
También se perdieron los 40 rollos originales de la Avaricia de Erich Von Stroheim, aunque ahí ya entraríamos en el terreno del cine maldito, y no me refiero a películas cuyo rodaje haya supuesto una auténtica maldición (Poltergeist, Conquistadores de Mongolia, Vidas Rebeldes), sino a filmes cuyo rodaje se vio envuelto en tantos problemas que no llegaron a buen puerto, se abortaron a la mitad o afectaron de tal manera al filme que este fue condenado al ostracismo. La Hammer empezó a rodar una película sobre el monstruo del Lago Ness, pero los resultados en taquilla de King Kong les tiraron para atrás y la cosa quedó en nada. Y supongo que todos ustedes conocen a Alan Smithee.

No hace mucho escribí por aquí una entrada llamada La Edad de Oro en la que defendía el P2P, el intercambio libre de archivos por la red, porque ha permitido el acceso a cientos de títulos que, si no fuera por quienes toman un viejo vhs, lo digitalizan y ripean (a menudo con laboriosos montajes realizados por mero amor al arte) y lo dejan correr por la red, permanecerían en el más oscuro de los olvidos. Todo ese cine de derribo, tan extravagante y sorprendente como exótico y bizarro, que tanto nos gusta está en pleno proceso de reivindicación en parte por su accesibilidad en la red. Y parte por culpa de Tarantino, claro, a qué nos vamos a engañar. Y aún así hay joyas inencontrables porque están malditas, nadie se acuerda de ellas o se perdieron en el fondo del cajón.
Pero no desesperemos. Precisamente a Tarantino debemos el regreso de la etiqueta grindhouse (que yo no mayormente desconocía pese a haber visto muchas de las películas que engloba) y con ella la sorprendente recuperación de títulos que se daban por desaparecidos, como es el caso de Gone with the Pope o Get your dirty hands off me.
Vayamos con la primera. Duke Mitchell fue una especie de outsider caradura que, tras portagonizar Bela Lugosi Meets the Brooklyn Gorilla y fracasar en el intento de convertirse en un Dean Martin de serie zeta, rodó una simpática, disfrutable y subterránea explotación de El Padrino conocida como Mafia Style Massacre o The Executioner según la fuente (pueden disfrutar del trailer aquí). Pues bien, muerto Mitchell a alguien le dio por rebuscar en sus archivos y encontrar una película que rodó y no pudo estrenar nunca. El argumento de Gone with the Pope no puede ser más delirante: una banda de malechores secuestra al Papa y pide como rescate que cada católico ingrese un dólar en una determinada cuenta. Como ven, el cine de derribo a nada le teme.
La otra recuperación es aún más mítica, y no me atrevo a decir legendaria porque, en realidad, no la vio casi nadie. Get your dirty hands off Me iba a reunir a parte del equipo responsable de El Planeta de los simios para adaptar Dark Races, el pulposo relato del gran Robert E. Howard. Pero la pasta es la pasta. Se tuvo que cambiar a Charlton Heston por un ignoto Perry King, el rodaje en tierras mexicanas se ve que fue un infierno, medio equipo se piró y para acabar la peli Tom Gries, su director, acudió a la zafia financiación europea que todo lo hace exploit. La cinta se convirtio en un gang bang, por acudir a la terminología porno, en el que un porrón de gente metió mano pero ninguno entró a matar.
No sé si la peli se llegó a estrenar o fue a parar directamente al cajón. Les hablo lógicamente de oídas. Se dice que se incluyeron escenas de maltrato animal que no sentaron muy bien, que se insertaron fragmentos procedentes de otras películas (lo cual explicaría por ejemplo la presencia de una joven Laura Gemser) y que la sustitución de medio reparto (muchos desertaron tras el parón financiero) por nuevos personajes convertía el guión en un delirio de derribo colosal. Yo soy muy amigo de este tipo de machambres (lo comentaba ayer mismo); pero es que encima aquí el desfile de rostros de serie bé es goloso (John Saxon, Henry Silva, Barbara Carrera) y hasta contaba con apariciones tan curiosas como las de Carlos Mejía Godoy (¡el de los Palacaguina!) o una Vanessa del Rio haciendo sus pinitos como actriz de reparto antes de dar con sus carnes en la pornografía.
Pues bien, parece que se ha encontrado una copia de la película y que Tarantino anda tan entusiasmado que pretende no sólo rescatarla del olvido sino también distribuirla comercialmente en salas. Una locura, vamos, que permitiría a una película maldita como esta (en todos los aspectos: su director falleció antes de verla terminada) un pasaporte a la posteridad que, probablemente, se merezca.