Ayer, al anochecer, sin ilusión, sin ganas, sin poderlo evitar, por rotación, casi por unanimidad, con un único voto en contra (el mío), en la junta anual de propietarios de la finca en que habita la Familia Ausente, el autor de este blog fue nombrado presidente. Las abuelitas Odio (que no Paz) empezaron a relamer sus lenguas bífidas mientras se acariciaban las arrugadas garras. “Hay que cambiar los buzones”. “Hay que pintar el ascensor”. “Hay que tocarle los cojones”.
Yo, por mi parte, pretendo encarar mi mandato con actitud ballardiana, rememorando esa estupenda novela que es Rascacielos, en la que en una escalada de odio y violencia los vecinos de un gran edificio acaban enfrentándose en una cruenta guerra civil sin concesiones. Una gran novela en términos de sociedad borderline por uno de sus grandes visionarios: J.G.Ballard. Aquí les dejo un link donde la desmenuzan a consciencia.
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