Por si acaso no están ustedes muy duchos, la larga saga fílmica de Godzilla ha tenido varias épocas. La clásica, conocida como Showa y de la que, tras pasar hoy revista a El Terror de Mechagodzilla (Mekagojira no gyakushu , 1975), ya habré revisado por aquí todas las películas (excepto la primera). Pasarán nueve años para reencontrarse con el monstruo en El Retorno de Godzilla (Gojira 1984) que iniciaba la etapa Hensei.
Además de ser la última película Showa de Godzilla, su característica más importante, y buena noticia que lleva aparejada, es que supone el regreso de Akira Ifukube e Ishiro Honda, dos de los cuatro padres de la criatura. El maestro Ifukube retoma sus ya clásicas sinfonías de destrucción pero, además, su presencia resulta vital por el tono de Honda confiere al filme. El antaño genio del color y sentido de la maravilla, quizás triste por el fracaso de su última aportación (La isla de los Monstruos) y consciente de que puede ser el canto de cisne de su criatura radioactiva, nos regala un filme trágico y siniestro, oscuro, que no tiene ni una pizca de gracia. Gracia, claro, entendida como humor. El Terror de Mechagodzilla (editado en dividí hace bien poco como Godzilla contra Mechagodzilla) es un filme triste, posiblemente el más triste de todos, y desencantado. Obviamente, cuando hay señores disfrazados destrozando maquetas, extraterrestres procedentes del Tercer Planeta del Agujero Negro (usease, japos vestidos de plexiglás) y donde la Interpol parece trabajar en exclusiva en la lucha contra UFOS y monstruos, es lógico que hay que matizar esa tristeza. El espectador casual encontrará diálogos y situaciones ridículas, pero el aficionado a la saga percibe cómo la trágedia del Doctor Mafune y su hija Katsura lo embarga todo.
La película es, también, una secuela de la anterior. Había funcionado bien en taquilla y la Toho consideró que Mechagodzilla, la versión robótica y gigante de nuestro saurio favorito, debía aparecer de nuevo. Tras el gigante mecánico de nuevo los extraterrestres de bizarra procedencia antes citados, que de nuevo, por mucho bwahahaha! maligno y altivez elitista, necesitan de colaboración humana: el doctor Mafune, un científico investigador del control mental aplicado a animales que había sido objeto de mofa por parte de sus colegas de profesión al afirmar la existencia de un dinosaurio antidiluviano en la bahía de Ogasawara que podía ser controlado a distancia. Convertido en un lunático resentido, proseguirá sus experimentos provocando un paro cardíaco en su hija adolescente, momento aprovechado con sutileza (hay que ver cómo irrumpen en el laboratoria) por los alienígenas del Agujero Negro para ganarse sus favores salvando la vida a la muchcha con un corazón mecánico y colocando unos cuantos cables y chispas en sus entrañas. Ya sabemos que los extraterrestres siempre necesitan de ayuda humana para mejorar su armamento (Mechagodzilla aún está en reparación desde el anterior encuentro) y apoyo logístico (el dinosaurio submarino, bautizado como Titanosaurius). Por su parte, el científico también ve la destrucción de la raza humana como una oportunidad única para vengar las humillaciones recibidas. Hay que destacar que el Dr. Mafune está encarnado por Akihiko Hirata, probablemente el actor con más presencia en el kaiju clásico que ya en la primera película hiciera de científico bueno a la búsqueda de una solución contra el monstruo radioactivo, el Dr. Sherizawa. Creo que en ese tránsito de científico joven e impetuoso a anciano resentido que marcan ambos personajes hay, en realidad, mucho de Honda, un director luminoso poco reconocido y resentido con el devenir de su criatura.
Pero la verdadera protagonista del filme, antes que monstruos, aliens o mad doctors, es Katsura, la hija del Profesor Mafune. Con parte de su cuerpo artificial, y aún más en el futuro, con poder telepático sobre titanosaurios y con algunas sus células orgánicas formando parte y vínculo con Mechagodzilla, la muchacha, claro, no se siente humana. "Tu corazón está hecho de cables y mecanismos... ¿Quién va a amar a una persona así?" le recuerdan constantemente los pérfidos habitantes del Tercer Planeta del Agujero Negro. Es su trágico romance con un joven científico la que marca el tono triste y desencantado del filme. En realidad, El Terror de Mechagodzilla reduce en un par de magistrales líneas de diálogo todo el meollo de Blade Runner, demostrando que con un par de monstruos gigantes todo entra mejor, incluyendo la metafísica cibernética. "No soy la humana que crees que soy" confesara a su amado en el climax del filme, tapando sus desgarradas y mecánicas entrañas mientras este la abraza. "No temas, auqnue seas una ciborg te sigo queriendo". Y aún así, la historia de amor está condenada al fracaso y sacrificio. Llegados al penúltimo punto y seguido del párrafo, debo destacar un elemento crucial en la historiografía de Godzilla: Tetas. Sí, esta es la película en la que por primera vez podemos ver un par de tetitas, con sus pezoncitos, en el marco que nos ocupa; da buena idea del voluntario alejamiento del tono infantil inmediatamente anterior, aqunque no se me emocionen, el leve destape se produce en la mesa de un quirófano y se aleja, por tanto, del bajo instinto inmediato.
Llegados a este punto de la crónica, deben estar ustedes muy nerviosos. ¿Pero qué coño es esto? ¿Dónde esta Godzilla? Pues sepan ustedes que nuestro saurio radioactivo favorito no aparece hasta el minuto 50 de metraje (para meterle un par de crochets al Titanosaurio) y que Mechagodzilla no se pone en marcha hasta el minuto 57. Aún así el tema monstruil merece la pena. Vayamos por partes.
En primer lugar tenemos al Titanosaurio, al que podríamos definir como "el nuevo que paga la novatada". De hecho, será el último monstruo clásico creado por la Toho y, afortunadamente, supera al King Caesar de la anterior entrega. El bichejo es una especie de tiranosaurio pop de vida anfibia, colorida cresta anarajanda y cola huracanada. Está controlado mentalmente por Katsura y tiene un punto débil: los rayos ultrasónicos (bonito, ¿eh?). Como aliado del mal (y no del amor) tenemos al ya conocido Mechagodzilla y todo el arsenal de fuegos artificiales que le acompaña. Por su parte Godzilla continua con su encantador aspecto de los 70.
Las peleas son ciertamente majas. Hay violencia y sangre, para huir del tono infantil de las últimas entregas, aunque curiosamente la segunda irrupción de Godzilla se produce ante la llamada de auxilio de unos niños (que por desgracia no mueren aplastados por el Titanosaurio). Hay gruas de spaguetti western, destrucción urbana (por fin, de nuevo), cientos de japoneses huyendo despavoridos (ya los echábamos de menos) y momentos en los que el traje de Godzilla arde (sin duda, un riesgo para los actores y que mayormente responden a accidentes de rodaje bien aprovechados). Como novedad destacan los planos contrapicados de los monstruos con los que Honda se recrea de vez en cuando. Por lo que hace al uso de material aprovechado de filmes anteriores, lo hay, claro que sí, pero por una vez está puesto con gusto: un resumen del filme anterior durante los títulos de crédito, imágenes en foto fija del profesor Sherizawa del primer Godzilla para recrear la juventud del Dr. Mifune (recuerden: es el mismo actor), un despiece pop de la pantalla en cuatro partes para remorando la destrucción de la que fueron capaces otros mosntruos (Rodan, King Gidorah y Manda) y, claro, momentos en los que Mechagodzilla despliega todo su arsenal. Y eso es todo amigos. El Terror de Mechagodzilla es un filme triste pero divertido, no exento de lo mejor de kaijus anteriores. Y con esto despido mi querida serie clásica del repaso a la saga. A partir de ahora todo será un pco más diferente. Les dejo con algunas imágenes y carteles de la película.
Contrapicado del Titanosaurio
Flashback en mosaico pop
El saludo de los alienígenas del Tercer Planeta del Agujero negro. Recreense en el hermoso look de su cuartel general, con ese florero luminoso, la tele de pantalla ovalada y demas cachivaches pop.
Emisor de Rayos Ultrasónicos
El cerebro, con células humanas vivas, de Mechagodzilla
Enésimo japones disfrazado de extraterrestre pop. El casco es bonito y quiero uno.
Duelo en la Alta Sierra
En México se llamó MecaKong...
...mientras los italianos seguían confundiendo al gorila con Godzilla
Los norteamericanos, por su parte, metían a King Caesar en el cartel, no me pregunten por qué.
(En anteriores repasos a la filmografía de Godzilla...)