da una especie de golpe de estado y se autoerige en sheriff de una ciudad blanca y la somete a severas leyes raciales de respeto y obediencia al negro alpha. Para acabar, tiene un final que destila pesimismo y derrota, bastante extraño para una blaxploitation tan de cajón como ésta.



Por cierto, al poner en paralelo Django Unchained y Boss Nigger me doy cuenta de que si hoy tuviera que cambiar algo de Black Super Power, mi ensayo sobre el héroe negro en la cultura popular, sería el poco relieve que doy (poco más de pié de página) al cruce de géneros contranatura entre western y blaxploitation. No supe ver la poderosa y desafiante paradoja que supone trasladar al héroe negro a un noble territorio de ficción donde no tenía cabida. El cazarecompensas negro es una fantasía imposible incrustada en una fantasía de leyenda construida por blancos.

NIGGER CHARLEY Y LA MÍTICA DEL FORAJIDO



Unose años antes de Boss Nigger, en 1972, Fred Williamson ya había protagonizado otro western negro junto a D’Urville Martin: La leyenda de Nigger Charley. A diferencia del posterior cazarecompensas, el protagonista es un negro escapado del sistema esclavista reconvertido en pistolero fugitivo. Ese origen, la plantación, lo comparte con Django Freeman. No sólo eso, su condición de negro liberado por un amo justo antes de su muerte y la posterior negación de esa libertad por parte de los herederos lo llena de heroicidad moral, algo que también está presente en la película de Tarantino (aunque se mate, como se subraya en la escena del disparo lejano a un hombre acompañado de su hijo, un momento que también remite a la fabulosa Sin Perdón).

La leyenda de Nigger Charley, que tuvo secuela (The Soul of Nigger Charley) es una blaxploitation de primera generación, que más que a la serie bé pop se acerca al western crepuscular tradicional. Tiene el detalle de forjar lazos entre un héroe negro y la mítica del forajido fuera de la ley que tanto gusta a la cultura popular norteamericana. Por otro lado, aunque el protagonista deja a su amada en la plantación, se olvida del detalle y nunca acudirá a rescatarla, como sí hace Tarantino.



NEGRO WESTERN


Tampoco es que se pueda decir que el western con negros sea un subgénero poco habitual. Cuando los cambios sociales y la lucha contra la discriminación que marcó la década de los 60 llegó a Hollywood, el western era un territorio mucho más frecuentado que hoy. Jim Brown se estreno de secundario en Río Conchos y luego tuvo un encontronazo interracial con Rachel Welch en 100 Rifles, un western muy divertido y muy polémico en la época por exponer esa relación prohibida (aunque la Welch hacía de inverosímil mestiza piel roja). También protagonizó El Condor, que tengo por aquí para revisar algún (lejano) día.



En los márgenes de la blaxploitation se sitúa Por la senda más dura, un extraño híbrido entre el espagueti (el director era el bueno de Margueriti y se rodó en Canarias) y el western crepuscular norteamericano, el dinero y la producción venía de allí, así como su espectacular trío protagonista, el llamado Rat Pack negro, es decir, Jim Brown, Fred Williamson y Jim Kelly (Operación Dragón). Tampoco está de más citar Sillas de montar calientes, una muy loca comedia de Mel Brooks que debo refrescar con urgencia (aunque recuerdo que había chistes sobre negros a caballo) o, ya cuando en los 90 se produjo un revival del cine afroamericano, Mario Van Peebles dirigió Renegados, filme que vi en su momento y del que poco recuerdo a estas alturas.

Bola Extra: El maestro Jordi Costa también ha escrito un texto muy interesante sobre Django Unchained que comparto por completo (y encima me cita).

13 comentarios:

Anónimo dijo...

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Sisterboy dijo...

Mandingo es una de las películas más duras que he visto nunca, ríete de Funny Games

Ric Reyes dijo...

No sé si tenga usted conocimiento de "Posse" con Mario Van Pebbles

Sisterboy dijo...

Yo recuerdo una también llamada Drum pero esta creo qu era un poco guarrindonga

Ausente66 dijo...

Gracias Ric, la incluí con el título con que se estrenó es España: Renegados.

Ausente66 dijo...

Drum fue la secuela de Mandingo. Lo cierto es que no la he visto, aunque por algún sitio la tengo.

Earl Z. McOons dijo...

Un dato curioso: en la Comic-con, Tarantino aseguró que Django y Broomhilda son los tataratatarabuelos de Shaft, ya que Broomhilda se apellida

Anónimo dijo...

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Muhammad Alí y José Legrá dijo...

KEN NORTON PROTAGONISTA DE MANDINGO Y DRUM FUE UN BOXEADOR DE PESO PESADO

Muhammad Alí y José Legrá dijo...

Tanto "Mandingo " como "Drum " se inspirarón en unas novelas escritas por Kyle Onstoff,dicen que era un pseudonimo de la reina del barrio francés de Nueva Orleans ,hablando de esclavitud en el continente americano aprovecho para recomendar la telenovela brasileña "XICA DA SILVA "ambientada en el Brasil colonial por sus escenas tan lascivas é interraciales fue la 1ª telenovela latinoamericana en ser clasificada para mayores de 18 años .

Robinson de Mantua dijo...

Señor Ausente, una duda que no puedo plantear a nadie más que a usted: ¿La señorita embozada en un trapo rojo, miembro/a de la banda que se encarga del esclavo D'Artagnan, es una referencia que se me escapa? Resulta muy intrigante para lo poco que sale.

Y otra de carambola: verá, soy de provincias, pero me escapé a la capital para verla en versión original y ahí los blancos educados hablan con su dialecto y entonación, los no educados con el suyo, los negros hablan como negros y el alemán con su acento alemán y el registro más formal de todos. Pero al verla de nuevo, en español, en mi ciudad, todos hablan igual salvo, ay, ay, los negros, que dicen "to p'alante" y "m'ha dicho" y cosas así. ¿No le resta eso dignidad al héroe negro? ¿Nos la han metido, ejem, doblada?

Muy agradecido por su atención y su blog, que es puro goce.

Pepa dijo...

Por dios, quién es la encapuchada?

CptMiller dijo...

No sé si será una referencia, pero esa chica es la especialista Zoe Bell que ya apareció en Death Proof