14.3.09
13.3.09
INFANCIAS ALTERADAS
Aunque puede verse por otros sitios, he escaneado la esplendorosa portada de Charles Burns para el The Ten-Cent Plague de David Hadju. Para Amazon, la mejor portada de libro del año pasado. No me extraña: si hay alguien capaz de recrear la fascinación juvenil por los tebeos de horror es el autor de Agujero Negro (master piece absoluta sobre la adolescencia). Flanqueado por los retratos de su mascota, de una familia rígida y de Eisenhower, primer presidnete de Atómica, un jovencito es seducido por la violencia grotesca de los tebeos. La portada del ejemplar que lee es una reinterpretación del Weird Mysteries #11 (Key, 1954) y sobre la cama podemos ver otra del ejemplar de The Perfect Crime que, curiosamente, he escogido para ilustrar el anuncio de mi charla en Castellón.Por desgracia, no hubo ninguna cabecera llamada Zombie Romance (pero hubiera sido muy hermoso).
"Soy un ejemplo de lo que les sucede a los chicos que leen cómics de horror."Se lo leo a Burns aquí, aunque lo cierto es que nacido como es en 1955, es decir, justo el año de puesta en marcha de Comic Code, su infancia no se ajustaría a la de la ilustración en esos exactos términos, entre quemas de tebeos y audiencias televisadas. Lo cual no quita que fuera semejante en su infancia, cambiando a Eisenhower por Kennedy o Nixon y los tebeos precode por los de la Warren y similares. Burns inició su obra gráfica al amparo del magazine Raw de Art Spiegelman, nacido en 1948 en Suecia y llegado a los EEUU dos años más tarde. La explosión precode le pillo muy joven, pero aún así le afectó.
La viñeta pertenece a Breakdowns, el álbum cuya edición española recomendaba efusivamente hace pocos días. El contacto de Spiegelman con los tebeos anteriores al code se produjo con inmediata posterioridad. La anécdota no deja de resultar curiosa: como a Art le gustaban los tebeos, su padre (todo lector de Maus sabe que entre otras cosas era un rácano de mucho cuidado) se los compraba a peso en el trapero. Y claro... ¿qué tebeos tenían la consideración de ser (aún más) basura en 1957? Los prohibidos. Los que atentaban contra la América soñada. Los subversivos.
Como ven, esta viñeta de Breakdowns! debe ponerse en paralelo a la portada de Burns con la que he abierto esta entrada, con la diferencia de que esta sí recrea una infancia alterada por los tebeos precode (aunque inmediatamente posterior a la histeria). Spiegelman, en este caso, no recrea las portadas sino que reproduce algunas de las más clásicas y conocidas.
Ayer fui breve en mi anécdota sobre la alarma social. Obviamente había que ponerla en paralelo con la reactivación de la caza de brujas del videojuego. Si a un joven aleman le da un yuyu berserker y propicia una matanza, la culpa es del Counter Strike como antaño lo fue de The Perfect Crime. Pero siempre podemos darle la vuelta al calcetín: Spiegelman y Burns fueron niños de infancia alterada por los tebeos de horror y hoy son artistas clave de la cultura contemporánea; y de los que subvierten, como debe de ser. Estoy seguro de que más de un padre de familia se prestaría a quemar su obra en piras públicas, aunque posiblemente le haría más ilusión hacer lo mismo con los videojuegos porque le respalda la certeza de que son la causa del M.A.L. Mi certeza es otra: el poder de seducción del horror ficticio en clave pOp no produce monstruos sino mentes intelectualmente inquietas, y dentro de pocos años un joven fascinado por los videojuegos creará obras de arte definitivas (y definitorias) del siglo XXI.
Bola Extra: unos tutubos a través de los cuales se puede ver fragmentado un corto de propaganda anti tebeos de los 50s. Las imágenes de los niños falsamente perturbados son impagables. Los tutubos corresponden a fragmentos del documental Comic Book confidential (1988) y de la presentación de Ten Cent Plague a cargo de David Hadju.
12.3.09
AGENDA POLÍTICA Y ALARMA SOCIAL. UN EJEMPLO
En mayo de 1955 el legislativo del estado de Nueva York aprobó una ley que declaraba ilegales y prohibía la venta de todos los cómic books que incluyeran la palabra Sex en su título, para alegría de las numerosas asociaciones civiles y columnistas de prensa que venían reclamándolo desde hacía meses. La palabra Sex no aparecía ni había aparecido nunca en el título de ningún tebeo de la época. Cosas de las alarmas sociales generadas mediáticamente.
Viñeta de Teen-Age Romances #34 (1953)
11.3.09
EL CUNNILINGUS CONTRA EL COMIC BOOK
Leo en The Ten-Cent Plague de David Hadju (lectura más que recomendada, regresaré a él por aquí en cuante lo finiquite) que el mediático y amarillista La seducción del inocente (que también estoy leyendo, en paralelo) de Fredric Wertham no fue el primer libro en cargar contra los comic books. Algunos años antes, en 1949, Gershon Legman también fue a por ellos con Love and Death. No era el primer libro de su autor, que unos años antes ya había publicado una intensa soflama a favor del cunnilingus: Oragenitalism: An Encyclopaedic Outline of Oral Technique in Genital Excitation. Hadju cita todo esto de pasada, como quien no quiere la cosa, pero que alguien que se dedica a defender y propagar el sexo oral cargue luego contra la industria del tebeo me resulta poderosamente excéntrico, y me imagino al tipo como si se tratara de una mezcla entre William Mourton (el padre de Wonder Woman, recuerden) y Fredric Wertham, así que me he puesto a tirar del del hilo a ver qué salía. Esta tarde tenía una entrada ya redectada, pero lo he borrado todo porque he sido incapaz de dejar de escarbar y Legman ha resultado un tipo fascinante: inventor del primer dildo vibrador, homófobo que situaba en el Tercer reich el origen de la liberación gay, pionero de la papiroflexia en Occidente, recopilador de chistes guarros y creador del lema "Haz el amor, no la guerra". Un shock demasiado grande que me ha obligado a abortar el post previsto y dejarlo para un futuro en el que tenga más tiempo.
Les dejo, eso sí, algunos apuntes sobre los tebeos que hacía este hombre y que localizo en Puddles of blood, breve artículo publicado en Time en 1948 sobre la violencia de los tebeos como causa de la delincuencia juvenil, que menta un congreso de psiquiatría dedicado al tema que contó con ponencias tanto de Wertham como de Legman, quien aportó los siguientes datos:
Les dejo, eso sí, algunos apuntes sobre los tebeos que hacía este hombre y que localizo en Puddles of blood, breve artículo publicado en Time en 1948 sobre la violencia de los tebeos como causa de la delincuencia juvenil, que menta un congreso de psiquiatría dedicado al tema que contó con ponencias tanto de Wertham como de Legman, quien aportó los siguientes datos:
“Every year 500,000,000 comic books are printed; the average city child reads ten to a dozen a month. If there is only one scene of violence a page, this gives him a diet of 300 scenes of beating, shooting, strangling, torture and blood per month. Every city child who was six years old in 1938 has by now, Legman figured, absorbed an absolute minimum of 18,000 pictorial beatings, shootings, stranglings, blood puddles and torturings-to-death from comic books alone.”Por si acaso alguno de ustedes no anda ducho en inglés, les hago las cuentas de Legman: un niño lee doce tebeos al mes, si cada página incluye una escena violenta, al cabo de cinco años ese niño habrá absorbido 18000 imágenes violentas. Una exageración como una casa ya que parte del erróneo supuesto de que todos los tebeos eran violentos. Aún así, lo que me parecía una muestra de proto corrección política por parte de un marxita amigo del sexo oral tiene más chicha de lo que aparenta, pero debo dejarlo aquí porque no puedo extenderme al respecto. A ver si encuentro un hueco pronto.
10.3.09
7.3.09
¿DÓNDE ESTÁ MI MOCHILA VOLADORA?

Tardé lo mío en pillar la frase que el Dr. Repronto escribe en la pizarra.
En paralelo: recuerden la realidad de Atómica.
6.3.09
CALIBRE 22 COMO UNA OLLA
El falo como símbolo es un icono muy poderoso y el pOp (Freud mediante) lo sabe. Su presencia es rastreable hasta el infinito ( ¡y más allá!) y los hallazgos numerosos. Aún así, la imagen de arriba me arrebata: una llamada publicitaria en la que la bala (de cobertura dorada) remite al falo. Prueben a abrir la imagen en grande en la oficina, notarán a su espalda miradas sorprendidas y se convertirá usted en un adicto al sexo que consulta por internet utensilios para entretenimientos lúdicos (de pareja o solitarios).
La pistola y el rifle como extensiones viriles son un clásico de lo pOp pero la munición, por su tamaño, quedaba excluida. El acierto del anuncio de la golden bullet de calibre 22 es aumentar ese tamaño hasta convertirlo en un símbolo fálico tan potente como los cohetes y misiles a los que son tan dados a atar a las doncellas en los tebeos precodes y en el pulp. Mujeres hermosas obligadas a agarrarse al falo para ser lanzadas al espacio, lugar donde verán las estrellas. ¡WoW!.
Otro de los elementos de nuestro anuncio de calibre 22 es su destino: el público varón (Bueno, eso era antes de Sarah Palin, pero bueno). Si bien el artículo para el hogar puede tener como perfecto destinatario al target masculino que busca qué ofrendar a su pareja (remito al enlace anteriro), la idea de convertir un juego de sartenes, ollas y cacerolas en otra llamada fálica me parece ya el máximo exponente del delirio publicitario. Más largo que twinkler, ya saben.
Bola extra: Mr. Sensato saca el dedo de ET de la chistera. Aquí ya tengo poco que decir más allá de que ese dedo se inspira en un dedo tan divino como sixtino. Así que... eh... bueno... algo.


4.3.09
WATCHMEN ES KISTCH Y WATCHMEN 2 SERÁ LA REHOSTIA
Ayer pude ver la esperada adaptación fílmica de Watchmen, de estreno inminente. Así que voy al grano y me mojo: Watchmen película mola, y utilizo el término coloquial expresamente, porque mola, o me ha molado, básicamente porque para durar lo que dura yo me lo pasé bien durante la proyección, me distrajo y a ratos incluso la diversión fue importante. A partir de ahí se abre toda una discusión sobre si Watchmen debe limitarse a ser únicamente divertida… aunque para muchos avanzo que no será ni eso, y ya les informo, por si acaso tenían esperanzas, que van a llover hostias por todos los lados y que la polémica que se avecina va a ser la mar de divertida, y por las equivocadas razones de siempre. Continuemos.
Olviden cualquier esperanza, si la tuvieron algún día, de que la película pueda alcanzar la gloria y el ímpetu del tebeo original. Watchmen es inadaptable, no tanto porque el tronco central de la historia no sea trasladable al cine actual sino porque lo de Moore y Gibbons era tan metatebeo que fuera de su medio pierde naturaleza. Pepo Pérez ha publicado un excelente resumen de los méritos del cómic en 13 Millones de Naves, y a él me remito porque en su claridad quedan implícitos los motivos que la convierten en una adaptación imposible. El tebeo marcó un antes y un después en su medio, la película dudo que afecte al actual cine de superhéroes, aunque eso es una cuestión de contexto: en cine no hay inocencia a perder.
A partir de ahí, la película me resulta sorprendente por muchos y variados motivos. El principal es esa extraña mezcla de adaptación visualmente fiel de buena parte de la trama e imágenes más recordadas y, por otro lado, una traición desde el punto de vista del espectáculo que propone. Fiel porque muchas de sus escenas siguen a pié juntillas las recíprocas viñetas, y traición porque Zack Snyder es un cachondo de tomo y lomo que ha sacado a relucir una faceta de Watchmen que a todos se nos escapaba: Watchmen eskistch kitsch. Por no hablar de la doblez ideológica habitual en el director de Amanecer de los Muertos y 300, un tipo que, por cierto, me cae la mar de bien. Igual es que por darle tanta matraca al tebeo original (grapado y por entregas) hemos olvidado que también era divertido y muy loco.
Watchmen película mola (cada vez más según pienso y escribo) porque es una muy disfrutable marcianada. Y así debe tomarse. Un producto imposible que sacará de sus casillas a muchos, estoy seguro. Es una marcianada por mil cosas: introduce el gore con una alegría tan despreocupada que me he visto obligado a rebuscar en el tebeo (sin éxito); da paso a la comedia burra cuando menos te lo esperas (el polvo en la nave, chorro de fuego mediante y a ritmo de Hallelujah va a provocar cortocircuitos); la introducción y selección de temas musicales en algunos caso me ha parecido estupenda (la escena de la represión de las manifestaciones antivigilantes a cargo del Comediante gana enteros con ese tema musical), aunque me consta que el momento 99 red balloons va a desquiciar a muchos; convierte a Ozymandias en un tipo absolutamente glam, un émulo de David Bowie que acude a conciertos de Village People y se saca fotos con ellos (ergo…); o las apariciones de Nixon, que en el tebeo casi ni se perciben en su sobriedad y que aquí resultan exageradas, pura caricatura.
Otra escena que quiero destacar porque me gusta y creo que será de las que despierten mayores lamentos (incluso rasgados de ropa públicos entre los sacralizadores de la obra original) es el rescate de Rorscharch, con Buho Nocturno y Silk Spectre repartiendo hostias por doquier (cual coreanos con martillo), subrayando a lo burro como un tipo gris y anodino, un impotente sexual, se pueda poner como una moto enmascarado y encauchutado en cuero. Como ven, la sutilidad en Watchmen película es una quimera imposible. Hallelujah. También la ominosidad. Para que me entiendan, Watchmen me gusta precisamente porque acaba siendo todo lo contrario que El Caballero Oscuro (a mi juicio, un tostón que pide a gritos algo de sentido del humor).
Mención a parte me merece todo el tema ideológico-político. Hay que tener en cuenta que cuando salió el tebeo existía la URSS. Ahora todo ha cambiado, y aún así la película permanece en el mismo marco cronológico, esos falsos ochenta. Otra opción era imposible. A partir de ahí, Snyder, que también es un cachondo desde el punto de vista de la incorrección político-ideológica, opta por un Ozzymandias implícitamente gay y socialista (además de pacifista y vegetariano, como apunta Rorscharch), y convierte el desastre de Nueva York en una especie de alegoría del 11-S absolutamente delirante. La Zona Zero debe existir para cambiar el mundo. Hallelujah
En resumen, Watchmen es una deliciosa marcianada, a menudo tremendamente fiel, con apuntes paródicos, voluntad desacralizadora y ánimo suicida. Una amalgama que se me antoja incluso extraña, que no esperaba y que, además, creo que funciona muy bien en su irreverencia. Por cierto, lo mejor, de largo, los títulos de crédito iniciales. Una gozada repleta de detalles que habrá que revisar con atención. Y ahora que empiecen las hostias mientras esperamos la secuela. Hallelujah
Olviden cualquier esperanza, si la tuvieron algún día, de que la película pueda alcanzar la gloria y el ímpetu del tebeo original. Watchmen es inadaptable, no tanto porque el tronco central de la historia no sea trasladable al cine actual sino porque lo de Moore y Gibbons era tan metatebeo que fuera de su medio pierde naturaleza. Pepo Pérez ha publicado un excelente resumen de los méritos del cómic en 13 Millones de Naves, y a él me remito porque en su claridad quedan implícitos los motivos que la convierten en una adaptación imposible. El tebeo marcó un antes y un después en su medio, la película dudo que afecte al actual cine de superhéroes, aunque eso es una cuestión de contexto: en cine no hay inocencia a perder.
A partir de ahí, la película me resulta sorprendente por muchos y variados motivos. El principal es esa extraña mezcla de adaptación visualmente fiel de buena parte de la trama e imágenes más recordadas y, por otro lado, una traición desde el punto de vista del espectáculo que propone. Fiel porque muchas de sus escenas siguen a pié juntillas las recíprocas viñetas, y traición porque Zack Snyder es un cachondo de tomo y lomo que ha sacado a relucir una faceta de Watchmen que a todos se nos escapaba: Watchmen es
Watchmen película mola (cada vez más según pienso y escribo) porque es una muy disfrutable marcianada. Y así debe tomarse. Un producto imposible que sacará de sus casillas a muchos, estoy seguro. Es una marcianada por mil cosas: introduce el gore con una alegría tan despreocupada que me he visto obligado a rebuscar en el tebeo (sin éxito); da paso a la comedia burra cuando menos te lo esperas (el polvo en la nave, chorro de fuego mediante y a ritmo de Hallelujah va a provocar cortocircuitos); la introducción y selección de temas musicales en algunos caso me ha parecido estupenda (la escena de la represión de las manifestaciones antivigilantes a cargo del Comediante gana enteros con ese tema musical), aunque me consta que el momento 99 red balloons va a desquiciar a muchos; convierte a Ozymandias en un tipo absolutamente glam, un émulo de David Bowie que acude a conciertos de Village People y se saca fotos con ellos (ergo…); o las apariciones de Nixon, que en el tebeo casi ni se perciben en su sobriedad y que aquí resultan exageradas, pura caricatura.
Otra escena que quiero destacar porque me gusta y creo que será de las que despierten mayores lamentos (incluso rasgados de ropa públicos entre los sacralizadores de la obra original) es el rescate de Rorscharch, con Buho Nocturno y Silk Spectre repartiendo hostias por doquier (cual coreanos con martillo), subrayando a lo burro como un tipo gris y anodino, un impotente sexual, se pueda poner como una moto enmascarado y encauchutado en cuero. Como ven, la sutilidad en Watchmen película es una quimera imposible. Hallelujah. También la ominosidad. Para que me entiendan, Watchmen me gusta precisamente porque acaba siendo todo lo contrario que El Caballero Oscuro (a mi juicio, un tostón que pide a gritos algo de sentido del humor).
Mención a parte me merece todo el tema ideológico-político. Hay que tener en cuenta que cuando salió el tebeo existía la URSS. Ahora todo ha cambiado, y aún así la película permanece en el mismo marco cronológico, esos falsos ochenta. Otra opción era imposible. A partir de ahí, Snyder, que también es un cachondo desde el punto de vista de la incorrección político-ideológica, opta por un Ozzymandias implícitamente gay y socialista (además de pacifista y vegetariano, como apunta Rorscharch), y convierte el desastre de Nueva York en una especie de alegoría del 11-S absolutamente delirante. La Zona Zero debe existir para cambiar el mundo. Hallelujah
En resumen, Watchmen es una deliciosa marcianada, a menudo tremendamente fiel, con apuntes paródicos, voluntad desacralizadora y ánimo suicida. Una amalgama que se me antoja incluso extraña, que no esperaba y que, además, creo que funciona muy bien en su irreverencia. Por cierto, lo mejor, de largo, los títulos de crédito iniciales. Una gozada repleta de detalles que habrá que revisar con atención. Y ahora que empiecen las hostias mientras esperamos la secuela. Hallelujah
2.3.09
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Spiegelman es conocido por Maus, una obviedad que limita la percepción de su trabajo exclusivamente como creador de una de las obras definitivas para el medio... y una lectura cojonudísima cuyo mayor acierto no es tanto la historia de (super)vivencia del padre del artista sino el conflicto paternofilial de fondo. Vale, la obviedad de Maus, decía, pues prefiero referirme a Spiegelman como uno de los cerebros gráficos que estaban tras esa maravilla que eran los cromos de la Pandilla Basura y, en especial, como editor de Raw.

Y es ahí donde la recuperación Breakdowns (una antología de historietas dispersas publicada en 1978) se convierte en necesaria para entender cómo el comix underground, que hacía del feísmo y el mal gusto más que un estandarte, evoluciona con los lustros hacia la esquisitez gráfica (en los mismos términos en que antes se enarbolaba lo sucio). En ese camino la figura de Spiegelman resulta crucial (más que con Maus, me atrevo y todo) y Breakdowns una obra rompedora cuya lectura hoy me parece fascinante: está presente la crudeza del underground primigenio, pero al mismo tiempo hay una ruptura gráfica brutal (simbolizada en un formato que se antoja demencial teniendo en cuenta su procedencia) hacia terriotorios donde el cómic es Arte sin más, y una reflexión/experimentación sobre el medio maravillosa por inmediata. Lo grande es que todo ello es sincero (incluso atormentado) cuando la mayoría de intentos semejantes suelen pecar de impostura, y es hermoso y coherente naciendo, como nace, del caos personal del autor en los 70s y que se explica muy bien en una larga introducción en forma de historieta que ocupa casi tanto como la obra original y que lo explica todo. La hostia, vamos.

1.3.09
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