Retomo la vindicación de Joe Maneely con una primera selección de portadas de horror donde el muerto resucitado y su hábitat natural, el camposanto, tienen el protagonismo que le corresponde. De hecho, es una de las grandes temáticas de la ilustración pulp de los tebeos de los 50. Admírense con ese cadáver de la morgue que no deja huir a su víctima, con esa piel humana convertida en guante, con la danza a la que se obliga a una jamona morenaza, con el extraño aplastamiento, con el cadáver paciente y con el resto de impactante dibujos. Como propina una portada con una temática muy poco habitual en el comic book de la época: el espeiritismo. Todas juntas conforman una bellísima galería que demuestra las aptitudes de Maneely para el impacto del horror, su atmósfera siniestra, el humor negro, la podredumbre (no sólo de los muertos). Así como su entintado que es pulcro y nervioso al mismo tiempo.
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