14.12.09

LO DIJO DIOS Y CRUMB LO DIBUJÓ


La lectura del Génesis de Crumb me ha dejado en estado de shock, absolutamente preso del placer e interés que me han poseído durante toda la lectura, y no sólo por el arte de su autor o su forma de acercarse a un libro como la Biblia, sino también por el redescubrimiento que de ésta supone. Dejo anotadas por aquí algunas cosas que he pensado durante su lectura.

1 – Crumb se hizo realista y no nos dimos cuenta. Pues sí. Uno lo lleva leyendo desde su más tierna infancia, desde que se estrenó la película de Bashki que adaptaba al Gato Fritz (que tanto decepcionó a su creador) y que hizo que el par de números que la revista Star dedicara al personaje corrieran por el revistero de casa. Y uno, casi sin querer, habría etiquetado a Crumb como un dibujante que influenciado por los cartoons, los funny animals y Segar había llevado éstos a su terreno contracultural y subterráneo. Incluso cuando se dedica a explicar historias autobiográficas o de inmersión en su psique (ya saben, sus problemas con las mujeres) el elemento slapstick estaba presente. Y así uno no se daba cuenta que la evolución de Crumb hacia el realismo, por muy evidente que fuera en todas esas historias sobre bluesmen de la América profunda, se iba apoderando de su grafismo. Y de golpe una recreación de la Biblia absolutamente realista, en la que Crumb, encima, ha pasado su buen tiempo documentando vestimentas, enseres, casas y paisajes. ¡Se lo imaginan! ¡Crumb documentandose para la verosimilitud histórica!

2 – Y Crumb nos golpeó con un mamotreto. Pues sí, la obra de Crumb siempre había sido obra de extensión breve. Historietas cortas en las que la veintena de páginas ya era una excepción. Y de golpe invierte un lustro de su vida en una adaptación del primer libro de la Biblia de más de doscientas páginas, en el que además se respeta el texto original. Desde el punto de vista del universo crumbiano la desmesura está más en su tamaño que en el hecho de adaptar el libro sagrado de nuestra cultura.


3 – Crumb está en el Génesis. Repasando la obra de Crumb uno se da cuenta de que algunas de sus historietas pueden ponerse en paralelo a este Génesis, más allá de la fascinación por las mujeres poderosas (a ellas me refiero al final). Una es La experiencia religiosa de Philip K. Dick, y no cuesta reconocer en el rostro del genial escritor recreado por Crumb el mismo trance enajenado que posee a los Jacob o Isaac del Génesis. La otra es Psychopathia Sexualis, en la que adapta extractos del libro del Dr. Von Kraft-Ebing en el que el psiquiatra aleman listaba con casos reales todas las variantes prohibidas del deseo sexual. La aproximación de Crumb a La Biblia es la misma que realizó en dicha historieta: plasmar en imágenes el texto original, tal cual, con la única diferencia de no adaptar la totalidad.


4- Compulsión por dibujar. Cualquiera que haya disfrutado el genial documental de Terry Zwigoff sobre el dibujante y repase su Génesis enlazará con la obsesión horror vacui del padre del underground que el filme dejaba tan claro, e incluso pensará en el hermano del dibujante. Recuerden que la película se abría con una demoledora confesión: “Me siento depresivo y suicida si no dibujo”.


5- Redescubrir la Biblia. Es vox populi que el libro sagrado de judaísmo y cristianismo está lleno de incestos, traiciones y violencia. No me había embarcado en una relectura de la Biblia hasta ahora, y la he emprendido de la mano de Crumb nada menos. Y es cierto, aquí hay masacres, venganzas, sexo a espuertas y comportamientos que hoy nos sorprenden. Por ejemplo, el episodio de las hijas de Lot dándole al fornicio con su padre borracho sin que hay aninguna alusión al pecado el incesto, ni castigo ni moraleja, todo sea por la procreación, mientras unas páginas más adelante se condena a Onán por desperdiciar su semilla por amor; o la carrera por los favores sexuales de Jacob en la que compiten sus dos mujeres, aportando hasta a sus esclavas asistentas como prolonngación de sí mismas. Yo pasé catorce años en un colegio religioso, así que las sagradas escrituras y las historias bíblicas formaron parte de mi educación. Mientras leía el Génesis de Crumb muchas, por no decir todas, las historias regresaban a mi memoria con sus detalles. Incluso el episodio de las hijas de Lot, aunque ahora no puedo decir si lo que nos enseñaron era una versión edulcorada en la que sólo emborrachaban al padre o si, por el contrario, era una versión íntegra pero éramos tan pequeños, y sin educación sexual, que no nos enterábamos de nada. Personalmente me inclino por lo segundo ya que nunca entendí esa historia, hasta ahora.


6- Vamos a parir naciones enteras. Una de las cosas que más ha llamado mi atención son esas enormers listas de estirpes y descendientes a los que, de vez en cuando, se les aparece Dios prometiendo tierras y descendencias que serán naciones. Las mujeres de la Biblia paren naciones enteras. Uno no tarda en percatarse del enorme nacionalismo subyacente y en trasladarlo a la actualidad, donde la tierra prometida es aún causa de disputa y violencia. Desde ese punto de vista podemos considerar La Biblia como un libro maldito (ríanse del Necronomicón) del que emana uno de los grandes conflictos de la humanidad y cuyo en cuyo contenido pueden buscar justificaciones irracionales los extremos de ambos bandos. La Biblia justifica, Dios Mediante, la propiedad de una tierra para la que era una nación nómada, y no sólo por el famoso Éxodo de 40 años dando tumbos por la zona con Moises. Los protagonistas del Génesis ya son nómadas que van de un sitio a otro (y en muchos casos generando una enorme riqueza para ellos mismo). Del mismo modo, el afan de Jacob y sus descendientes por enriquecerse, auqnue sea mediante el engaño y la traición, propician también lecturas negativas hacia su etnia.


7- Malditos y despreciables cananitas. Al hilo de lo anterior, una relectura del Antiguo Testamento con el conocimiento de que los cananitas son los actuales palestinos resulta francamente interesante. Los cananitas son los descendientes de Canán, hijo de Cam que a su vez era uno de los hijos de Noé que viendo a su padre durniendo la mona desnudo, en vez de taparle las verguenzas, hace mofa (o no, el matiz no está muy claro) con sus hermanos. Cam es expulsado de la familia y el propio Noé maldice a su inocente nieto (!): “¡Maldito seas Canán! Siervo de los siervos de sus hermanos será!”. Canán, como el resto de sus primos, también se pondrá manos a la obra fornicando para que sus esposas paran naciones, en esta ocasión la nación palestina. Más adelante, Abraham, que habita en tierras cananitas, buscará una prima lejana para evitar que su hijo Isaac se case con una de “las hijas de la tierra que habito”, y la historia se repetirá con Isaac que las considera malas mujeres, y pide a sus hijos Esaú y Jacob “que no tomen mujer de entre las hijas de Canán”. Y mientras tanto Dios se va apareciendo todo el rato con la promesa de que esas tierras serán suyas y para sus descendientes (que serán nación). Por desgracia, Crumb no continuará con el resto de libros del Antiguo Testamento, y yo me quedaré con las ganas de ver a Josué, hijo de Moises y militar de oficio, masacrar a los cananitas en un auténtico genocidio bíblico.


8- Quien tiene un hermano tiene un tesoro. Y ya que estamos con Jacob, resulta sorprendente que el padre de la nación judía, según La Biblia y rebautizado por Dios como Israel, traicione a su hermano mayor al menos un par de veces (una es el famoso plato de lentejas, recuerdan, la otra aprovechando la ceguera de su padre) por un tema de herencias, del mismo modo que luego José será bastante cruel tomando venganza con los hermanos celosos que lo vendieron como esclavo (por cierto, la historia de José tiene una cierta relectura gayer, con eso de que todos sus amos lo convierten en esclavo favorito mientras este rechaza a las mujeres egipcias que le piden sexo).

9- La historia se repite. Otra sensación que he tenido leyendo el Génesis de Crumb es que cada episodio narra una misma historia que se va reescribiendo mejorada. A los Abraham, Isaac, Jacob y José les pasan cosas similares, pero según avanza a la repetición se le añaden más y más sucesos. De hecho, la misma creación del mundo se narra por duplicado, cosa que no recordaba básicamente porque lo que se suele explicar es un refrito de ambas.

10- El matriarcado de las sacerdotisas. Y aquí llegamos, ya para finiquitar esta largo texto sobre esta incontestable obra maestra de la historieta, a uno de los aportes más interesantes que ofrece Crumb en los generosos apuntes finales. Verán, tanto Abraham como Jacob piden a sus esposas que se hagan pasar por hermanas. Sus esposas se acuestan con reyes y estos acaban teniendo que apoquinar riqueza para zanjar el conflicto. Del mismo modo, ambas esposas, Sara y Rebeca, son esteriles y sólo la gracia divina les permite parir en edad muy avanzada. Crumb apunta una lectura feminista en la que ambas eran sumas sacerdotisas, de ahí las ofrendas de los reyes o la obligación de no poder tener descendencia hasta finalizar su mandato sacerdotal. De hecho, Crumb llama la atención sobre una subtrama de conflicto entre matriarcado y patriarcado que alcanza su cota máxima en la rivalidad entre Rebeca e Isaac por beneficiar con la bendición, que es herencia, a uno de sus hijos: el bruto de Esaú o el frágil pero astuto Jacob. La guerra de sexos la acabarán ganando los varones precisamente con José, del que ya he dicho que sospecho era gay (por mucho que también viajase para casarse con sus primas), en una historia donde el poder de las mujeres desaparece en absoluto. Quizá ahí, en la paulatina desaparición de mujeres fuertes, esté el desinterés de Crumb por continuar la historia. Bueno, eso y el titánico esfuerzo que debe haber realizado para parir tamaña obra maestra.

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