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18.10.15
CRÓNICAS DE #SITGES2015 (XXVII): THE SALVATION
El tercer western programado no es que mantenga el tipo frente a los otros dos, sino que refuerza el altísimo nivel de la inusual representación que ha tenido el género este año. De hecho, y no soy el único, me voy de Sitges con un subidón western de considerable. The Salvation es un western danés, aunque su reparto incluye actores nórdicos con otros ingleses, y más allá de su nacionalidad es una anomalía en sí misma, salida de una vieja sala de doble sesión y que, al mismo tiempo, muestra formas y detalles del cine contemporáneo. Historia de venganzas cruzadas, bandas de forajidos, ciudadanía cobarde y mezquina, sepultureros, compañías de ferrocarriles e intereses oscuros. Vamos, un armazón que aúna bolsilibro, clasicismo y, especialmente, tanto aroma de espagueti como ecos a Siegel o Eastwood, todo enriquecido con la frialdad propia del cine de los países escandinavos y sin que la suma de ingredientes chirríe en ningún momento. Violenta, áspera y entretenida, la recomiendo con entusiasmo, más si se es de los que disfruta de un género hoy no tan frecuentado como antaño.
15.10.15
CRÓNICAS DE #SITGES2015 (XX): SLOW WEST
Segundo western de los tres de este año y, como ya intuía, queda lejos de superar Bone Tomahawk. En esta ocasión no hay entusiasmo, aunque tampoco lo contrario. Es de agradecer que la película sea tan sincera reconociendo en su título que se trata de un Western Lento, que así uno ya va avisado. Del mismo modo, que se llevara un premio en Sundance como película dramática también indica que la aproximación al género es la propia del cine indie. Nada que objetar, ningún prejuicio por mi parte, al menos hasta que veo aparecer a Kodi Smit-McPhee, un joven actor que me despierta un rechazo sin razón aparente, así que no me pregunten el porqué. De todas formas, se impone mi lado optimista y le sigo dando la oportunidad que merece, y hago bien porque la película va ganando enteros según avanza, alternando momentos poderosos con otros más blandi-ble; y siempre con un aire raruno que me recuerda Dead Man, aquel western extraño de Jim Jarmusch protagonizado por Johnny Deep, salvando las distancias, claro, porque Slow West no es tan extravagante y carece del humor de aquella. Aquí el sustento es un drama de imposible amor romántico que por fortuna no devora a la película del Oeste que también es, entre otras cosas por la poderosa caracterización de su variopinta galería de pistoleros cazarrecompensas y por el hermoso tiroteo final.
CRÓNICAS DE #SITGES2015 (XVII): BONE TOMAHAWK
Este año han programado tres westerns en Sitges, cosa que me alegra, aunque va a ser difícil que los otros dos superen esta maravilla. A ver como lo explico. El pase es nocturno, va con retraso, antes ponen un corto y yo estoy para el arrastre. La peli dura 130 minutos y encima el director, que se enrolla lo suyo despotricando contra Hollywood, avisa que la película avanza con calma. Así que me temo lo peor: sucumbir al sueño acumulado. Sucede todo lo contrario. Ahí estoy, con los ojos bien abiertos viendo como la expedición de vaqueros comandada por Kurt Russell se interna en la zona prohibida del Salvaje Oeste. Es cierto que la película avanza sin prisas, pero yo disfruto del viaje a caballo y de las conversaciones que hacen crecer a los personajes (enorme Richard Jenkins como viejo ayudante del sheriff y muy bien Mathew Fox de pistolero dandi). Y tampoco conviene dar una imagen errónea, porque no es una película aburrida, pasan cosas y la tensión va en aumento según se acercan a su tremendo destino, porque este es uno de esos singulares western mutantes que se hibridan con géneros como el terror, en este caso las películas de caníbales. Nada menos.
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