4.3.09

WATCHMEN ES KISTCH Y WATCHMEN 2 SERÁ LA REHOSTIA

Ayer pude ver la esperada adaptación fílmica de Watchmen, de estreno inminente. Así que voy al grano y me mojo: Watchmen película mola, y utilizo el término coloquial expresamente, porque mola, o me ha molado, básicamente porque para durar lo que dura yo me lo pasé bien durante la proyección, me distrajo y a ratos incluso la diversión fue importante. A partir de ahí se abre toda una discusión sobre si Watchmen debe limitarse a ser únicamente divertida… aunque para muchos avanzo que no será ni eso, y ya les informo, por si acaso tenían esperanzas, que van a llover hostias por todos los lados y que la polémica que se avecina va a ser la mar de divertida, y por las equivocadas razones de siempre. Continuemos.

Olviden cualquier esperanza, si la tuvieron algún día, de que la película pueda alcanzar la gloria y el ímpetu del tebeo original. Watchmen es inadaptable, no tanto porque el tronco central de la historia no sea trasladable al cine actual sino porque lo de Moore y Gibbons era tan metatebeo que fuera de su medio pierde naturaleza. Pepo Pérez ha publicado un excelente resumen de los méritos del cómic en 13 Millones de Naves, y a él me remito porque en su claridad quedan implícitos los motivos que la convierten en una adaptación imposible. El tebeo marcó un antes y un después en su medio, la película dudo que afecte al actual cine de superhéroes, aunque eso es una cuestión de contexto: en cine no hay inocencia a perder.

A partir de ahí, la película me resulta sorprendente por muchos y variados motivos. El principal es esa extraña mezcla de adaptación visualmente fiel de buena parte de la trama e imágenes más recordadas y, por otro lado, una traición desde el punto de vista del espectáculo que propone. Fiel porque muchas de sus escenas siguen a pié juntillas las recíprocas viñetas, y traición porque Zack Snyder es un cachondo de tomo y lomo que ha sacado a relucir una faceta de Watchmen que a todos se nos escapaba: Watchmen es kistch kitsch. Por no hablar de la doblez ideológica habitual en el director de Amanecer de los Muertos y 300, un tipo que, por cierto, me cae la mar de bien. Igual es que por darle tanta matraca al tebeo original (grapado y por entregas) hemos olvidado que también era divertido y muy loco.

Watchmen película mola (cada vez más según pienso y escribo) porque es una muy disfrutable marcianada. Y así debe tomarse. Un producto imposible que sacará de sus casillas a muchos, estoy seguro. Es una marcianada por mil cosas: introduce el gore con una alegría tan despreocupada que me he visto obligado a rebuscar en el tebeo (sin éxito); da paso a la comedia burra cuando menos te lo esperas (el polvo en la nave, chorro de fuego mediante y a ritmo de Hallelujah va a provocar cortocircuitos); la introducción y selección de temas musicales en algunos caso me ha parecido estupenda (la escena de la represión de las manifestaciones antivigilantes a cargo del Comediante gana enteros con ese tema musical), aunque me consta que el momento 99 red balloons va a desquiciar a muchos; convierte a Ozymandias en un tipo absolutamente glam, un émulo de David Bowie que acude a conciertos de Village People y se saca fotos con ellos (ergo…); o las apariciones de Nixon, que en el tebeo casi ni se perciben en su sobriedad y que aquí resultan exageradas, pura caricatura.

Otra escena que quiero destacar porque me gusta y creo que será de las que despierten mayores lamentos (incluso rasgados de ropa públicos entre los sacralizadores de la obra original) es el rescate de Rorscharch, con Buho Nocturno y Silk Spectre repartiendo hostias por doquier (cual coreanos con martillo), subrayando a lo burro como un tipo gris y anodino, un impotente sexual, se pueda poner como una moto enmascarado y encauchutado en cuero. Como ven, la sutilidad en Watchmen película es una quimera imposible. Hallelujah. También la ominosidad. Para que me entiendan, Watchmen me gusta precisamente porque acaba siendo todo lo contrario que El Caballero Oscuro (a mi juicio, un tostón que pide a gritos algo de sentido del humor).

Mención a parte me merece todo el tema ideológico-político. Hay que tener en cuenta que cuando salió el tebeo existía la URSS. Ahora todo ha cambiado, y aún así la película permanece en el mismo marco cronológico, esos falsos ochenta. Otra opción era imposible. A partir de ahí, Snyder, que también es un cachondo desde el punto de vista de la incorrección político-ideológica, opta por un Ozzymandias implícitamente gay y socialista (además de pacifista y vegetariano, como apunta Rorscharch), y convierte el desastre de Nueva York en una especie de alegoría del 11-S absolutamente delirante. La Zona Zero debe existir para cambiar el mundo. Hallelujah

En resumen, Watchmen es una deliciosa marcianada, a menudo tremendamente fiel, con apuntes paródicos, voluntad desacralizadora y ánimo suicida. Una amalgama que se me antoja incluso extraña, que no esperaba y que, además, creo que funciona muy bien en su irreverencia. Por cierto, lo mejor, de largo, los títulos de crédito iniciales. Una gozada repleta de detalles que habrá que revisar con atención. Y ahora que empiecen las hostias mientras esperamos la secuela. Hallelujah

1 comentario:

Anónimo dijo...

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