2.3.09

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Breakdowns puede traducirse tanto como anomalía o fracaso como análisis detallado, y también como crisis nerviosa. Todas las acepciones, formando un todo en su aparente contradicción, son el código que con que descifrar el álbum homónimo de Art Spiegelman que acaba de editar Mondadori y cuya lectura he disfrutado un montón.


Spiegelman es conocido por Maus, una obviedad que limita la percepción de su trabajo exclusivamente como creador de una de las obras definitivas para el medio... y una lectura cojonudísima cuyo mayor acierto no es tanto la historia de (super)vivencia del padre del artista sino el conflicto paternofilial de fondo. Vale, la obviedad de Maus, decía, pues prefiero referirme a Spiegelman como uno de los cerebros gráficos que estaban tras esa maravilla que eran los cromos de la Pandilla Basura y, en especial, como editor de Raw.


Y es ahí donde la recuperación Breakdowns (una antología de historietas dispersas publicada en 1978) se convierte en necesaria para entender cómo el comix underground, que hacía del feísmo y el mal gusto más que un estandarte, evoluciona con los lustros hacia la esquisitez gráfica (en los mismos términos en que antes se enarbolaba lo sucio). En ese camino la figura de Spiegelman resulta crucial (más que con Maus, me atrevo y todo) y Breakdowns una obra rompedora cuya lectura hoy me parece fascinante: está presente la crudeza del underground primigenio, pero al mismo tiempo hay una ruptura gráfica brutal (simbolizada en un formato que se antoja demencial teniendo en cuenta su procedencia) hacia terriotorios donde el cómic es Arte sin más, y una reflexión/experimentación sobre el medio maravillosa por inmediata. Lo grande es que todo ello es sincero (incluso atormentado) cuando la mayoría de intentos semejantes suelen pecar de impostura, y es hermoso y coherente naciendo, como nace, del caos personal del autor en los 70s y que se explica muy bien en una larga introducción en forma de historieta que ocupa casi tanto como la obra original y que lo explica todo. La hostia, vamos.

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