8.2.07
TRESCIENTOS TREINTA Y TRES DISCOS PARA AGITAR EL BOOGALOO ENCEFÁLICO # 019/333
Las últimas tres semanas me he acercado al concepto total de felicidad ausente gracias a esta maravilla con la que debutaron The Barracudas hace ya unos cuantos años. Irresistible es la palabra, y lo he podido comprobar estos días, paseando por la calle, en el transporte público, en el trabajo, el emepetrés clavado en mis oidos. Necesitando tararear a gritos las canciones, dar brincos, abrirme de patas y menear la cabeza. Y lo he acabado haciendo. Por pura necesidad. Boogaloo encefálico. Un padre de familiar cuarentón despojado de cualquier atisbo de verguenza pública. O doméstica: debieron verme agarrar el micro de absencito y empezar a desgañitarme enajenado. Un tipo anónimo haciendo el imbécil con jovialidad. Pues claro que sí. Felicidad ausente. Y es que lo de este disco es glorioso. Un terremoto pop. Adelantándose en más de un lustro a la explosión neogaragera y en plena resaca de la explosión punk del '77, Jeremy Gluck, Robin Wills y sus amigos consiguieron un imposible. Un disco mítico en el que todas las canciones son para enmarcar. Pulsaron los botones de la máquina de hacer melodías y ejecutaron el resultado con una efervescencia sin igual. Las primeras víctimas de tamaña maravilla fueron precisamente sus insensatos creadores, que jamás pudieron repetir la proeza y se vieron obligados a tirar por otros derroteros rockistas. Y es que, insisto, este debut es muy grande. Un mejunje de power pop emocional (la primera parte del disco, la antaño cara A), surf (la cara bé), y una actitud punk garagera sobrevolando el conjunto que, en sobradas ocasiones, trasciende el puro ejercicio de recrear un pasado pop que no se disfruto. Sí, están los Beach Boys (His Last Summer) pero también los Ramones pasados por un turmix hannabarberesco (Surfers Are Back). Atrévanse a escuchar esa genialidad punk veloz y afilada que es Somebody sin mover un sólo músculo. Déjen que me ría. Ja Ja Ja. Si es que este festival del tarareo es MUY grande, insisto. Plagado de guiños: a los Electric Prunes en I Saw My Death in a Dream Last Night (y su endiablado organillo), a los Sonics en Codeine (más en la actitud chulesca que en la canción en sí, trascendiendo músicas y entrando en el terreno encefálico del asunto). Y vayan sumando: Good Vibrations, Psychotic Reaction, Loiue Loiue... Si es que sólo hay que escuchar I Wish It Could Be 1965 Again para ver lo obvio (como diría el Tones del 2007). Fuzz, melodía, epicidad. Y luego, claro, está el Hit Perfecto: Summer Fun. La canción pop definitiva por la que miles de grupos han vendido su alma al diablo sin recibir nada a cambio. Los Barracudas la tuvieron en sus manos durante un rato y supieron exprimirla como debía. Repitan conmigo: BA-BA!-RA-RA!-CU-CU!-DA-DA!.
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