30.9.05

VAZQUEZ, EL FOTANERO Y YO

En estos momentos mi vida depende del fontanero. Desconozco si podré acudir algún día al Festival de Sitges porque igual coincide con las obras. No tengo agua corriente. Por no hablar del tema económico o del tener que vivir fuera de casa, alejado de mis objetos pajeros y en un hogar, el de mi hermano Mr. Sardinet, en el que por las noches siguen con pasión Hospital Central (creo que ganaría mucho con una subtrama de infección zombi) o esos seres ingratos llamados triunfitos que no me interesan lo más mínimo: cantan y no precisamente el tipo de música que me gusta.

Pero lo importante, lo básico, es que mi calidad de vida depende de EL FONTANERO. Para describir con justicia a este profesional, auténtico ejemplo de que mi abuelo tenía razón cuando me dijo aquello de "te ganarías mejor la vida de lampista que de periodista, eso de la universidad es un atraso, aprende un oficio como Dios manda", nada mejor que el genio del inigualable Vazquez, By Vazquez. Les dejo a continuación una de sus enésimas obras maestras, procedente del Din Dan número 29 (1968). Las cosas no han cambiado mucho desde entonces, por cierto. También me reafirmo que el mejor Vazquez fue el de esa época: ácido y experimental, y si no fíjense en el uso del montaje fotográfico y del tratamiento del cuerpo al más puro estilo monigote. Una delicia.

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Simpsonario (CCC)

Evergreen Terrace

“Evergreen Terrace, la calle en la que viven los Simpson, es también la calle donde vivía yo cuando era niño en Portland, Oregón, y donde también hay calles llamadas Flanders, Kearney, Lovejoy y Quimby.” (Matt Groening)

FLASH MUNDIAL (IV)



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Simpsonario (CCXCIX)

Evento mediático

Durante su campaña electoral Burns organiza una retransmisión en directo desde la casa de los Simpson para mostrarse como un buen candidato amigo de sus empleados; Marge apoya a la candidata opuesta, que simboliza la lealtad y la credibilidad, condiciones con las cuales la mujer de Homer se identifica mágicamente en Dos coches en cada garaje y tres ojos en cada pez.

29.9.05

B-ART : TEBEOS de HORROR de la AVON (I)

eerie_1947


Inicio B-Art dedicado a las portadas de los comic-books de miedo de la editorial Avon. Cuando hace unas semanas colgaba algunas portadas de novelas pulp de la editorial Roberto me recordaba la existencia de estos tebeos. Y son historicamente importantes. Para que se hagan una idea, la portada que preside este texto corresponde, ni más ni menos, que al primer comic-book dedicado a historietas de horror aparecido en los EE.UU. Concretamente en enero de 1947. No he podido localizar contenidos ni autores, y no tuvo continuidad hasta cuatro años más tarde, con una colección que llevaba el mismo nombre, Eerie, y que aguantaría hasta la llegada del comic code. No confundir esta cabecera con el mucho más tardío magazine de la Warren que aquí conocimos como Rufus. La portada es bastante bonita en su clasicismo pulp, con esa morenaza vestida de rojo, atada y aterrada ante la llegada de una especie de Nosferatu.

Las cuatro portadas restantes corresponden a one-shots o números únicos de 1952, en pleno apogeo del tebeo de miedo precode. The Phantom Witch Doctor y Diary of Horror son portadas extrañas, aunque la hembra con camisón transparente del primero resulta de lo más sugerente. Mucho más bonitas son las de City of the Living Dead y The Dead Who Walk. De hecho, los títulos ya son de por sí hermosos desde el punto de vista del gusto ausente (Lo Zombi, ya saben); la combinación entre el espectro salido de la tumba y la muchacha sugerente no suele defraudar. Mi favorita es la de City of The Living Dead: la idea de una dominatrix que, fusta en mano, somete a un muerto viviente resulta de lo más bizarra. Qué tiempos aquellos: entre 1948 y 1954 se llegaron a publicar en EE.UU, más de mil números de tebeos de miedo.


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Simpsonario (CCXCVIII)

Evasión fiscal

Krusty es condenado por evasión fiscal al no declarar un talón de 25 centavos que le había enviado Bart para que se lo devolviera con su autógrafo (episodio Bart, el soplón); en este caso los autores acentúan la paradoja del sistema fiscal americano para el control de las tasas y de las cuentas bancarias. En efecto, Krusty es señalado como uno de los mayores evasores fiscales de la historia de la humanidad, convertido en mediático chivo expiatorio. Pero también es una indirecta lanzada hacia los divos del mundo del espectáculo que, en cuestiones de evasión fiscal, se comportan del mismo modo que el payaso de la ficción animada.

Simpsonario (CCXCVII)

Estilo gráfico

En los primeros episodios no está muy definido, buscando una atenuación de la rigidez, que se perfeccionará solamente a partir de la segunda temporada y poco a poco, con el paso de los años, se acercará a veces, a un estilo demasiado brillante (muy al estilo de Disney). El concepto de estilo gráfico en los dibujos podría diferenciarse del concepto de “design” o diseño en términos de producción: éste último representa la forma unida al contenido o, en otras palabras, el conjunto de significados y significantes, mientras que el estilo gráfico se aproxima más al puro significante o a la belleza de las formas.

28.9.05

SHAOLIN, WU-TANG Y LOS NINJA DECLARAN LA GUERRA AL FUNDIDO EN NEGRO


De nuevo me sumerjo en los delirantes territorios del Kung-Fu Caspa. Y lo hago con uno de los grandes títulos del cine de ninjas. Ni más ni menos que la tremenda Ninja Hunter. El cine de ninjas invadió las despensas del vídeo de saldo de principios de los 80, justo después del boom de las películas sobre los monjes de Shaolín, así que el crossover Shaolín versus Ninjas se convirtió en una modalidad habitual, regalándonos unas cuantas piezas maestras en demencia de bajo presupuesto. La de hoy es una de ellas.

Producción taiwanesa de 1984, resulta complejo describirla en palabras y hacerles una sinopsis detallada. Tengan en cuenta que de los 83 minutos que dura la cosa, al menos 65 son exclusivamente peleas. De las buenas. Magníficas coreografías, agilidad actoral, brío, alegría y mucho desparpajo ninja por cuatro perras, ya saben: saltos increibles, efectos de cable sabiamente dosificados, tipos colgados de los árboles, el ninja-efecto “estoy-aquí-plis-desaparezco”, bombas de humo de colores, armamento bizarro (aros que son casi mini-hulahops, escudos reflactantes). Todo muy estupendo, sí.

Bien. Ya he explicado el 80 % de la película. Pero tal y como manda la Ley de Pareto, el 20 % restante da mucho más trabajo. Y es que los aproximadamente quince minutos restantes se dedican al argumento. Un argumento complejo con más de veinte personajes diferentes. Así que imaginen con qué celeridad las cosas se esbozan y los cambios de escena se suceden a lo duro (y a lo burro), sin un mísero fundido en negro ni cualquier otro tipo signo de puntuación gramatical cinematográfica. Así, pese a lo idiota de la trama, en algunas ocasiones cuesta entender qué coño está pasando y quién coño es este chino saltarín que sale ahora. Para que se hagan una idea, el filme tiene dos partes bien claras: justo a la mitad la acción avanza a un “veinte años después”. Pero es que eso no se dice, ni se funde, ni nada. Una niña se despide de sus padres y sin tregua ni concierto lo siguiente que vemos es una muchacha en edad de merecer rezando en una tumba. El espectador tarda lo suyo en darse cuenta de lo que ha pasado. El hecho de que el resto de personajes (los que siguen vivos) no vean alterados sus rasgos físicos por el paso del tiempo no ayuda demasiado. Y todo eso entre saltos, pataditas y ninjas voladores.

Más o menos la historia sería la siguiente. Abbott White, pérfido monje de la escuela wu-tang (interpretado por un estupendo Jack Long) está hasta los cojones de que los monjes de Shaolin le derroten en combates amistosos, así que para atajar semejante humillación primero secuestrá chinitas (a las que vestira con transparencias para luego absorber su esencia vital en escenas de bondage erótico muy soft: ni una misera tetita) y segundo se aliará con los ninjas, que están liderados por un trío multicolor: el ninja de traje negro, el de blanco y el dorado. Con sus nuevos poderes y amiguitos traicionará la tradiocional alianza entre Wu-Tang y Shaolin.

Así que se produce la caza y exterminio de los monjes, que se ven incapaces de superar a Abbot Whitte y su ejército de ocho ninjas. Se esbozan tramas paralelas, como el intento de asesinato del emperador para que crea que el enemigo es Shaolín o el enfrentamiento entre dos luchadores del templo contra, agárrense, un zombi karateka salido de un botijo. A media película se produce el exterminio casi total, la quema de instalaciones y una niña recibe el encargo de conservar un texto con el secreto de la imparable Técnica del Dedo de Shaolín. Como he dicho, el flashfoward (salto en el tiempo) es pura aberración cinematográfica. Lo cierto es que los personajes entran y salen como Pedro por su casa y uno tiene la sensación de que está ante un buen ejemplo de corta y pega a la china, es decir, el aprovechamiento de metraje de otras películas que hizo famoso a Tomas Tang. Pero no. En serio, todo está rodado para la ocasión aunque no lo parezca. Todo un arte.

El tiempo transcurrido ha servido para que Abbott White continue sangrando doncellas (impagable la escena en que absorbe la menstruación de una muchacha), y la niña esté ya en edad de merecer, entregue el manuscrito a dos hermanos herederos de la tradición de Shaolín y sea raptada por los ninja (pese a la presencia de una protectoras monja voladora). Los dos hermanos se entrenarán como posesos para perfeccionar la Técnica del Dedo de Shaolín, a base de golpear botijos y sandías y la muchacha entregará su cuerpo al pérfido villano para descubrir si éste tiene algún punto débil, no sin antes probar la técnica sexual del Dedo de Wu-tang sobre sus pezones. Lo que sigue a continuación pueden ustedes imaginárselo, al fin y al cabo es la enésima historia china de venganzas. Como ven, quince minutos dedicados con empeño a la parte argumental dan para mucho, y eso que el must de la función son las escenas de artes marciales: las hay para dar y regalar en este fantástico subproducto. Por si no han tenido suficiente les dejo con una breve guía visual del filme. Que ustedes lo disfruten.

(ACTUALIZACIÓN: Viruete me recuerda en los comments la presencia de un ninja que se transforma en peligrosa alfombra voladora. Es cierto)

Abbott White, el malo pérfido y ruín

El malo chupando esencia de doncellas y poniéndose colorado

Un plano curioso

Ninjas en formación

El Ninja blanco y su bigote

El luchador zombi

El Monje de Shaolín contra el ninja dorado

Típica bomba Ninja

Absorbiendo periodos


El duro entrenamiento de la técnica del Dedo de Saholin

El desgaste del dedo contra el botijo

Toqueteo marcial de pezones

La chica buena se entrega: fornicio al estilo Wu-Tang



Los heroicos hermanos listos para el combate final

El Malo se cabrea y las manos se le ponen coloradas

Los buenos las pasan putas

Simpsonario (CCXCVI)

Estética

Estéticamente los Simpson podrían parecer estáticos, aunque ciertamente no tienen nada en común con la falta de inventiva de muchos dibujos animados. De todas formas, el ligero efecto estático de los Simpson concierne exclusivamente a la animación de los personajes ya que, tanto en el cuidado de la escenografía como en el corte de las imágenes, emerge un trabajo de estética perfeccionista que tiene, como legítimos antecesores, los viejos y cuidadísimos dibujos de las majors americanas. En los Simpson la falta de un poco más de brío en el movimiento, que no atañe a los personajes, sino a la animación, se hace casi imperceptible y es substituida brillantemente por el aspecto verbal y por el montaje de estilo cinematográfico. La estética simpsoniana se vale de juegos de palabras espontáneos como si fueran flashes improvisados; en este sentido el cartoon mantiene una estética de cómico distanciamiento y de satírica crítica. En suma, la estética de los Simpson genera una comicidad que proviene sustancialmente de rápidas réplicas, de la caricaturización y, sobre todo, de la combinación de ambas.

27.9.05

PUTA PUBLICIDAD Y PUTO WEBSTATS

Pues sí. Parece que es verdad. Lo acabo de constatar. Mi contador web, el antiguo Nedstats y ahora Webstats, te mete publicidad por el morro y de manera aleatoria. Hijos de puta. Mastercard en el Blog Ausente. Hijos de Puta. Yo me piro y les animo a que hagan lo mismo. Antes me gustaría que me recomendaran un nuevo contador de visitas, ustedes mis lectores que tanto saben. Y si es posible que pueda introducir lo que llevo de momento para conservar el histórico. O algo. Hijos de puta. Será la tercera vez que cambie de contador. Hijos de puta.

LAS ENTRAÑAS DE LA MANSIÓN AUSENTE


Estos días me habrán oido mentar palabras como agua, cañerías, escape, humedades, goteras... Pues aquí tienen al culpable: una instalación de hace treinta años, a base de tuberías empotradas de hierro, que ha pasado a mejor vida. El problema es que se ha de cambiar TODA la instalación y eso implica tiempo, dinero y quebraderos de cabeza. De entrada ya les digo que la cosa está tan malamente que no se puede hacer ningún tipo de arreglillo para ir tirando, es decir, en estos momentos y a saber hasta cuando la Mansión Ausente carece de agua corriente. Así que el panorama es terrible: un niño de quince meses exiliado a casa de su abuela y unos padres que se van a ver oligados a emigrar a casa de algún pariente cercano. Me gustaría que el tema no afectara demasiado al Blog Ausente, pero me da a mí que sí. Y mucho.

SANT-O-RAMA EN TRES ACTOS

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Entre pitos y flautas (y agua, sobre todo agua y cañerías, espero hablar de ello en cualquier momento) este Blog Ausente ha ido arrinconando uno de los temas que se pretenden insignía: el Cine Chatarra Mad Mex, ese alocado y maravilloso mundo de la subcultura pop de serie bé (siendo generosos) mexicana plagado de luchadores enmascarados, jamonas neumáticas y fantaciencia de bolsillo sin complejos.

Debo hacer algo para corregirlo, pero de momento me conformo con este post machambrado en el que reúno algunas cosas recientes que han ido apareciendo por ahí en fechas recientes. Por cierto, y ya que estamos, en el proceso de lavado de cara del Blog Ausente, verán que a la izquierda el apartado de Grandes Temas Ausentes ha ido creciendo poco a poco. La novedad más reciente es la guía de posteos sobre temáticas fílmico chatarreras de ámbito Mad Mex y ahí encontraran todo lo publicado por aquí sobre tan exitante tema. Ojalá la lista se incremente sin demasiada demora. Y dicho esto, pasemos al Sant-O-Rama en tres actos.


PRIMER ACTO

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Lo de las cabezas reducidas es un tema de interés ausente. Hace bien poco Hijo Tonto me recordaba la existencia de un filme del Santo, el Enmascarado de Plata, sobre el tema, concretamente Santo contra los cazadores de cabezas. Película que por desgracia no he tenido el placer de visionar, así que les enlazo a la reseña que en su tiempo apareció en el estuopendo blog temático Pan, Cine y el Santo , no sin antes dejarles por aquí el cartel de la película y un pressbook vintage que he encontrado googleando. La calidad no es muy buena y no se ve gran cosa, cierto, pero al menos se intuye a nuestro héroe en viril postura vestido de explorador amazónico. Y eso ya lo hace indispensable por aquí.

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SEGUNDO ACTO



Han sido tres los amigos que me han advertido de esta joya. Ni más ni menos que una fotonovela protagonizada por el Santo. Una maravilla que me tiene babeante y en la que podemos verle, entre otras cosas, surcar los cielos del Distrito Federal gracias al Sanjet, ni más ni menos que un personalizado cohete de propulsión a chorro. ¡Mola! Prometen nuevas entregas, así que estén atentos (y sobre todo avisen). Yo por mi parte exijo un integral en tapa dura ¡ya!. Y si no miren que linda viñeta les dejo, auténtica síntesis de lo que yo considero arte y placer estético.

(ACTUALIZACIÓN: Descubro demasiado tarde que el link original procede de Higronauta, que encima acaba de cumplir su primer año. Que quede constancia, pues)

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TERCER ACTO

El Dixtópico Alpargatus descubre un impresionante y definitivo documento que andaba suelto por la red, ni más ni menos que el Santo sin máscara. La verdad es que luce como un galán. ¡Quién lo hubiera dicho! Por cierto, Alpargatus ha estrena blog y su inicio me resulta la mar de prometedor. El nombre escogido es hermoso: Friquipedia.

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Simpsonario (CCXCV)

Este

En sentido político, ideológico, cinematográfico: tres aspectos perfectamente sintetizados en Proletario y parásito, imitación exacta de los dibujos animados propagandísticos creados en los países socialistas alrededor de los años sesenta; refinamiento gráfico asociado, por desgracia, a mensajes retóricos y a discursos de índole pedagógica, que a su vez recargan la visión e infunden aburrimiento, tristeza y soledad. En Krusty es Kancelado, este corto sustituye y es una especie de versión checoslovaca de Rasca y Pica, que han sido adquiridos por una cadena de televisión rival. A pesar de que a veces, en EEUU, los autores de los Simpson son tachados de izquierdistas, nos muestran con esta paráfrasis un claro y lógico distanciamiento con los antiguos modelos del Este. Un abanico de colores neopsicodélicos es siempre el mejor antídoto contra la monotonía intelectual de unos dibujos animados partidistas. Mucho mejor un cartoon lúdico que desafíe al mundo. Koniec.

26.9.05

EL BARÓN EN EL MANICOMIO

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Cuando decidí repasar los Frankenstein de la Hammer pensaba que iría mucho más rápido. De hecho, la idea era redactar una especie de mini abezetadario. Pero cuando me percaté de que la revisión de siete películas para redactar un post era un poco suicida en términos burroesféricos, y de que comenzaban a distanciarse los visionados en mi memoria, me salí por la tangente y opté por el más tradicional peli-post-peli-post, y luego quizá ya haya tiempo de arrejuntarlo todo y sacar conclusiones. Ese distanciamiento temporal entre visionado y redacción es una especie de maldición para con este ciclo. Cuando me puse a escribir como un berraco con motivo del primer aniversario del Blog Ausente, reservé un hueco para el filme al que le tocaba el turno: Frankenstein y el Monstruo del Infierno (Frankenstein and the Monster From Hell, 1974). Luego la cosa se ha ido complicando y no encontraba tiempo para redactar. Y me jode que pase tanto tiempo porque mi memoria a veces flaquea y me da la sensación de que por un lado me voy a olvidar de cosas y por otro, de tanto tener las reflexiones dentro y no fuera se van a oxidar y no van a quedar resueltas con frescura, que es lo que intento (y alguna vez creo que hasta y consigo). En fin. Les dejo con algunas notas sobre la peli.

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El último Fisher. Pues sí. El quinto Frankenstein del genio de la Hammer fue su último filme. Tras cuatro años sin dirigir (precisamente desde la estupenda El cerebro de Frankenstein) por culpa de los problemas de salud derivados de un par de atropellos fortuitos. Así que este es el testamento cinematográfico del maestro. Un filme oscuro, claustrofóbico y pesimista no exento, como verán, de un cierto humor negro que en ningún momento logra superar la enfermiza atmósfera del manicomio donde se sitúa la acción. El pesimismo aleja el filme de, por ejemplo, la vitalidad y frescura de The Devils Ride Out, antepenúltimo filme de un Fisher que aquí sigue fascinado por la figura del Barón Frankenstein pero al que se intuye, a ratos, tristeza.

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La historia. Más o menos igual de concisa, directa y consistente que las anteriores. Casi la marca de la casa. Es cierto que si se compara con las precendentes quizá no gane la partida, pero sigue siendo una buena película. Un joven doctor obsesionado con los experimentos del Barón se dedica a jugar con los cadáveres hasta que es detenido y encerrado en un manicomio. Allí descubre que su ídolo se ha convertido en el director en la sombra gracias al chantaje sobre el que formalmente es el encargado de la institución, aficionado a abusar sexualmente de las reclusas y a dilipendiar el presupuesto coleccionando grabados eróticos de época. Una vez descubre la compleja tapadera, no tarda en colaborar en la creación de una nueva criatura. La cosa, claro, se complica, y es que el carácter gafe del Barón hace inevitable que el caos se apodere de sus experimentos.

La continuidad. Ya he comentado en anteriores ocasiones que sólo The Revenge of Frankenstein es una secuela con continuidad respecto a la entrega inmediatamente anterior, y a la sazón prímera de la saga: The Curse of Frankenstein. Los siguientes filmes no tienen relación entre sí e incluso la personalidad del Barón varía de uno a otro. Hay quien quiere ver en Frankenstein y el Monstruo del Infierno la continuación de El Cerebro de Frankenstein, más que nada porque el científico padre de la criatura tiene las manos quemadas a consecuencia del incendio con que terminaba aquella. No estoy de acuerdo porque en esta ocasión se deja muy claro que es la primera vez que el experimento da como resultado una criatura viva, invalidando pues toda continuidad. Las manos quemadas lo atribuyo más bien al siguiente punto.

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Autoreferencia. Quizá para rebajar el tono triste y claustrofóbico del filme, quizá por tratarse de la quinta y última visión fisheriana de los personajes de Mary Shelley, lo cierto es que esta entrega juega a menudo a la autoreferencia, a incluir detalles que remiten a las anteriores. Ya he comentado las manos quemadas del Barón, que además también estaban inútiles para la cirugía en The revenge of Frankenstein. No son las únicas. La famosa imagen de Peter Cushing mirando a través de la enorme lupa de The Curse reaparece aquí con un carácter mucho más manierista y posmoderno: la lupa observa una colección de ojos en formol. También con ojos de por medio, uno de los conservados en formol se mueve para observar a quien lo mira, como ya pasara en The Revenge. De ésta se retoma la idea de que el cuerpo del monstruo traslada al ajeno cerebro trasplantado antiguos hábitos, en esta ocasión el gusto de matar utilizando fragmentos afilados de vidrio. Más cosas: el uso de la extorsión por parte del doctor o de los enfermos del hospital como banco de órganos, y que estos acaben dando rienda suelta a sus instintos mediante el linchamiento grupal son cosas ya vistas con anterioridad. Al margen de la referencia a lo propio: la presencia de un violinista ciego y la melodía musical que le acompaña remite directamente al clásico de Whale La novia de Frankenstein.

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El Barón. Cushing sigue siendo grande pese al horrible peluquín con que aparece en esta ocasión. El personaje, por su parte, continua rico en matices. Aquí se produce una cierta evolución dentro de la misma película. En un principio se muestra como una figura autoritaria que trata con respeto a los enfermos mentales que tiene a su cargo. Impide que el director abuse de las muchachas así como prohibe las torturas y vejaciones de los guardianes celadores. Esta actitud contrasta con el uso de algunos enfermos para sus experimentos. Según avanza la película, el éxito lleva al Barón a la locura, o la hace evidente. La última escena nos muestra a un doctor alejado ya de todo contacto con la realidad.

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El Monstruo. Físicamente horrible. Enorme, feo, deforme. Una especie de gorila inhumano. Su presencia impone y se recuerda, aunque carece de sutilidad. En algunos momentos el disfraz canta un poco. El cuerpo de un psicópata bestial con las manos de un violinista y el cerebro de un matemático. Como es obligado, la criatura es un ser patético que no está de acuerdo con su destino y con su pavoroso aspecto final. El actor que lo interpreta es, por cierto, David Prowse, que ya había hecho de monstruo en Horror of Frankenstein y que tres años más tarde encarnaría al mítico Darth Vader.

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La escena. La criatura bajando al cementerio y desenterrando el cuerpo del matemático del que procede su cerebro trasplantado. Contemplar el propio cadáver. Posmodernidad morbosa.

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La hembra. Hasta este momento el rol femenino era tratado con cierto desprecio y misoginia por parte del Barón y/o Fisher. La mujer como elemento de caos, como metomentodo que provoca el fracaso, como objeto del que abusar, como espíritu freak vengativo. En Monster of Hell la visión es mucho más benigna. Sara, la muda ayudante del Baron, es apodada “El Ángel” por todos los pacientes; un dechado de virtudes que la convierten en un ser intocable para Von Frankenstein. Actuar contra ella significa la frontera hacia la locura sin retorno.

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El Grand Guiñol. El festival de ojos guardados en formol y de cerebros a trasplantar es aquí más generoso que nunca. Hay cierta sorna y humor negro tanto en esos ojos en conserva que miran a quien los observa (un sorprendido agente de policia); en los ojos aumentados por una lupa; en esa dilatación temporal y visual con la que Fisher se recrea mientras sus personajes proceden al serrado de cráneos y al jugueteo con cerebros. Pero la escena grandguiñolesca por excelencia del filme se encuentra al final y son los habitantes del manicomio quienes la protagonizan.

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Simpsonario (CCXCIV)

Estatuas Parlantes

Las de los presidentes americanos, desde un Lincoln atareado con los turistas a un Jefferson pródigo en consejos a Lisa en La familia va a Washington.

CONCURSO DE BANNERS Y CABECERAS: LOS GANADORES

Bueno. Todo tiene un final. Hace ya más de un mes se iniciaba este concurso de diseño para escoger, entre todos, cuál sería la futura cabecera de este Blog Ausente. A las doce de la noche terminaba el plazo de votaciones. Además, no hay sólo un ganador sino que por sorteo se escogían un par más, uno entre los diseñadores y otro entre los votantes.

La respuesta, en segunda ronda de votaciones, ha sido inesperada. Yo pensaba que iba a votar menos gente que en la primera y no ha sido así. Nada menos que 73 personas me han hecho llegar sus votos. Así que no les hago esperar más, el resultado de sus votos ha sido el siguiente:



A : 28,5 votos
B : 18,5 votos
C : 26,0 votos

Así que el ganador es...


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Así pues, felicitemos todos a Casimiro Godzilla y Amanda Gamera, los Lametones de Amor con esa composición de tono anaranjado (no fue la única, un homenaje a la actual que pronto será historia y que nos ha acompañado durante más de un año) con sus invasoras mexicanas, su Godzilla, su robot Archie (al que pronto verán en un B-Art), su Santo enmascarado, su par de Vidas Ajenas y su estupenda tipografía.

Yo, poniendome sincero, debo reconocer que mi preferida era la B, auténtico mosaico que da buena cuenta de la dispersidad de contenidos de derribo que me gusta traer por aquí. Y precisamente es la que menos votos se ha llevado. Pensaba que a estas alturas conocerían mejor mis gustos estéticos. Aunque recuerden que a todas las verán, en un momento u otro, presidiendo este blog. La C también es mágnífica, casi se lleva la victoria, y tiene unas cuantas virtudes que me sorprendieron mucho: la tipográfía, el zombi y la Misty Knight escogidas por Scari Woo eran imágenes que tenía en mente para la cabecera cuando anuncié las bases del concurso. Que además sea una reconstrucción del célebre collage pop de Hamilton aún le dota de mayor enjundia. También es cierto que su tamaño me daba un poco de miedo. De hecho, he pensado un destino mucho mejor para esta imagen. Tiempo al tiempo.

Vayamos con el resto de ganadores de un lote de copias de seguridad ausentes, un muestrario variopinto de las películas habituales por aquí. Primero, el sorteo entre los que presentaron diseños. Diez posibles ganadores. Diez papelitos con un nombre que he introducido en una caja, he agitado y he puesto al alcance de doña absenta (absencito está hoy con su abuela). Y el agraciado ha sido... KEDUME.

Respecto a los votantes, he decidido que cada ronda implicaba un boleto. Así, los que votaron en ambas rondas disponían de dos boletos. Un sorteo entre 128 boletos. Como resultaba un poco complicado he creido que lo mejor era coger un número aleatorio de 7 cifras y reducirlo a los 128 boletos. La operación matemática ha dado por resultado 66 (precisamente uno de mis números favoritos), así que he buscado de quién era el voto 66 introducido en la hoja de cálculo en el que apuntaba quién y a quién votaba. Y el ganador es... JOSEP CALDUCH.

Y eso es todo. Agradecer los muchos y elogiosos comentarios que me han hecho llegar en sus correos y que no he podido responder por motivos obvios. Lo del concurso ha sido algo realmente divertido, así que supongo que cualquier mes de estos se me ocurrirá cualquier cosa. Tendrán más oportunidades de llevarse el lote. La lista de copias de seguridad que obtenidas por los ganadores se comunicará a lo largo de la semana. Si resulta que ya tienen alguna me lo dicen. Tan sólo les pido un par de meses de margen para ir copiando. Sean pacientes.

Ah! Y lo más importante de todo. Ya tengo Banner. Perfecto. Pero... ¡NECESITO ALGUIEN QUE ME AYUDE A COLOCARLO! ¿Los ganadores quizás?

24.9.05

LAS GUERRAS MEGAPAJERAS DE GODZILLA

Citaya Collectables Movie Flyer Scan


Cuando en diciembre del año pasado decidí que el Cincuenta Aniversario de Godzilla era una magnífica oportunidad para repasar todas las películas de Godzilla no había visto ninguno de los títulos pertenecientes a la llamada etapa Millenium. Por si acaso no están al caso, les diré que las veintiocho películas del gran saurio radioactivo pueden agruparse en tres periodos o etapas muy claras: la clásica o Showa (que es la que estoy a punto de finiquitar en mi repaso), la llamada Hensei (que retomaba al personaje en 1985 y lo llevaba hasta la muerte diez años más tarde como preludio al remake norteamericano) y la etapa Millenium, nacida justo después de ese remake y que llega hasta el año pasado, precisamente con la película de la que voy a hablarles enseguida (y que me ha hecho disfrutar de lo lindo, por ir adelantando un poco mi opinión sobre ella), la más reciente de todas: Godzilla Final Wars.

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A la espera de lo que me depare el futuro repaso al más que digno periodo Hensei, yo es que soy muy forofo del Godzilla clásico. Supongo que durante este año de reseñas ha quedado bastante patente. Y eso que a la magia y sentido de la maravilla de sus preciosas primeras películas continuó una decadencia bastante lamentable. De la serie Millenium no puedo decir nada porque hasta hace unos días no había visto ninguno de los títulos que la componen. El avance tecnológico en las telecomunicaciones subculturales es un primor y todas ellas aguardan su turno en mi revisión cronológica. Y aún así no he podido resistir la tentación de visionar Godzilla Final Wars (GFW) nada más aparecer por ahí unos subtítulos en castellano. ¿Y por qué saltarme el orden tan de sopetón? Pues miren, le tenía ganas a la película. No había leído nada sobre ella y me mantenía alejado de cualquier posible reseña o comentario. Tan sólo sabía que era la película que festejaba el aniversario, que salían muchos monstruos y que su director era Ryuhei Kitamura.

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De Kitamura ya les hablé hace un tiempo, cuando me puse de nuevo Versus en casa, un auténtico festival friki que mezcla zombies, samurais y yakuzas. Un realizador excesivo pero muy divertido si le pillas el punto, un pajero de tomo y lomo muy dado a la modernez visual manierista. También les digo que sus Azumi y Sky High guardan cola en mi inacabable pila de filmes pendientes. Y yo, la verdad, me moría de ganas de ver lo que había hecho Kitamura con mi amado Godzilla. El resultado no me ha defraudado lo más mínimo y he disfrutado como un enano con esta revisión megapajera de la etapa clásica, que tiene en cuenta y rinde pleitesía tanto a sus virtudes como a sus defectos. Porque la belleza de Godzilla está ahí, no sólo en la hermosura de Godzilla contra los monstruos, sino también en los engendros de decadencia infantiloide de los 70. Y eso que Kitamura se deja llevar por sus queridos excesos introduciendo cosas la mar de discutibles, pero también la mar de, esto.. sí... pajeras (algún día Tones me cobrará por gastarle el término).

No quiero ni deseo chafarles demasiado el argumento, prefiero que se la miren ustedes un día de estos y se se sumerjan en su ritmo frenético e imparable. Aún así me gustaría describirles un poco lo que van a encontrar en sus dos horas de metraje. Ya de entrada les advierto que, paradójicamente, Godzilla sale relativamente poco, pero es que cuando sale... El monstruo estrella de kaiju japonés está demoledor. Encarna perfectamente eso de ser la cosa más destructiva que hay en la Tierra. Su aliento nuclear resulta más potente que nunca y verle repartiendo estopa contra más de diez monstruos diferentes es un placer casi orgásmico para el fan sin complejos. Además, Godzilla no es un aliado de las fuerzas del bien sino una bestia descontrolada, y si los humanos acuden a él es porque no tienen más remedio que dejar suelto al monstruo para evitar una invasión alienígena. “Si ya no queda nada por destruir es el momento de Godzilla”.

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Sí. He dicho invasión alienígena. ¿Cuántas llevo ya en mi repaso a la etapa clásica? Pues unas cuantas. Puestos a rendir pleitesía a esa etapa el argumento no podía ser otro. De hecho, Godzilla Final Wars es un remake de Los Monstruos Invaden la Tierra y Destroy All Monsters (ésta última ya era una especie de remake de la anterior, como expliqué en su momento). ¿Recuerdan los títulos de mis textos de entonces? Godzilla conoce la space opera y Godzilla monta una fiesta con todos sus amiguitos. Pues Godzilla Final Wars es eso. El tono Space Opera es evidente, pero contemporáneo , con lo que eso significa: acudir a Matrix, Independece Day o X-Men 2, que al fin y al cabo son, en parte, las space operas del nuevo siglo. Y me consta que a más de uno eso le ha supuesto un patatús. A mí no me ha molestado demasiado, aunque reconozco que al final Kitamura se pasa de la raya. Pero claro, es que eso es taaan propio de Kitamura que ya me lo esperaba, el exceso.

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Así que tenemos la típica invasión extraterrestre que utiliza el control remoto de los monstruos. Extraterrestres que se visten de manera ridícula y que tienen un par de líderes que aceptan de buen grado su condición de malos de opereta, como no podía ser de otra manera, y cuya trama se extiende durante buena parte del metraje. Lo mismo que sucedía con la saga clásica. Lo de remitir a taquillazos del cine fantástico hollywoodiense... Bueno. Lo de los ovnis atacando nuestras ciudades mientras su gigantesca nave nodriza sobrevuela nuestro planeta no es una mala imagen, al contrario. Y si es cierto que recuerda Independence Day (dirigida por Emmerich, por cierto), también lo es que remite a decenas de filmes de serie B, y entre ellos Los monstruos invaden la Tierra. Lo de los mutantes y las luchas marciales a lo Matrix... ¿Acaso deben molestar a un pajero sin complejos que una película tenga acción al más puro estilo made in Hong Kong y hasta chulescas persecuciones en moto? Sí, vale, esto es una película de Godzilla, pero a finales de los 60 la serie Showa también remitía al cine de agentes secretos en general y al de James Bond en particular. Nada nuevo en el fondo, aunque es cierto que en su última media hora Kitamura se pasa. Y como he dicho eso tampoco es algo nuevo.

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Pero la trama humana presenta alguna novedad que personalmente me ha encantado, cosa que no suele ser habitual. Básicamente: la presencia de la nave Atoragón y del oficial a su mando, el capitán Gordon. El Atoragón, una especie de submarino volador con punta de torno protagonizó una de las grandes joyas del fantástico nipón (de la mano de Inohiro Honda, claro) aquí estrenada como Atoragon, Agente 04 del Imperio Sumergido. Respecto al Capitán Gordon, interpretado por el occidental Don Frye, inmensa mole procedente del mundo de la lucha profesional, un occidental que es una celebridad en Japón y un pésimo actor que, a pesar de todo, aquí compone un personaje a mi juicio fascinante, un chulo redomado cuyos diálogos (en inglés en la versión original) son siempre para enmarcar, mientras pone caras de tebeo, viste como un oficial soviético (espléndido look que unir al del uniforme de ecos nazis de los mutantes) y al final da rienda suelta al uso de la katana. Sí Sí, como lo oyen, katanas en una película de Godzilla (el fin de semana pasado discutíamos sobre la zinefagia de las katanas, qué cosa, el círculo se cierra). La presencia de este humano es todo un acierto y verle soltar frases como la que le dedica al estereotipado villano líder del Planeta X, “Escucha, chaval, hay dos cosas que no conoces de La Tierra, una soy yo. La otra es... Godzilla”, produjeron momentos de alborozo en la Mansión Ausente.

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Godzilla Final Wars no puede empezar mejor. A un flashback inicial que nos presenta la captura y encierro de Godzilla en el Polo Sur, en clara referencia a la primera secuela de la serie, Godzilla contrataca, continúan unos títulos de crédito fantásticos, al ritmo de la clásica (y enorme) banda sonora compuesta por Ifukube (ojo, el resto de la peli pertenece a Emerson sin Lake and Palmer) y que nos muestran primero un repaso a los menos conocidos monstruos del kaiju japonés para luego centrarse en imágenes del Godzilla clásico. Yo ya estaba en mi sillón relamiendome de placer, y más cuando la cosa continúa con un enfrentamiento entre el Atoragón y la serpiente Manda. Luego se sientan las bases de la trama humana, con la presencia de las fuerzas especiales de defensa de la Tierra, el clásico comando, tan del gusto japonés, formado por humanos y mutantes para luego dejar sueltos a un montón de monstruos por diversas ciudades de La Tierra (como ya pasara en Destroy All Monsters). Un crescendo imparable que se corta de cuajo con la aparición del escalofriante Minilla, el bobalicón hijo de Godzilla, que encima va acompañado de un niño. A más de un purista la cosa le revuelve el estómago. Pero vuelve a tener sentido: rendir pleitesía a la serie clásica también obliga a su presencia, símbolo de la progresiva infantilización de los argumentos y del cambio de bando de su padre, convirtiéndose en un defensor de nuestro planeta amigo de los niños. Échenle la culpa a Gamera y no a Godzilla Final Wars.

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hedorah y ebirah


Y luego están los monstruos. Hasta doce, que son trece, y sin contar a Godzilla. Ya he hablado de Minilla y de Manda. Ebirah, la langosta (o bogavante) de Los Monstruos del Mar, protagoniza uno de los grandes momentos del filme: su enfrentamiento contra el comando mutante, en la que es la mejor escena de combate entre hombres y monstruo que ha tenido la saga. El bueno de Anguiras, esa mezcla de puercoespín y armadillo, está más imponente que nunca, y ya se lo merecía el pobre. En su ataque a territorio chino pega impresionantes saltos, mete frenazos de órdago y se encoge para convertirse en una imparable bola puntiaguda. Rodan también sale muy guapo, al igual que la araña Spiggan y las mantis kamakuras, generadas por ordenador y que a ratos parecen moscardones más que otra cosa. La presencia de Hedorah, la burbuja tóxica, es más episódica pero enmarcada en una hilarante elipsis narrativa. Sin olvidar a Mothra (y sus inseparables gemelas diminutas), la maravillosa polilla multicolor, también resulta bastante maja y consigue dejar algo que a veces no lo quedaba en los títulos clásicos: su fuerza y poder destructivo. Quizá el más ridículo de todos, Minilla a parte, sea King Caesar, esa especie de homínido orejón, un topo Giggio de rostro estulto y machambre aleonada, uno de los monstruos más feos y penosos que ha dado el kaiju. Verle correr y pegar saltos como un karateka no ayuda dmasiado, la verdad. Pero está ahí porque el kaiju clásico a veces también era el de los monstruos de penoso aspecto.

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Mención a parte creo que merecen Gigan, Zilla y el Monstruo X. Del primero, Gigan, especie de gallinácea metalizada de origen espacial que protagonizara como némesis dos de los subproductos de Fukuda, ya dije que como diseño de monstruo siempre me pareció la mar de pop. Aquí le recuperan en dos encarnaciones diferentes y, creo, le hacen bastante justicia. Por su parte Zilla (que por otro lado no deja de jugar el papel de Gorosaurus) es ni más ni menos que el Godzilla del remake norteamericano de Emmerich. A Kitamura le bastan unos pocos minutos para demostrar que, primero, no era un mal monstruo en términos de diseño y destrucción y, segundo, que no sólo no era Godzilla sino que además no es rival para éste. No deja de ser el enésimo acto de justicia poética del filme: el Godzilla del remake no era el original sino simplemente Zilla, al que los de Hollywood confundieron con el mítico, pero aún así pertenece a la saga mal que nos pese. Y del Monstruo X prefiero ahorrarme los comentarios. Por un momento parece tomar el papel del Cibergodzilla de la serie hensei, inspirado en Predator y Alien, pero llegados al final el buen fan encuentra a faltar a alguien... y entonces tachán. No hay que ser muy listo, la verdad.

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Así que insisto, yo me lo he pasado pipa con esta última producción que además de festejar los cincuenta años de la saga pretende dejar descansar al saurio durante algunos años (veremos cuántos); una revisión trepidante y megapajera de la etapa clásica, repleta de guiños. La batalla entre Godzilla y el trío formado por King Caesar, Rodan y Anguilas rememora de manera soberbia aquellos antológicos partidos de tenis destroyer entre monstruos. O la presencia de Akira Takarada, el mejor actor de la saga clásica, que aquí es abducido en pleno vuelo como ya pasara con una princesa en Los monstruos invaden La Tierra. Una princesa encarnada por la actriz Kumi Mizuno que también cuenta con su papel en Godzilla Final Wars. En definitiva, un espectáculo todoterreno que hay que consumir y disfrutar sin complejos y con muchas palomitas. Con sus excesos a lo Matrix (ya dije que al final Kitamura no se controla en este tema) y su imagen de Godzilla avanzando con el Sol Naciente a su espalda. Todo un símbolo. Y si quieren contrastar opiniones siempre se pueden pasar por los foros de Godzilla en Castellano. Las hay de muy interesantes (y hasta contrarias a la mía).

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