21.3.09

EL CADÁVER QUE VINO A CENAR

Out of the Shadows 9

Publicada en Out of the Shadows #9 (Standard, 1953), The Corpse that came to Dinner es otra de esas joyitas del horror precode que conviene reivindicar como merece, además de una buena muestra del tono coñón y a lo grandguinol presente en muchas en muchas de las historietas de lo que fue la edad de oro del tebeo de miedo.

The Corpse that Came to Dinner

Antes de desgranar la historia es obligado mencionar que, mientras es guionista es desconicido, el dibujante es nada menos que Reed Crandall, maestro del grafismo realista que brillo especialmente en el terror. Aunque su carrera ya era entonces notable, la historieta de hoy fue de sus primeros escarceos en el género, enseguida pasó a formar parte de las leyendas de la EC y años más tarde fue uno de los puntales de la Warren, con un inquietante estilo que lo acercaba a los grabados decimonónicos.

The Corpse that came to Dinner se inicia con una pareja de recién casados que, regresados del viaje de bodas, descubren que durante su ausencia se ha producido el suicidio de uno de sus más cercanos amigos, durante un tiempo rival amoroso en competición por la hoy esposa.

Al visitar el cementerio para rendirle adiós, el cadáver sale de su tumba. La pareja huye horrorizada del lugar.

Pero al llegar a casa se encuentran al muerto esperando en el sillón de la sala. Les hace responsables de su suicido por el desengaño amoroso que supuso la boda y anuncia que se quedará a vivir con ellos.

Así que tenemos al resucitado comiendo con ellos mientras dice preferir la carne humana,

gastando bromas...

o impidiendo su sueño a base de nocturnos conciertos de percusión zombi.

El punto álgido de la delirante situación llega cuando el resucitado confiesa que ha sustituido la carne guardada en la nevera por carne humana.

La pareja recién casada decide entonces poner fin a la pesadilla y adquirir un veneno vudú para zombis. Liquidado el problema deciden enterrarlo en su tumba.

Es allí donde el obligado final O'Henry hace acto de presencia. Y es que como cantaba Peret no estaba muerto, estaba de parranda: todo era una comedia macabra urdida por un amante despechado que, disfrazado de muerto viviente, había decidido hacer la vida imposible a los recién casados. El problema es que acaba enterrado vivo en su propia, y falsa, tumba.

Más allá del giro final, que en su búsqueda de la sorpresa entra en los peligrosos terrenos del truco o trato al escapar de lo fantástico, destaca en la historieta la irrupción de lo zombi en el ámbito de la vida doméstica cotidiana. La idea de la familia que convive con un zombi ha perdurado en películas como Deathdream de Bob Clark o el Briandead de Peter Jackson, donde se reproduce la escena de la comida familiar con muertos vivientes, y más allá de otro tema siempre presente y con punto de vista más religioso (y católico): la resistencia desprenderse de los seres queridos. Es evidente, pero, que The Corpse that came to Dinner pertence más bien a la rama de raíces protestantes, menos trágica y generosa en humor negro. Pueden leer la historieta completa aquí.

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