5.9.10

EL STEAMPUNK ALMOGÁVAR


Una de las lecturas que más me han entretenido este verano ha sido La locura de Dios de Juan Miguel Aguilera. Atraído por su condición de título puntero de la ciencia-ficción española reciente (distinción merecida), según avanzaba en su lectura me invadía la sensación de que los hechos y personajes históricos estaban ahí para que alguien hiciera una gran aventura con ellos. Aguilera envía al monje científico Ramon Llull de aventuras con los almogávares de Roger de Flor, partiendo del sangriento periplo de éstos por tierras de Bizancio. Crossover ficticio, con mucho de pastiche, entre esos dos elementos históricos, añade otro de legendario: la búsqueda del reino del Preste Juan.

Así, en un principio la historia toma forma de novela histórica que muta a gran odisea épica por tierras remotas para luego tomar forma de ficción steampunk (es decir, tecnología a vapor y dirigibles) con gotas de utopía. El penúltimo clímax final es una gran batalla que uno emparentaría con la Espada y brujería si no fuera porque hay mucho empeño en rehuir la fantasía sin más, buscando la verosimilitud racional. Me explico: la aparición de centauros es más propio de la fantasía pura y dura, pero aquí se busca una explicación alejada de lo mágico o mitológico, dentro de los amplios márgenes de la ciencia-ficción. Ahí juega muy bien la figura de Ramon Llull, sacerdote que se resiste a creer en la magia y opta siempre por la razón científica... pero sacerdote católico medieval al fin y al cabo. Ese contraste entre ciencia y religión está muy bien resuelto y los salvajes almogávares añaden toneladas de cruenta epicidad. También es cierto que en ese penúltimo tramo final se produce una avalancha de fantasía que distancia un poco, y por partida doble. Primero con la abultada lista de ingenios industriales del Reino Perdido y segundo, y de seguido, de luchas contra seres míticos enviados por el abisal villano, el Adversario. Un curioso contraste, paralelo al conflicto religioso del protagonista, pero algo excesivo y con mucho de alucinado viaje interior. Afortunadamente, el desenlace recupera el tono inicial y el buen sabor de boca no se resiente. Lo cierto es que La locura de Dios es un frenético no parar de aventuras y sucesos, sabiamente condimentado de chicha, que por tener tiene hasta intrigas palaciegas, y que yo me zampé la mar de contento.

11 comentarios:

Pernan dijo...

<span>¡Jajajjaaa! ¿De dónde saca usted estas joyas literarias? Me manifiesto fan de la Ciencia Ficción, pero estoy en parvulitos todavía, estoy con Philip K. Dick. Precisamente estaba yo divagando acerca de las diferencias entre los géneros de Fantasía (tipo "El Señor de los Anillos", vamos) y Ciencia  Ficción (que nos lleva al futuro),cuando encuentro éste su blog excelso. Genial!
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absence dijo...

Hombre, leer a K. Dick no es párvulos. Por otro lado la distinción entre fantasía y ciencia-ficción es compleja. La etiqueta genérica de CF es, en realidad, más limitada que el género que contiene.

My name here... dijo...

<span>¿En qué estás pensando...?</span>
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<p>La  historia del Preste Juan es muy interesante. Ya la trató Umberto Eco en "Baudolino", una novela que abunda en datos y detalles eruditos, pero que en conjunto es bastante mala, como cas todas las de Eco, en mi humilde opinión...
</p><p>Por lo que cuenta, esta de Aguilera tiene mejor pinta... Gracias por la recomendación. Un saludo
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Luis Miguez dijo...

<span>Pues no tiene mala pinta, la verdad. Intentaré echarle un ojo, que soy muy dado a estos "descontroles" literarios.
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absence dijo...

No he leido Baudolino, aunque corre por casa, pero disfruté con El nombre de la rosa (años ha) y El péndulo de Focoult. Pero vamos, son opiniones.

José Enrique Viola Nevado dijo...

<span>Interesante novela... Me recuerda dos obras de Juan Perucho. La primera es el Libro de Caballería, en la que el héroe consigue llegar al reino de Preste Juan (que creo que sitúa en Abisinia) y se encuentra con que los habitantes son exclusivamente vegetarianos, no existen animales domésticos, y las bestias de cargas son sustituidas por seres mecánicos.</span>
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<span>El segundo perucho es las Aventuras del Caballero Kosmas, en que este es un especialista bizantino en robótica que se plantea llegar al arte de las máquinas pensantes, que llama cibernética. Puede parecer un disparate, pero consta que en Constantinopla se fabricaban autómatas que funcionaban a vapor, bien que sólo servían para adorno del trono imperial. Lo crean o no el Mundo Antiguo se quedó a las puertas de la Revolución Industrial y si no entró fue porque los esclavos eran un recurso barato y abundante.</span>

<span>Lo de Lullio como simple monje medieval es quedarse muy corto. Su proyecto de fusionar las tres religiones monoteistas es sencillamente revolucionario.  No se puede afirmar que despreciase la magia cuando existen docenas de tratados mágicos atribuidos a su figura. Por lo demás sus esquemas sobre categorías aristotélicas o atributos divinos son completamente inservibles, pero son la base de la cartografía moderna. Hay una extraña senda que comienza en estos diagramas, sigue por los hermetistas del renacimiento, pasa a los jesuitas en el barroco y de ahí inspira a las primeras calculadoras, base de lo que hoy llamamos informática. </span> 

absence dijo...

Cierto que Llull es muy complejo. Por otro lado, el vínculo entre sus diagramas y la informática aparece en la novela.

Eduard Torrents dijo...

¡Qué locura! ¡Utilizar a Ramon Llull como protagonista de una ficción! ...

absence dijo...

Sí, verdad?. Pero... espera un momento... Eduard Torrents dices? :-)

absence dijo...

De hecho, pensé en tu cómic mientras leía la novela.

Eduard Torrents dijo...

:) Me lo apunto a la lista de lecturas pendientes.