
Hace unos días me pillé el
número 4 de la revista Delirium: Ciencia Ficción y Fantasía (Bliblioteca del Laberinto, 2009) atraído por el artículo dedicado a
Richar S. Shaver. Luego voy con eso, que es el tema de esta entrada, pero antes déjenme comentar la revista ya que me he encontrado con un número lleno de curiosidades, como fragmentos del folletín
La Atlántida de
Peter Prospero (seudónimo atribuido, con muchas dudas, a
Edgar Allan Poe);
Yo usaba el sostén de la perdición (
I Wore the Brassiere of Doom), un relato procedente del pulp
True Confessions dedicado a íntimas confesiones femeninas (de corte pecado, pena y arrepentimiento) que tiene la gracia de estar firmado por una tal
Sally Theobald y que de nuevo se trataría de un seudónimo, en este caso atribuido a
H.P.Lovecraft (desconozco el crédito del asunto, pero no deja de tener su gracia pensar en el sombrío y misógino genio de Providence escribiendo relatos picantes) (actualización: más sobre el sostén de Lovecraft
aquí); o un repaso biográfico a un personaje la mar de interesante:
Hans Heinz Ewers, que pueden (y deben) leer
aquí (y si se quedan con ganas de más, siempre pueden acudir a su célebre relato
De cómo once chinos devoraron a su novia).
Y ahora vamos con tema, el tema Shaver, que me pone palote y me fascina por igual. Ya he hablado por aquí en varias ocasiones, aunque la principal fue en
esta entrada ya viejuna, mi primer contacto a raíz de la lectura de
El martillo cósmico de
Robert Anton Wilson (la lectura má sinspiradora de mi vida). Vaya por delante que esa entrada se iniciaba con una referencia al filósofo
Raymond Bernard, un tipo que empezó hablando de la menstruación y acabó en Subterránea y la Tierra Hueca, haciendo suyas las historias sobre ovnis infraterrestres que abducían chicas de buen para jugar al bondage en el Centro de la Tierra, meollo del asunto. Descubro, feliz, que su libro sobre la Tierra Hueca puede
descargarse en Scribd en su versión castellana. Yo ya lo he hecho.

Con el tiempo me he dado cuenta de que el oscuro episodio pulp de Richard Shaver tiene una importancia capital, y no sólo porque sirviera de inspiración a
L. Ron Hubbard para convertir una saga de novelitas space opera en religión new age. Recordemos que las historias de Shaver sobre Subterránea se revestían como hechos reales, es decir, ni quería ser ficción fantástica ni tomaba la forma de "manuscrito encontrado" sino que para Shaver mismo se trataba de sucesos reales que él había descubierto (a menudo por intuición esquizofrénica y migrañosa). Su publicación en
Amazing Fantasy supuso un destacable incremento en las ventas, y, lo que es más, un grupo de fieles desbocados. La redacción se llenó de cartas de gente que reconocía las fantásticas historias sobre androides malos venidos del Centro de la Tierra.
Shaver y Palmer
Como es lógico, la cosa llamó la atención de
Ray Palmer, el entonces editor de Amazing Fantasy. En
El hombre que inventó los platillos volantes, artículo que pueden leer
aquí en inglés, se explica que una de las cartas de fans de Shaver recibidas en 1946 era la de un piloto de aviación que vinculaba lo leído con los extraños objetos voladores que había visto al tripular aviones. Ray Palmer, que también se dedicaba a pulir los textos de Shaver (al parecer los manuscritos eran febriles a más no poder), pidió al escritor seguir por ahí, y el resultado fueron más cartas de pilotos hablando de extraños platillos. El editor lo tuvo claro y decidió abrir una nueva revista, la célebre
Fate (aquí una
galería selecta de portadas), primera cabecera con vocación popular dedicada a la ufología y el mundo de lo oculto. El primer número se abría con las célebres declaraciones del piloto
Keneth Arnold que daban por inaugurada la fiebre pOp por los OVNI en 1948.

Rememoremos pues, porque creo que merece la pena: la reacción popular a los cuentos de Shaver, fantasías sci-fi pulp que se pretenden no ficción, provoca el nacimiento de la literatura ufológica y de la primera revista especializada, que poco a poco ampliará su campo de interés a todo lo raro e inexplicable. Los artículos que se publican también adoptan la forma de no ficción (aunque en muchos casos se sabe falsa desde el primer momento). Ergo, y hete aquí lo más interesante: por orígen y desarrollo, debemos considerar ese tipo de literatura una rama más de la ciencia ficción, por mucho que unos (los charlatanes amigos de lo oculto) y otros (los hoy escépticos lectores de ciencia ficción) prefieran olvidarlo.
Estos días se publica en nuestro país, de la mano de La Biblioteca del Laberinto, una de las novelas de Richard Shaver:
Recuerdos de Lemuria. Ni que decir tiene que pienso pillármela de inmediato.