19.7.06
TRESCIENTOS TREINTA Y TRES DISCOS PARA AGITAR EL BOOGALOO ENCEFÁLICO # 011/333
Lo cierto es que me resulta muy complejo hablar de esta maravilla. A principios de 1989 pasaba por una especie de crisis existencial respecto a la música de ese momento. No sé. No acababa de encontrar el "grupo actual al que engancharme". En algún sitio (probablemente el Ruta 66) leí una crítica entusiasta de un disco que acababa o estaba a punto de salir de unos tipos de Boston llamados The Pixies. Algo debía haber allí escrito que me impelió a ir rápido a comprarme el vinilo. Sí. Comprar y vinilo. Eran otros tiempos. Lo cierto es que ahí estaba la solución a todas mis dudas. A las dos semanas ya me había hecho con el anterior Surfer Rosa y los había visto en directo por primera vez. En los dos años siguientes escuché este disco cada día. Sólo en casa o acompañado, de juerga, por la calle, en el curro. Absolutamente poseído por los duendes de Bostón. También los ví en directo cinco veces más antes de su rápida disolución. Nunca me defraudaron, todo lo contrario. Y, sin duda, es uno de los cinco grupos que me han marcado profundamente. Es por eso que me resulta tan difícil entrar al detalle. Furia hardcore, pop visionario, spanglish de Puerto Rico, letras marcianas, spaguetti western, surf music, ruido y disonancia, arrebatos de energia desesperada, un Perro Andaluz, riffs subterráneos y discordantes, vitalidad imparable, susurros, arrebatos y alaridos, paseos submarinos, coros mutantes, felicidad ausente, enumeraciones que van del hombre a Dios pasando por el diablo (5, 6, 7), Paco Pico Piedra, La Muñeca, La La Lá. Los Pixies. Me cago en Dios. ¿Imaginan la década siguiente sin que hubieran existido? Hubiera sido una mierda. Gouge Away. Crack Crack Crackity Jones.
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