
En esta que hemos finiquitado hace un par de días, dejándonos un ocioso vacío, la cosa se liquida con unas cuantas puertas abiertas al futuro. Ese FBI cada vez más deseperado; esa, intuyo, guerra de bandas futura entre New York y New Jersey; ese Ralphie repugnante por el que no daba un duro al inicio de la temporada; los celos de Paulie. Todo eso de cara al futuro. Los que hayan visto la Cuarta Temporada sabrán si voy por el buen camino o no (y no me digan nada, no me interesa saberlo).
Y si eso es el posible futuro, en (mi) presente recién finiquitado quedan un buen puñado de episodios y momentos memorables, como aquel en que Paulie y el sobrino deben dar caza a un boina verde ruso en un bosque nevado (episodio dirigido por Steve Buscemi, por cierto); los avatares de la lámpara con micrófono del FBI, el paralelismo entre el joven Jackie Aprile y el aún adolescente hijo de Tony, cuyos genes mafiosos empiezan a dar saltos. Y luego está el yuyu con los peces cantarines, momento surrealista vinculado al pasado de la serie y que me tiene enamorado. WoW. (¿Obispo Spaulding? ¿me lee? ¿la cuarta...?)
ACTUALIZACIÓN AL CABO DE LAS HORAS: Cielos, me he olvidado de mentar el robo de la pierna ortopédica y quiero que conste en acta tamaña muestra de humor negro.
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