11.10.16

CRÓNICAS DE #SITGES2016 (XI): BLAIR WITCH



No formé parte de los entusiastas de The Blair Witch Project pero le reconozco los méritos, y eso que la idea de convertir el clásico manuscrito encontrado de la novela de terror en metraje encontrado era algo que como mínimo ya hizo antes la salvaje Holocausto caníbal, vilipendiada y polémica, pero también menospreciada. De hecho, recuerdo que cuando se estrenó la bruja de Blair original en Sitges, el distribuidor español no dejó que la actriz presentara la película porque le desmontaba la jugada de venderla como filmación real. En fin, que no me entusiasmó pero hay que reconocer que era una película sugerente y, desde luego, una pionera que se adelantó en años al cine low cost de telerealidad, nuevas tecnologías, móvil y youtube cuya influencia aún perdura. Hubo una segunda parte que no llegué a ver, y fue un fracaso, y ahora nos llega una nueva secuela que a priori no pintaba mal al estar firmada por Adam Wingard, que tras los buen rato pasado con The Guest y You’re next se había ganado mi simpatía y voto de confianza, que mantendré pese al decepcionante resultado de esta su nueva película. No empieza mal, con los personajes desplegando un arsenal audiovisual con drones para internarse en el bosque maldito, y tiene al final toda esa pesadilla labríntica espacio-temporal que parece salida de La casa de hojas de Mark Z. Danielewski, pero el recorrido entre ambos puntos es cansino, se llega fatigado y harto de efectismos gratuitos, sustos de estridencia sónica y efectismo facilón. La traición hacia el original es considerable, y no porque aquí la imagen sea HD y antes analógica, sino porque aquella era sugerente y esta todo lo contrario.

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