18.12.11

LA TERNURA DE CHET







Chester Brown, usuario habitual de servicios sexuales, y Joe Matt, adicto a la pornografía y onanista sin límite conocido (lean Consumido), hablando de la naturaleza del amor romántico. Reconozco que esa escena de Pagando por ello (Chester Brown; La Cúpula, 2011) me provocó una carcajada. Seth, tercer autor del trío de amigos canadienses, me apoya en sus anotaciones: “no se diferencia de dos ciegos pintando una puesta de sol”. Pero ese momento surreal para cualquiera que haya leído los cómics de Brown o Matt (básicamente autobiografías sin pudor e incluso autoflagelantes) no debería distorsionar la seriedad con que el autor afronta su pormenorizado diario como habitual cliente de prostitutas.



Pagando por ello es, sin duda alguna, uno de los tebeos del año por múltiples razones. Como novela gráfica entraría dentro del nutrido grupo de las que afrontan “un gran tema”, en este caso la prostitución, un tema tabú no resuelto en lo que llevamos de organización social. La forma en que Chester Brown afronta la cuestión resulta tan inaudita que sobrepasa cualquier ejemplo de novela gráfica vinculada a un gran tema. Desde su experiencia como cliente arma una defensa de la prostitución sólida y razonada, cerebral y dialogada. Uno puede no estar de acuerdo con sus razonamientos pero merecen la lectura por la cantidad de apuntes que aporta al debate, desde la legalización a la explotación, de la ficción que supone la idea del amor romántico (nacida en la Edad Media) al maltrato que se supone generalizado en la práctica (aunque no sea así según el autor). Vamos, que incluso si es usted una persona radicalmente contraria a la práctica del oficio más viejo del mundo debe leer este cómic porque como mínimo le hará meditar al respecto e, incluso, le suministrará motivos para la comprensión.



Luego está la propia figura de Chester Brown como autor de cómic que, en mi caso, me resulta hipnótico y magistral, en parte porque Chester Brown son su tebeos, de eso no hay duda.
“A menudo bromeando me refiero a Chet como el robot (...) parece tener un registro emocional muy limitado (...). Sin duda es un bicho raro. Dicho esto, es también el bicho raro más amable, dulce y profundamente considerado que he conocido”.
Lo dice, de nuevo, Seth en su apéndice de anotaciones, y todo es perceptible en los tebeos de Chester Brown, que son un libro abierto a las emociones de alguien con un aparente déficit emocional.

Chester Borwn explica porqué acudió a la prostitución y desgrana una a una todas sus relaciones sexuales bajo contraprestación económica. El tono es en un primer nivel de una frialdad extrema, realzada por el estilo gráfico, la narrativa silenciosa e incluso el formato reducido de sus viñetas. El ánimo por el detalle es incluso obsesivo, algo obvio en alguien que ha ido anotando todos esos encuentros antes de decidir hacer un libro con ellos. Pero si se sobrepasa esa primera barrera, o incluso la que supone tratar un gran tema, Pagando por ello no es otra cosa que una confesión de emociones de alguien a quien el resto de la humanidad percibe como un robot. Pagando por ello rezuma ternura y humanidad donde nadie creería encontrarla. Y ese es su mayor mérito.