4.7.13

EPÍSTOLAS LIBRESCAS (III): ¡VERANO!


Buenos días, Absence:

Parece mentira que ya hayan pasado otros dos meses. Casi tanto como lo parece todo lo que ha sucedido librescamente por medio, desde el Día del Libro a la Feria del Libro de Madrid que terminó, para bien, hace a penas dos semanas.Lo que ha significado, como siempre, un enorme número de apuestas, propuestas, ideas y lanzamientos a bulto. Más de cuatro mil entre unas cosas y otras, pero tranquilo, no voy a hablarte de todos esos. Ni siquiera de cien, esta vez he logrado moderarme... Un poquito.

Escoger media docena de destacados para los menos pacientes siempre ofrece una imagen algo lunática de la industria editorial y, por tanto, bastante fiel. Algo así debería pensar el que encuentre en las estanterías de su librería de confianza Cómo hacer bien el mal, del gran Harry Houdini, ed. Capitán Swing. Escritos sobre lo que podríamos considerar los rudimentos de la psicología criminal, desde reflexiones y sugerencias para cometer crímenes a entrevistas con los dos lados de la justicia. Todo eso y, además, una serie de escritos sobre su profesión con explicaciones sobre trucos y reflexiones sobre la misma. Un libro magnífico, como ves.


Otro libro de no ficción que seguro que te interesa -si es que no lo tienes ya- es Crónicas quinquis, ed. Libros del K.O., la recopilación de los artículos que Javier Valenzuela publicaba en El País durante los años ochenta sobre los jovenes de los entornos marginales, sus choques con la justicia, la brutalidad de alguna de sus acciones... Un recuerdo de dónde venimos, qué hemos visto y cómo podemos acabar de nuevo.


Pero pasémonos a la novela, y hagámoslo con el que va a ser uno de los libros del verano: La verdad sobre el caso Harry Quebert de Joel Dicker, ed. Alfaguara, en la que este suizo que escribe en francés monta una novela ambientada en New Hampshire que es todo un triunfo. Cuatro capas diferentes se van uniendo y separando; el encendido lo da una muerte -lo que debería convertir esto en una novela negra- el contrapunto refrescante lo da una sátira del sistema editorial actual pero lo importante, donde mejor se muestra el autor, es en las historias alrededor de esto, la que narra la amistad entre el narrador y su mentor y la que cuenta la vida del pueblecito en el que sucede la acción, Aurora, en el pasado y el presente. Es una muy buena novela,  imperfecta y quizá algo inmadura aún, pero que da gusto más aún que habérsela leído el leérsela.


Sigamos con otro crimen que importa más bien poco al autor, Stephen King, que en Joyland, ed. Random, se marca uno de sus relatos de paso a la edad adulta con un parque de atracciones de fondo y una trama de género negro por detrás para justificar su publicación original en la pequeña editorial Hard Case Crime. Como suele pasar con sus libros de tránsito adolescente es una pieza magnífica. Lástima, eso sí, que la editorial no haya respetado la fantástica portada original. -Y si tienes un momento te recomiendo que te pases por la web de la editorial americana, podrás practicar tu inglés con alguno de los mejores autores encerrados en libros bellos.-


Mucho más fantástico es lo que Manel Loureiro trae en su nuevo libro, El último pasajero, en Planeta, aunque ya no toquen zombies. En su lugar tira hacia una mezcla de aventuras con toques fantásticos y pulp, una gran mezcla como puedes imaginar, algo así como usar a Preston & Child para guionizar una película de Amando de Ossorio. A un tiempo perfectamente internacional y completamente español.


Hablando de sobrenatural, no te puedes hacer a la idea del pedazo de trabajo que acaban de sacar en Satori, se llama Japón sobrenatural. Susurros de la otra orilla y lo escribe Daniel Aguilar que se ha molestado en repasar y recopilar la historia de Lo Sobrenatural en Japón, desde las viejas leyendas hasta las últimas películas, con puntos de vista que van de lo sociológico a la crítica cultural, y todo ello bien ilustrado. Merece la pena el precio y el peso.


No está sólo en su acercamiento al país nipón porque la llegada del Año Dual España-Japón 2013/2014 se va notando un poco en todas partes.Por ejemplo, con el lanzamiento también en Satori de Héroes de la gran pacificación, un repaso bellamente ilustrado con multitud de ejemplos de ukiyo-e de los samuráis de la historia del país. Y también del género fantástico. Quaterni saca Mitos populares de Japón, una colección de historias de Yunios Kaganita y también la recopilación de cuentos fantásticos del gran Okamoto Kido: Fantasmas y Samurais.




Hay que reconocer que el fantástico está tirando muy bien últimamente, cada vez más editoriales se unen a la fiesta, la última de las cuales es Fantascy del grupo Random House. La creación de ese sello les permite englobar autores que ya tenían, como Pratchett, con otros que se traen nuevos. De entrada han fichado a China Mieville, que siempre es un acierto, y nos traen su Embassytown que es de lo mejor que ha sacado últimamente,  y dentro de esos autores que cambian de sello publican La bomba número seis, un recopilatorio de cuentos de Paolo Bacigalupi -sí, el de La chica mecánica- así que bienvenido sea.


Lo que me recuerda que en la colección de Literatura Fantástica de RBA han publicado el siguiente de Alera de Jim Butcher, La furia del aprendiz, y también un Tad Williams que se adentra en eso que han llamado urban fantasy con Las sucias calles del cielo. En cuanto a Ediciones B, sacan un nuevo Caleb Carr, La leyenda de Broken, que sigue los estilos de la fantasía épica. Y es que aquí hay para todos.


Volviendo a Japón, en Planeta, dentro de su sello Booket de bolsillo, han publicado la novela que originó todas las evoluciones posteriores de Battle Royale, obra de Koushun Takami, y a al vez recuperan, Minotauro mediante, Laberinto de muerte de Philip K. Dick y lo último de Christopher Moore, en esa misma editorial, Un lío de mil demonios. Además de eso puedes echarle un ojo a El ladrón cuántico de Hannu Rajaniemi en Alamut, una novela de lo que llaman ciencia ficción dura con un toque de locura y atracos perfectos, perfecta para expandir la consciencia.



También puedes echarle un ojo a los clásicos porque Valdemar ha decidido recuperar a Vernon Lee con El principe Alberico y la Dama Serpiente que reúne 13 relatos góticos de la errante autora británica; otra mujer interesante, Thea von Harbou, ve recuperada la novela Metrópolis gracias a Gallo Nero, permitiéndonos ver los parecidos y diferencias con la magnífica película que sacaría de ella su entonces marido Fritz Lang; y para tener un poco de todo en la Biblioteca del Laberinto Wonder Stories (1929-1936) nos trae la selección de Francisco Arellano de la revista con la que Hugo Gesnback sustituyó su querida Amazing Stories. ¡Pulp del bueno!


Ya que estamos con el fantástico vamos a usarlo de puente para que te hable de una recuperación ampliada que seguro que te suena, la Historia natural de los cuentos de miedo de Rafael Llopis, todo un clásico que Fuentetaja trae desde los años setenta y que, todo sea dicho, quizá hubiera agradecido algún repasito editorial. En cuanto a los nuevos apéndices de Jose Luis Fernández Arellano... bueno, es algo nuevo. Seguimos en ensayo aunque ya no es un asunto fantástico, pero podría serlo, (h)Adas, el libro de Remedios Zafra para Páginas de Espuma, en la que analiza, a medio camino del ensayo más riguroso y la ficción, la historia de Ada Bryon y otras mujeres que han unido la informática, la tecnología, con la creación. Tan interesante como El gran Mónico, de Manuel Lozano Leyva en Debate, una historia casi biográfica de uno de los primeros y más desconocidos inventores españoles de la era eléctrica.


Pero si lo que te ha interesado de (h)Adas es su feminismo, ahora que está ganando más relevancia todo lo que concierne a las mujeres. En Anagrama se han apuntado publicando Cómo ser mujer de Caitlin Moran, un nombre bien conocido en Reino Unido, periodista cultural y satírica, con bastante sentido del humor. En este trabajo repasa lo que ha significado ser mujer durante toda su vida y más especialmente lo que significa a día de hoy. Pero volvamos a la difusión científica porque RBA ha rescatado un texto inédito de David Foster Wallace, Todo y más: Una breve historia del infinito, un repaso al concepto del infinito en sus múltiples posibilidades matemáticas y filosóficas.


Y si quieres seguir por esa mezcla de ciencia y filosofía no te puedes perder el alucinante y alucinado La insurrección invisible de un millón de mentes de Alexander Trocchi en Capitán Swing, autor situacionista que se nos presenta aquí en una rara mezcla de pequeños ensayos y relatos. Aunque si quieres un ejemplo de escritura centrada en los trastornos de la mente échale un ojo a "Escritos sobre genio y locura" de Fernando Pessoa en Acantilado, antología de textos sobre lo que determina que una persona sea un genio, un perturbado o ambas a la vez. Si prefieres otro tipo de perturbados en Ilarion han reunido a diversos autores -escritores, dibujantes, críticos...- nacionales para reflexionar y crear a través de los clásicos de la literatura, y el primer elegido es Moby Dick.


De un clásico a otro porque a Guy Talese le han recuperado sus crónicas deportivas en Alfaguara con el título de El silencio del héroe, demostrando que también el periodismo deportivo se puede hacer bien. Igual que Democracia en venta de Loretta Napoleoni, en Paidós, nos enseña que se pueden sacar libros interesantes sobre la crisis. Y 1688 de Stece Pincus, de nuevo en Acantilado, nos permite sumergirnos en un año, en los sucesos que en él tuvieron lugar y los cambios que se sucedieron. Igual que en 1913. Un año hace cien años, ed. Salamandra, Florian Illies nos muestra con humor y una mezcla de historia y anécdotas lo que han cambiado -o no- los tiempos. Volviendo a Acantilado Nuestro pan de cada día de Predrag Matvejevic es un recorrido histórico y sociopolítico siguiendo el rastro de el pan. Para que te sientas Pulgarcito. Aunque reconozco que mi libro favorito de no ficción de este bimestre es Los sofistas, en Alianza, un recopilatorio de textos y pequeñas semblanzas de los más importantes sofistas y de un par de sus imitadores y trucos favoritos.



Aunque creo que encontrarás más de tu agrado el apartado de biografías, quizá no tanto el bombazo que está siendo la de John Maynard Keynes de Robert Skidelsky en RBA, extenso análisis del conocido economista, como la autobiografía de Assata Shakur, llamada simplemente Una autobiografía, ed. Capitán Swing, en el que la revolucionaria y Pantera Negra cuenta sus luchas, problemas y vivencias.


 Pero me he liado con el ensayo y me he olvidado de hablar de la narrativa, ¡y mira que hay un punto de unión! Porque Tusquets le ha editado a Jon Bilbao que en Shakespeare y la ballena blanca se pregunta qué hubiera ocurrido si El Bardo hubiera tenido la idea de escribir sobre el monstruo Leviatán mucho antes que Melville. Y no es la única novedad con elementos meta porque la siempre activa tribu Malaussène regresa de la mano de Daniel Pennac en Entre moros y cristianos, ed. Debolsillo, y aunque esté lejos de sus primeras incursiones siempre es de agradecer el regreso de esta particular y dinamitera familia. Siguiendo con los libros tenemos a un autor al que conocer es amar, Jorge Ibargüengoitia que en su primera novela, Los relámpagos de agosto, nos traía una construcción y reconstrucción no sólo de las memorias, también de los procesos revolucionarios y el uso de la historia -creíble o creada- como herramienta en mitad de una gozosa sátira. Más amarga pero no menos satírica es Karoo, de Steve Tesich, ed. Seix Barral, la historia de un guionista cínico y hastiado, ocupado arreglando guiones y despreciando a la humanidad, como si hubieran decidido fusionar Mejor... imposible con La conjura de los necios. Otro maestro de la literatura con personajes torturados y un extraño humor es Joseph Heller que en Algo ha pasado, ed. El Aleph, nos ofrece el anverso luminoso y el oscuro reverso del triunfador. Tampoco es más luminosa la Mujer de barro de Joyce Carol Oates en Alfaguara, más cercano a sus obras más humanas, escabrosa como siempre en la historia de una mujer que habiendo sido abandonada de niña parece haberse construido una nueva vida exitosa sólo para ver cómo todo se tambalea.



Por suerte también hay resquicios para la esperanza, como en la turbulenta El señor Fox de Helen Oyeyemi, ed. Acantilado, que mezcla metaliteratura y reconstrucción de los cuentos de hadas con una reflexión sobre el amor. Una distinta a la que realiza Junot Díaz en Así es como la pierdes, ed. Mondadori, en una serie de cuentos sobre el amor y sus problemáticas desde una amplia variedad de premisas, casi como si se quisiera ilustrar las distintas facetas. Algo parecido a lo que Casarse sirve para el sueco August Strindberg, ed. Nórdica, que en esta treintena de cuentos y sus añadidos ofrece una mirada con un especial sentido del humor, o al menos del desparpajo pues de tan cínicos y amargos puede llegar a dudarse que haya una risa más que helada entre las páginas.


Hablando de sentidos del humor especiales, Impedimenta ha traído por fin a España el Enterrado en vida de Arnold Bennett, una comedia a la inglesa que habla del arte, los dobles y la crítica, también del amor, pero ese ya es un tema secundario pudiendo seguir la historia de un hombre que un día es dado por muerto. Algo que quizá parecería más propio de los Cuentos inéditos de Bram Stoker, ed. del Viento, siete relatos de distintos tipos y  materiales, serios y humorísticos, que permiten aumentar la imagen del escritor irlandés. Y de ahí a un falso inglés como es John Lanchester que ha logrado en su novela Capital, ed. Anagrama, darle una vuelta a la narración sobre vidas cruzadas usando un barrio como dentro de la acción y a la tan traída crisis como ominosa presencia amenazadora que transformará a los distintos personajes. -Aprovecho para tomarme una libertad, sé que no es este el lugar de hablar de cómics, y que debería regresar a GenCómics para eso, pero si hay alguien interesado en la historia de las teorías económicas e incluso de la propia economía, que no se pierda Económix de Michael Goodwin con ilustraciones de Dan Burr, en Lunwerg, porque es un trabajo de síntesis y resumen absolutamente magnífico-. Terminaré esta etapa con algo que te gustará sin duda, Motorman de David Ohle, en Periférica, un clásico de la subcultura setentera americana creador de esta mezcla de distopía y paisaje absolutamente actual que camina por el filo de la navaja de la fantasía y la revolución.



Algo parecido a lo que logran dos de las grandes recuperaciones de este bimestre, me refiero a la enormísima Lanark, ed. Marbot, que sin duda decora ya tus estanterías, y al libro de relatos Historias inverosímiles, en general, ed. Rayo Verde, ambos surgidos de la prodigiosa cabeza de Alasdair Gray y con un componente de extrañeza y fantasía alusiva indudable. Igual que son indudables los méritos de El plantador de tabaco de John Barth (Sexto Piso), una obra entre Stern y Voltaire, con una extensión e intención de resonancias cervantinas y, pese a todo, plenamente original.Y siempre hay que citar cuando un traductor se esmera, en este caso Eduardo Lago que se pasó cinco años componiéndola.

Otra recuperación deliciosa, aunque esta haya conocido más ediciones, es la siempre divertida Tres hombres en una barca, por no mencionar que lo edita Blackie Books, de manera que la obra fundamental de Jerome K. Jerome puede llegar una vez más a un público que no espera todos los problemas que una tranquila travesía fluvial puede traer a nuestros tres protagonistas... y su perro. Por cierto, no es la única recuperación notable de Blackie porque también ofrecen la posibilidad de hacerse con Los millones, la primera novela de Santiago Lorenzo. Un libro muy divertido que supongo conoces de sobra. Así que pasemos de español a español con Francisco García Pavón, porque veo menos probable que conocieras La guerra de los dos mil años, ed. Salto de Página, de nuevo una parábola distópica -a la fuerza, y crítica con su tiempo, más extraña aún por ser de un autor tan directo habitualmente. Con Bohumil Hrabal, sin embargo, era más de esperar algo como La pequeña ciudad donde se detuvo el tiempo, ed. Galaxia Gutenberg, una historia sobre cómo las circunstancias pueden cambiar pero eso no significa que las personas tengan que hacerlo. Un pueblecito en el que pasa de todo, desde los nazis a los soviéticos, algo que podría contraponerse a otro de los rescates, El octavo día de Thorton Wilder (Automática), una obra que podría haber sido de género negro pero no lo fue, prefirió centrarse en las familias a las que se le había negado la tranquilidad, la paz, por el crimen que hay detrás.



Si buscas recuperaciones de género negro también las hay, Navona Negra trae una nueva versión de La promesa de Friedrich Durrematt, ese libro imprescindible que se escindió de lo que sería el guión de El cebo tras un montón de historias que no vienen al caso y que muestran un ritmo magnífico y una inesperada penetración psicológica. Toda una clase de novela negra condensada. Y otro maestro del género de regreso con nosotros es Lawrence Block que en Los pecados de nuestros padres, ed. RBA, ve rescatada la primera aventura de Matthew Scudder, igual que la segunda aventura de Parker El hombre que cambió de cara, que Donald Westlake firmó como Richard Stark. Por cierto, no te pierdas a los de RBA que han sacado diez títulos en edición limitada de verano por 12 € entre los que se encuentran títulos tan magníficos como Petirrojo de Jo Nesbo o el clásico entre clásicos, 1280 almas de Jim Thompson.



Pero no todos los títulos de negra han sido rescates aunque pueda parecerlo, En la misma RBA siguen con el Spenser de Robert B. Parker y hoy le toca turno a Dios salve al muchacho. En Navona Negra han sacado el breve texto lleno de criminales El viento y la sangre de M.A. West, y parece que un par de editoriales más han decidido mancharse las manos porque en el grupo Random House tenemos cuatro novedades bien distintas: El misterio de Pont-Aven de Jean-Luc Bannalec, ed. Grijalbo, nos ofrece un escenario clásico con un hostel razonablemente retirado y un turista muerto. Niceville de Carsten Stroud, ed. Plaza & Janés, que une la novela policíaca con las historias de fantasmas al tratar de una extraña desaparición en apariencia inexplicable. Finalmente en Roja & Criminal tenemos dos obras de autores conocidos aunque diferentes, en The Wanderers el responsable de The Wire Richard Price hablaba de las pandillas que a mediados de los años '70 se movían por Nueva York, por contra Tokio, año cero del creador del Red Riding Quartet, David Peace, se centra en el Japón de postguerra -la 2ª Mundial, concretamente- para ofrecer una intriga criminal oscura.



Aún quedan más novelas negras porque El Aleph se ha decidido a sacar un nuevo George Pelecanos, Lo que fue, una historia también con los bajos fondos de los setenta, aunque aquí usados como teatrillo para un grupo de gansters e investigadores que se cruzan y se separan. Pero la otra editorial que parece haber tomado consciencia del género es Anagrama que recupera a Josh Bazell, el de Burlando a la parca, en Wild thing, una novela difícil de catalogar por la cantidad de elementos que mezcla... Imaginad que Preston & Child hubieran decidido que había que mezclar Scooby Doo con Mandíbulas y llenarlo de digresiones suficientes como para llenar a tope unos anexos, esa locura resultante -no se me ocurre otro nombre- es esta novela. Y si loca parece esa Los hermanos Sisters, de Patrick de Witt, no se queda detrás. Centrada en dos matones, con un jefe misterioso detrás, con un camino lleno de encuentros cada uno más extraño que el anterior, como si a fuerza de hacer aparecer personajes singulares se pudiera tratar de canalizar esa idea de versión negra y retorcida de historia del antiguo oeste.


Ya estamos terminando, tranquilo, pero hablar de todo esto me ha hecho recordar dos novedades separadas en juvenil e infantil pero que merecen la pena ser recordadas, una La casa de al lado, obra de tres autores distintos y publicada por Bruño, se mueve entre el suspense y el terror que habita detrás de ese desconocimiento, con una chica que conoce a un chico, su vecino, pero que a la vez sospecha que en esa casa se ocultan cosas muy turbias. La otra es una recuperación, todo un clásico, Ana de las tejas verdes, de Lucy Maud Montgomery, ed. Toromítico, y no creo que necesite presentación tras tantas versiones y adaptaciones como ha tenido.


Pasemos a las artes, primero a la poesía donde tenemos dos novedades curiosas, siendo la primera una encantadora edición del poema de John Keats Lamia (Reino de Cordelia), en edición bilingüe y profusamente ilustrada, un auténtico capricho para consumo propio o regalo; la otra es propiamente dicho una curiosidad, las poesías de Ray Bradbury recopiladas por Salto de Página en Vivo en lo invisible pueden resultar toda una sorpresa por su autor pero dejan bastante claro que no es el género por el que será recordado. Cambiamos de arte porque Nevsky Prospects ha recopilado los Escritos sobre cine del poeta futurista -entre otras cosas- Vladimir Maiakovski, y estos ofrecen interesantes visiones y reflexiones sobre el séptimo arte. En cuanto a la fotografía, tendríamos que hablar de Consigue la foto de John Morris en La Fábrica, una mezcla de memorias y consejos en el que el editor gráfico recuerda, da consejos y anima a todos los fotógrafos. Y en cuanto a la música...



He guardado lo mejor para el final, y este mes creo que estarás conmigo en que ese gran final se lo merece la querida Grace Morales y su libro Mecano 82, ed. Lengua de Trapo, que estudia desde puntos de vista sociológicos en cuanto a su propio impacto y su relación con el entorno -en este caso la llamada Movida como principal microcosmos de cuchilladas- logrando no sólo ofrecer una imagen sobre el grupo que saldría a partir de este álbum sino de toda la escena musical y su proyección recíproca con el país en el que todo esto va pasando.



Al final han salido unos cuantos títulos más de los que yo esperaba, aunque seguimos lejos de esos tres mil. Espero que no te haya aburrido demasiado y sí te haya ayudado a escoger algunas lecturas para estos días. Ya ves que con todo esto de publicar mucho acaba cumpliéndose la revelación de Sturgeon y queda aún algo de crema por encima de esa masa de papel impresa que lo puebla todo. Así que aprovecha y lee todo lo que puedas este verano.

¡Un abrazo!,
Jónatan.

Jónatan Sark es lector compulsivo y librero vocacional. No se me ocurre mejor persona en cuestión de recomendaciones literarias y conocimiento de la actualidad editorial afín a mis gustos. Si no has tenido suficiente (cosa que dudo) con estas recomendaciones, prueba en las entregas anteriores. A continuación, un mosaico Amazon con los libros recomendados. Si te apetece comprarlos desde aquí, me llevo una pequeña comisión que se invierte íntegramente en mi adicción a la lectura. Gracias.

Entregas anteriores:
Epistolas librescas I
Epístolas librescas II (Especial Dïa del libro 2013)
Sark de Oro 2012



 





































3.7.13

DELINCUENCIA JUVENIL Y PROBLEMAS SOCIALES

La lacra de la delincuencia juvenil expresada de manera clara y diáfana. Llego a estas estampas gracias a Andrés Rodelo y no puedo evitar dejar constancia de ellas por aquí como advertencia de los miles de peligros que envuelven a los jóvenes modernos de hoy en día. En nuestras manos está evitarlo.












Nota: desconozco el origen exacto, aunque mi intuición me lleva a publicaciones de carácter religioso. También encuentro a faltar las causas de esta decadencia de nuestra civilización. Cosas como los tebeos, los videojuegos o la violencia audiovisual. Ustedes me entienden.



2.7.13

DINAMICAS TÓXICAS


El Butano Popular se va de vacaciones y para despedir la temporada he escrito un texto generoso en drogas duras, punquis y tornados: La adicción de Mary Poppins. Pueden leerlo aquí.


30.6.13

JIM KELLY: LA QUINTAESENCIA DE LO COOL



Me he despertado con la noticia de la muerte de uno de mis mitos particulares más queridos: Jim Kelly, icono del maridaje entre artes marciales y blaxplotation, quintaesencia del peinado afro perfecto, el funk y la cultura pop más pura y honesta. No se me ocurre mejor homenaje que publicar un extraxto de Black Super Power, mi ensayo sobre el héroe negro, en el que realizo un veloz y entusiasta recorrido por su legado fílmico.


En pleno apogeo, la blaxploitation se convierte en una estética de moda que enriquece todo lo que toca. Así, la primera de las entregas de Roger Moore como tercer Bond, Vive y deja morir (Live and Let Die; Guy Hamilton, 1973), se embadurna de imaginería blax, vudú y la presencia de Yaphet Kotto y Gloria Hendry. Lo mismo sucede con El último hombre vivo (Omega Man; Boris Segal, 1971) adaptación del clásico de la ciencia-ficción Soy Leyenda (Richard Matheson, 1954) con Charlton Heston como protagonista. Y cuando la Warner prepara el definitivo asalto a la gloria de Bruce Lee, enriquece Operación Dragón (Enter the Dragon; Robert Clouse, 1973) con la presencia de un secundario negro tan carismático e icónico como Jim Kelly.
(…)
Jim Kelly, bendecido por la proximidad a Bruce Lee, con su elegancia felina, peinado afro perfecto y reconocida simpatía por los Panteras Negras, es uno de esos actores cuya presencia permanece y adquiere connotaciones icónicas a pesar de una filmografía breve, de progresión decadente y calidad dudosa (siempre desde la perspectiva del canon cinéfilo, claro). Tras el éxito brutal de Operación Dragón, Warner era consciente del potencial de Jim Kelly como actor con tirón para el cine de acción, así que le diseñó un producto a su medida: Cinturón negro (Black Belt Jones; Robert Clouse, 1973).

Siguiendo el camino trazado por Cleopatra Jones (el apellido común no es coincidencia), en Cinturón Negro la Warner infantiliza los argumentos de la blaxploitation al mismo tiempo que aumenta las dosis de espectáculo apto todos los públicos. La historia también saquea sin pudor ni esfuerzo uno de los argumentos universales del cine de artes marciales, la honesta escuela de kung-fú sometida al acoso de los malos, aunque situando ésta en un suburbio de Los Ángeles (ver nota al final del párrafo). El edificio que ocupa dicha escuela es objeto del deseo de la Mafia del Hombre (blanco), así que ésta encarga el tema al pequeño líder criminal de la zona, un negro orondo rodeado de inútiles. El problema es que llegan al rescate un antiguo alumno que trabaja de agente secreto (Jim Nelly) y una hija secreta del viejo y difunto maestro (que recibió lecciones a los tres años de infancia). A ella la encarnaba Gloria Hendry, una de las más hermosas reinas de la blaxploitation además de chica Bond. La película está ahí, repleta de detalles de subcine que provocan su injusta inclusión en algunas listas de las peores películas de la historia: el repeinado Scatman Crothers como imposible maestro anciano de las artes marciales; un grupo de chicas playeras expertas en saltos acrobáticos con cama elástica que ayudarán a asaltar el cuartel general de la Mafia; la batalla final envuelta en la espuma de un túnel de lavado de coches; o uno de los momentos de pareja de enamorados corriendo por la playa más antológicos y deplorables que recuerdo. Esto es así, es cierto, pero el poder visual de Jim Kelly persiste, por mucho que Black Belt Jones sea un subproducto aprovechado y de saldo, puro cine de derribo. La banda sonora sigue siendo de lujo a cargo de Luichi de Jesus y un tema principal compuesto por Dennis Coffey, el mítico guitarrista blanco de la Motown.

Nota al pié: La explosión del cine de artes marciales nace a partir del estreno en Occidente de De profesión: Invencible (Kingboxer; Chang-hwa Jeong, 1972), producción de la Shaw Brothers con distribución internacional de Warner. Luego, Bruce Lee y su leyenda no hicieron más que engrandecer el impacto de un fenómeno mundial que tuvo un curioso efecto multicultural de serie B: la proliferación de escuelas de artes marciales que hermanaba Harlem con Hospitalet de Llobregat, por citar dos satélites urbanos de una gran ciudad.



La carrera de Jim Kelly será, como he dicho, irregular y decadente. Tras Cinturón negro se embarca en un proyecto tan simbólico y comercial como la reunión en una misma película de tres de los actores clave de la blaxploitation. Junto a Jim Brown y Fred Williamson protagoniza Los Demoledores (Three The Hard Way, 1974) bajo las órdenes de Gordon Parks Jr. (el director de Super Fly e hijo, a su vez, del responsable de la saga cinematográfica de Shaft). Es posible poner numerosas pegas a una película como Los demoledores si se visiona desde el punto de vista de la cinefilia estrecha; ahora bien, desde una perspectiva carente de pamplinas es una gozosa serie B de acción y un desparrame de hostias, tiros y explosiones.


El argumento no puede ser más delirante: un productor de soul (Jim Brown) descubre, tras el secuestro de su mujer, que el partido nazi norteamericano prepara exterminar a toda la población afroamericana contaminando los depósitos de agua de las grandes ciudades con una sustancia química que discrimina racialmente y mata sólo a los negros. Ante tamaño desafío, el productor musical, que también es un hombre de acción, contactará con un par de amigos (Fred Williamson y Jim Kelly, claro) para liarla parda.



Los Demoledores es una película muy básica y sin complicaciones, nadie lo niega, hinchada con largas escenas de tránsito de sus personajes (andando, en moto, en coche y hasta en lanchas motoras) a mayor gloria de la banda sonora compuesta por The Impressions y donde destaca la larga secuencia en la que Jim Kelly recorre con su elegancia felina y cool el aeropuerto de Los Ángeles. Otro de los detalles que lo convierten en un filme más fascinante de lo que aparenta es su clara condición de película de superhombres negros; no sólo porque se trate de tres héroes imbatibles y capaces de todo o porque su guión acuda a una trama delirante con villano nazi de opereta (acompañado de un mad doctor para redondear el asunto), sino por su condición de crossover, que es como en los tebeos de superhéroes se llama al cruce de personajes de colecciones distintas. En Los demoledores Jim Brown hace de Jim Brown, Jim Kelly de Jim Kelly y, por supuesto, Fred Williamson de Fred Williamson, haciendo válida mi afirmación anterior según la cual los principales actores de la blaxploitation hacen suyos los atributos de los personajes que interpretan y viceversa. En definitiva, en términos de cine de derribo Los Demoledores hace honor a su nombre.



No sería esta la única aparición del llamado Rat Pack negro, emulando el nombre dado al clan Sinatra. Al año siguiente se reúnen de nuevo para protagonizar, junto a Lee Van Cleef, un tardío eurowestern híbrido e irregular rodado en las Islas Canarias: Por la senda más dura (Take A Hard Ride; Antonio Margheriti, 1975). De nuevo cada uno en su papel: Jim Brown de héroe moral, Fred Williamson de tahúr caradura y a Jim Kelly le toca bailar con la más fea con un delirante papel de piel roja mudo experto en artes marciales. Años más tarde repetirán con una blaxploitation tan fuera de plazo y lugar como Apuesta peligrosa (One Down, Two to Go; Fred Williamson, 1982) y con Richard “Shaft” Roundtree sumándose a la fiesta.



Rat Pack negro al margen, la carrera de Jim Kelly enseguida degeneró hacia el terreno del subproducto de artes marciales con tintes variopintos. En Black Samurai (Al Adamson, 1977) se ponía a las órdenes de uno de los peores directores de la historia (en la tradición de Ed Wood) para adaptar una de las novelas pulp de Marc Orden y su personaje homónimo, el superagente a las órdenes de D.R.A.G.O.N. (Defense Reserve Agency Guardian Of Nations) enfrentado a un supervillano maestro en las artes del vudú y su nutrido ejército de enanos karatekas (nada menos). Kelly repetiría con el charcutero de Al Adamson en Dimensión Mortal (Death Dimension, 1978), otro ejemplo de cine basura disfrutable en su despropósito y en la que el supervillano de turno planea construir una máquina que congelará a la humanidad. Para rematar la carrera de nuestro karateka afro más molón, es justo señalar Hong Kong Connection (The Tattoo Connection; Tso Nam Lee, 1978), genuina producción Made in Hong Kong (con todo lo bueno que eso supone en cuestión de coreografías) que se pretendió falsa secuela de Cinturón negro. Tras sus escarceos por el territorio del subproducto de presupuesto cero, Jim Kelly abandonaría el mundo del cine (aunque de vez en cuando nos alegra con algún cameo) y de las artes marciales para dedicarse al tenis profesional primero como jugador y más tarde como entrenador.


La carrera de Jim Kelly explicita muy bien la decadencia de la blaxploitation y su muerte por combustión espontánea. Tras el ímpetu de su éxito inicial, el subgénero pasa a ser pasto del sector más esquinado de la industria del cine y sus nutridas factorías del subproducto. Ya en sus primeros años proliferaron las coproducciones con el sello de Cirio H. Santiago, el brazo filipino de Roger Corman y la AIP, en películas como Savage! (1973) o TNT Jackson (1974). Un vínculo antinatural que prosiguió con fotocopias malas como Cleopatra Wong (They Call Her Cleopatra Wong; Bobby A. Suarez, 1978) o híbridos de las artes marciales como Bamboo Gods and Iron Men (César Gallardo, 1974) o The Black Panther Of Shaolin (Ernesto Ventura, 1975)31, en la que aparecía otro campeón negro llamado Ron Van Clief, rápidamente fichado por el cine de artes marciales realizado en Hong Kong para participar en una falsa trilogía formada por Black Dragon (Tommy Loo Chung, 1974), ¿Quién Mató a Bruce Lee? (The Black Dragon revenge the Death of Bruce Lee; Tommy Loo Chung, 1975) o El Testamento de Bruce Lee (Black Dragon Fever; Kao Ke, 1979) que lo emparejaba con los célebres clones de Bruce Lee.



28.6.13

TEBEORAMA

Parece que este ha sido un mes de escasa actividad en el Blog. Bueno, desde hace un par de años esto no se actualiza tanto como antes, lo sé, aunque no tan poseso como antes sigo escribiendo. Por ejemplo reseñas de cómics diversos en Gencomics. Y ya que hablamos de cómics, es obligado mencionar a la librería online La Trama, que desde principios de mes esponsoriza este rincón de subcultura sustituyendo la publicidad de Google que copaba la esquina superior izquierda. Estaría bien que la tuvieran en cuenta cuando quieran comprar tebeos; además, no se trata de una librería tradicional sino que los títulos ofertados responden a una selección realizada por sus responsables.

Dicho esto, no está de más enlazar por aquí los cómics que he reseñado en Gencomics las últimas semanas.

Por ejemplo, disfruté como un enano con La Gran Odalisca de Vivés, Ruppert & Mulot, editada por Diábolo. Una delicia pop protagonizada por un equipo de despreocupadas jovenzuelas dedicadas al robo espectacular de obras de arte. Leer más.


Luego está Panorama (Astiberri), la antología sobre novela gráfica española contemporánea en la que Santiago García ha coordinado a treinta de nuestros mejores autores. Está llena de grandes historietas y me atreví a comentarlas una a una. Aquí pueden leerlo.

Y luego tres títulos que no tienen el altísimo nivel de los anteriores pero que me han hecho pasar un rato de lectura más que agradable:


Petrogrado de Philip Gelatt y Tyler Crook (Norma) narra la conspiración para asesinar a Rasputín desde una perspectiva que me encanta: el lado más desangelado de los servicios secretos de información británicos. Una novela gráfica de corte histórico que está realmente bien. Leer más.


Thermae Romae de Mari Yamazaki (Norma). Uno de esos mangas curiosos, originales y adictivos que mezcla viajes en el tiempo, termas romanas y cultura higiénica japonesa. Sí, parece una locura pero es de lo más divertida, e interesante. Leer más.


Feynman, de Ottaviani y Myrick (Norma). No esperaba demasiado de esta biografía del célebre premio Nóbel de Física, pero oigan, acabe zampándomela fascinado por el personaje y algunas de sus anécdotas (en especial las relacionadas con el Proyecto Manhattan). Así que lo cierto es que puedo recomendarla sin problemas. Leer más.

CUANDO KRIPTON ERA UNA DISCOTECA

Visto en las páginas de La Vanguardia de 1979

11.6.13

¿QUIENES SOMOS¿ ¿DE DÓNDE VENIMOS? ¿A DÓNDE VAMOS?


Grandes Verdades de la humanidad de Carlos de Diego, editado por ¡Caramba! es uno de los tebeos más sorprendentes e inauditos que me han arrojado encima en los últimos tiempos. Vaya por delante que sus páginas cuentan con mi participación y que por tanto, mi inexistente objetividad es aún más inexistente en este caso. Carlos de Diego me pidió que le presentara el tebeo, pero que lo hiciera no en vivo y al uso sino desde dentro del tebeo. Y ahí dentro estoy, congelado y presentando el tebeo para toda la eternidad. A Carlos también le entrevisté no hace mucho para Gencomics (leer entrevista), adaptando la entrevista radiofónica, como suelo hacer, y completándola con nuevas preguntas (escuchar audio).

Durante la conversación apareció el tema del humor, atributo algo inexacto para Grandes Verdades de la Humanidad. Al menos en el sentido de humor tradicional o estandarizado. Así que si no es humor sería más bien locura, le dije. La respuesta de Carlos fue la siguiente:
 “como una especie de angustia, ese estado que me gusta trabajar”
 Ahí está la clave de la cuestión. Carlos de Diego forma parte con Carlo Padial (y recientemente Didac Alcaraz) de Los pioneros del Siglo XXI, colectivo que factura videos tremendos, gestiona el caos de Go! Ibiza Go! Y ha estrenado su imprescindible (e indescriptible) largometraje Mi Loco Erasmus. Lo cierto es que Carlos se situa un poco en la sombra y uno no sabe donde acaba Carlo Padial y dónde empieza él, pero su obra es una extraña interzona de humor absurdo y sensaciones incómodas. La angustia del posrumor. A veces creo que se acercan al género del terror y, desde luego, al Apocalipsis interior. Pero no se asusten, que Grandes Verdades de la humanidad es un tebeo divertidísimo, una aventura loca y metafísica que, de nuevo en palabras de su autor:
"como si Hergé se hubiera caído por unas escaleras, dado un golpe muy fuerte en la cabeza y quedado muy tocado". 
Y luego está su arrebatado estilo gráfico, lleno de cabezas hipertrofiadas fruto del recorte de tebeos viejos. Algo muy loco, ya digo.

Grandes Verdades de la Humanidad se presenta el próximo jueves 13 en La Central del Raval de Barcelona. No se lo pierdan, seguro que hay sorpresas inenarrables.

7.6.13

ALBERTO SORDI Y LOS CUENTOS DE CALLEJA



No había enlazado aún por aquí mi última aportación a El Butano Popular: Las Navidades de Pablito Calvo. Una entrega bastante especial porque responde, a su manera, muchas de las cosas que en mis Butanos he ido insinuando sobre mi abuelo materno y sus vínculos con el mundo del cine, empresariales y juerguistas. Lo de los cuentos de Calleja viene, en parte, por los pequeños cuentos ilustrados que regalaban a los comensales del restaurante Set Portes de Barcelona. No sé si aún mantienen la costumbre porque no he regresado desde que la fortuna familiar se esfumó de un día para otro, y de eso han pasado ya algunas décadas. Con lo bien que me vendría ahora.

Aurora Bautista se desnuda, se sube a la mesa y se pone a cuatro patas. Alfredo Mayo, siempre presto, pega un brinco, se planta ahí encima, se baja la bragueta y venga, a darle al fornicio. La anécdota la explica mi abuelo durante la comida familiar y todos nos quedamos un poco patidifusos. El cine español del régimen también tuvo su Hollywood Babilonia, en este caso una fiesta privada tras el estreno de la última producción de Cifesa, o quizá de Chamartín. Y si lo explica mi abuelo debe de ser verdad, porque el mundo del cine es su negocio y su vida.
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1.6.13

HISTORIAS DE LA GUERRA MUNDIAL

Aunque no tanto como antes, la Segunda Guerra Mundial sigue siendo un importante granero para explicar historias de género, también en formato de álbum de cómic franco-belga de toda la vida. Estos días, en Gencómics, he reseñado dos recientes novedades al respecto.



Por un lado, el primer volumen de WW2.2 La otra guerra, titulado La batalla de París. Una ucronía o What if que a partir de un hecho que no sucedió realmente, la muerte de Hitler en 1939, recrea una historia alternativa de la Guerra. Siendo tan correcto como todo álbum francés, tampoco puedo decir que me haya entusiasmado, pero sí entretenido, con el desarrollo de una hipotética batalla de París desde el punto de vista de un grupo de soldados anónimos y que no olvida los rincones oscuros del colaboracionismo. A la espera de leer la segunda entrega, con esa imaginaria alianza hispano-germana para invadir Gibraltar a cargo de Robledo y Toledano (Ken Games), podéis leerme más sobre este cómic aquí.



Lo que sí son palabras mayores es Érase una vez en Francia, una poderosa y trabajada historia, basada en hechos reales, sobre la historia de Joseph Joanivici, un judío analfabeto que se convirtio en el rey mafioso del mercado negro de chatarra antes, durante y después de la ocupación alemana de Francia. Historia de mafias, nazis, sorprendentes vínculos, supervivencia y juego a dos bandas entre colaboracionistas y resistencia. Más datos sobre este buen álbum convertido en best-seller aquí.