18.5.12

BOOGALOO CAÑÍ



“En el completo ensayo Black Super Power, Daniel Ausente repasa el héroe negro en la cultura popular: cómic, cine y literatura. Y lo hace como si mantuviera una conversación con Tarantino en alguna timba ilegal de póquer y hablaran de Nubia, la hermana negra de Wonder Woman (las separaron al nacer) o de ese capítulo en el que Lois Lane le pide kriptonita a Superman para convertirse en negra , saber lo que se siente y escribir un artículo denuncia (impagable la Lois con aros y peinado afro preguntándole a Superman si se casaría con ella a pesar de su color). Después llegó Obama.” 

El fragmento es la primera reseña que veo publicada en papel de Black Super Power, el ensayo que he escrito y publicado como parte de la Black Pulp Box, ese proyecto loco al que se dedica el artículo entero, publicado ayer en el suplemento Tendències de la edición catalana de El Mundo y viene firmado por Vanesa Graell. Lo tienen entero más abajo. Por lo que a mí respecta, me gusta lo que dice porque sintetiza muy bien el tono de mi texto, en el que hay mucho dato y mucho mejunje de sociolpolítica pOp, pero que rehuye cualquier academicismo. Vamos, como es habitual por aquí.



La Black Pulp Box se puede comprar a través de la web de la editorial, o en alguna de las librerías que suministran los productos de Aristas Martínez. Más madera: el escritor Javier Calvo reseñaba otro de los libros más apetecibles de la caja, Amazing Bold Stories, la antología de relatos breves. También aviso de que el día 24 de mayo se presenta en Madrid. A las 20:00 reunión de pulperos negros en Arrebato y a las 22:30 fiestón en Maderfaker. Por desgraciada no podré estar presente, pero seguro que lo pasan bien.


10.5.12

MATEMOS A LUC SANTE


Me compré Mata a tus ídolos de Luc Sante por un tuiteo de @minipetite.  Bueno, no sólo por la recomendación, también por su género (la antología de reportajes periodísticos) y por ser de Libros del K.O., una editorial pequeña y recién nacida. Lo segundo no creo que requiera más explicación; lo primero, en fin, que una de las cosas que me llevé los tres años que pasé estudiando (mal) periodismo (1984-1987) fue precisamente el descubrimiento del Nuevo Periodismo y de las antologías de Tom Wolfe y Hunter S. Thompson. Desde entonces es un género que frecuento, aunque no se trate exactamente de miembros de ese movimiento, aunque su influjo está ahí, claro, puedo percibirlo en David Foster Wallace o incluso en las historietas del gran Joe Sacco. No conocía a Luc Sante (50 años residiendo como extranjero en EEUU, reza la solapa) pero el bello título (traducción de Kill all your darlings, cita atribuida a Faulkner), su condición de periodista mayormente cultural, lo bonito de la edición (pequeñita y matona, bravo) y una introducción firmada por Greil Marcus acabaron por convencerme.

Y muy bien oigan. Me lo zampé de manera voraz y ya forma parte de mis favoritos en el subgénero de la compilación de ensayos culturales. Tan sólo uno de los textos, el dedicado a reseñar unas memorias de Bob Dylan, se me hizo pesado. Que conste en acta que yo no soy dylaniano más allá de sus coqueteos con el rock a mediados de los 60. El resto del libro va de lo interesante a lo muy interesante, y en demasiadas ocasiones aúna pasión con conocimiento, que es algo que no tiene precio. Además, la variedad temática es fantástica: de las recopilaciones de garaje punk a la línea clara de Hergé, pasando por Magritte o Mapplethorpe.


Mata a tus ídolos se divide en cinco bloques. El primero tiene carácter social y autobiográfico y recoge textos en los que Luc Sante rememora la Nueva York de finales de los 70; fabula con sus ruinas futuras; recuerda su condición de inquilino en los pisos de alquiler del Lower East Side o una revuelta vecinal en el Tompkins Square Park; carga contra la alcaldía de Giuliani; recuerda la figura del delincuente John Gotti y acaba escarbando en la extraña condición de Nueva Jersey por su condición de satélite de la Gran Manzana.


El segundo bloque parece continuar esa tónica con un primer texto en el que rememora su experiencia laboral adolescente en una poco recomendable fábrica de New Jersey; pero luego prosigue con un breve ensayo sobre la etimología de la palabra dope (de ahí viene doparse, ustedes entienden); con su condición de ex fumador amante del tabaco; con un fabuloso análisis de la violencia festiva y enajenada que ha frecuentado históricamente la Nochevieja y la celebración del Año Nuevo (como él dice, hay algo atávico en tanta muerte); la historia de los afters neoyorquinos donde nació el punk; su visita al intento (grunge) de resucitar Woodstock en 1999 (donde hace gala del tipo de humor cínico que me seduce) y un par de inteligentes esbozos sobre Terry Southern o el libro Hip: The History de John Leland. Al leerlos todos de seguido se denota la no forzada cohesión entre ellos en su viaje de la fiesta y la droga al “Eras demasiado moderna, nena. Ya no te aguanto” que cierra la semblanza de Southern.

La temática del tercer bloque es clara y diáfana: la música. Ahí está el texto sobre Dylan que mencionaba; la loa, siempre insuficiente, a los Nuggets (indispensables recopilatorios de garaje punk sesentero); la vindicación de una banda tan oscura para nosotros como The Mekons; la muy interesante historia de Buddy Bolden, su banda y la génesis del Funky Butt una sudorosa noche de 1902 en Nueva Orleans. El bloque finaliza con La invención del Blues, una pieza maestra en la que traza y acota en tiempo y lugares concretos el nacimiento del lamento negro por excelencia.


El quinto bloque concentra artes visuales diversas y es donde más se deja notar su condición de hijo de emigrantes belgas. Sólo así se entiende un texto dedicado a Hergé y la línea clara, uno sobre Víctor Hugo como epítome de la cultura pop de masas u otro sobre Magritte (en el que además establece finos lazos con Fantomas). Eso añade valor al libro, que se enmarca en la tradición de análisis de la pop culture estadounidense pero que se libra así del estigma etnocentrista del que siempre adolecen los estudios que de allí nos llegan, y en donde parece no haber otra cultura que la suya. El bloque finaliza con tres fabulosos textos sobre fotografía. Quizá en mi entusiasmo influya que no es una disciplina que conozca demasiado. El primero lo dedica a Walker Evans y su ingente labor para la Farm Security Administration fotografiando pequeños pueblos y granjas durante la década de los años 30. El segundo a Michael Lesy y su antología de recuperación fotográfica Wisconsin Death Trip (1973), obra que intuyo como muy clave para demasiadas cosas (entre ellas, dar la pista que difundió las fotos de difuntos de que fueron tradición hace más de un siglo), así que deberé darle un ojo como pueda. Y para acabar una diáfana y muy reveladora semblanza del polémico y genial Mapplethorpe.


En el breve y último bloque Luc Sante regresa a la experiencia autobiográfica directa (que en realidad siempre está presente de alguna manera) para hablar de su adolescente lectura del Aullido de Allen Ginsberg y de cómo acabaron siendo vecinos, o del impacto juvenil que le supuso la lectura de Rimbaud. En fin, literatura que un joven Sante devora como debe hacerse, yéndole la vida en ello.

Una de las cosas que más valoro de una lectura es su capacidad para hacerme tirar del hilo, de completar lo que explica escarbando por la red. Con Mata a tus ídolos me ha sucedido de nuevo y lo celebro. He googleado en busca del Wisconsin Death Trip, del Funky Butt, de Buddy Bolden, de la foto de Magritte con su cuadro de Fantomas, e incluso he vuelto a ponerme el primer Nuggets. No puedo pedir nada más. O sí. Matemos a Luc Sante. Aquí les dejo una entrevista, el enlace para comprarlo vía Amazon o directamente a la propia editorial.

3.5.12

AJETREADA


Creo que no llegué a hablar por aquí de Aya de Yopougon, o quizá lo hice de refilón al comentar algún audio radiofónico. Y es una pena no haber entrado al detalle cuando tenía la lectura fresca porque es una serie poco comentada pero de lectura muy agradable. La guionista Marguerite Abouet confeccionaba un culebrón la mar de simpático ambientado mayormente en Costa de Marfil. Un tebeo coral y una comedia de enredo muy efectiva dibujada un poco al modo Sfar/Blain por Climent Oubrerie. Con Aya de Yopougon se podía decir que era puro bullicio mediterráneo (cuando Costa de Marfil no está precisamente en el Mediterráneo) y que alegraba el cuerpo ver que África no es sólo lo que vemos en los telediarios. Reconozco que me supo mal que finalizara en su sexto volumen. También les supo mal a mis compañeras de oficina, ya que éste es uno de esos tebeos ideales para quienes no los leen habitualmente y que les muestra que en el medio se hacen cosas que pueden gustar (y mucho) a un público mayoritario. El problema es entonces otro: ese público mayoritario no se entera de su existencia


Cuando comenté a mis compañeras de oficina que la guionista “del tebeo de las negritas” sacaba una nueva serie, me la pidieron enseguida. Aún no se lo he pasado, pero es evidente que les gustará, aunque aún no tanto como Aya porque la historia no hace más que comenzar. La nueva serie se llama Bienvenida, que es nombre de la protagonista, una chica que viva en pleno torbellino urbanita: piso compartido con una prima que aspira a modelo, un vecindario generoso en multiculturalidad, mal llevados estudios de Bellas Artes, jovencitas pijas y suicidas que vuelcan en ella sus desdichas, una madre agobiante, pluriempleos diversos. Todo este ruido de fondo no ayuda a la muchacha a resolver su problema, que es el de siempre: la falta de una pareja sentimental. Así que a Bienvenida se le va agriando el carácter mientras no paran de pasar cosas. Quizá demasiadas, pero es obvio que así el tebeo funciona como un tiro. Abouet continúa así en el género en el que se siente cómoda, que es la comedia costumbrista de carácter coral. La parte gráfica le corresponde ahora a Singeon, miembro del colectivo francés forjado alrededor del fanzine Dopotutto (visitaron Barcelona en el primer Festival Ilu-Station), y joven dibujante también bajo el inevitable influjo Sfar/Blain. Nada que objetar, parece difícil alejarse de esa influencia, aquí no tan notoria y con la virtud de un bien llevado dinamismo.


En definitiva, que este tebeo no revolucionará el medio ni será uno de los títulos del año; también tendremos que esperar a ver cómo sigue la cosa. Pero tampoco puedo negar que es eficaz, entretenido e ideal para aquellos que gusten de los culebrones de costumbrismo urbanita.

2.5.12

LA VENGANZA DEL DOCTOR HOLMES


Tras la entrada de hace unos días dedicada al Doctor H. H. Holmes, asesino más industrial que en serie, y las historietas que adaptaban su historia, Roski666 me envía un interesante documento que ha localizado y que procede, nada menos, de un ejemplar del Diario de Avisos de Madrid fechado en 1902. Yo busqué datos en las hemerotecas digitales de La Vanguardia o ABC, en pos de algún hallazgo similar a Jaime el gaitero,  y no encontré nada; pero cuando hice esas búsquedas no hubiera esperado encontrar una coletilla final al caso tan… bizarra. ¡Lean, Lean!
No hace mucho sentenciaron y ejecutaron en los Estados Unidos a un famoso envenenador, el doctor Holmes, á quien los italianos acusaban de hacer mal de ojo, y el clérigo que le asistió en sus últimos momentos ha sido asesinado; el carcelero se ha suicidado; el presidente del jurado fue muerto por la descarga de un cable eléctrico que se rompió al pasar el; el procurador que ayudó á su defensa, el médico que certificó que su estado mental era bueno y la prometida de uno de sus abogados, han fallecido de repente: una mujer que vivía en le casa de Holmes se ha suicidado; el presidente y los magistrados que le sentenciaron, están sufriendo enfermedades graves; el fiscal era un político eminente, y la desgracia se ha cebado en él, arruinándole y desacreditándole, y es hoy una escoria social. No ha escapado a la muerte, a la enfermedad o a la ruina ninguna de las personas que intervinieron en el proceso. La gente se ha fijado en tan extraña coincidencia, y ya nadie duda que Colmes hacía mal de ojo.

Diario de Avisos de Madrid, 1902


 

30.4.12

WALPURGISNACHT


El calendario marca que esta noche, la del 30 de abril al 1 de mayo, es la Noche de Walpurgis. Su origen se pierde en la noche de los tiempos. Fiesta pagana celebrada por vikingos y celtas, luego se convirtió en la noche de brujas y aquelarres más importante del año. Hoy anda bastante olvidada, al menos en este rincón del mundo desde donde escribo, y parece que otras fechas similares la han ensombrecido, principalmente Halloween. Algunos la recordamos porque dio título a uno de los títulos más míticos del cine de terror español de los 70. Otros, porque han leído el Fausto de Goethe.


En realidad, como noche de brujas, Walpurgis era más contundente y satánica que Halloween. No es lo mismo celebrar la llegada del invierno (y el renacimiento futuro) que la primavera (y el renacimiento inminente). Walpurgis era fiesta de fecundidad, y las leyendas hablan de brujas en pelotas festejando con sexo promiscuo esta fecha tan señalada. Viva el satanismo. También se habla de hombres lobo y vampiros saliendo a pasear. Quizá el origen de esos rumores venía del otro lado y buscaba que la gente se quedara en casa, no fuera a ser que se sintieran tentados por tan alegre paganismo.


Una de las estrategias más inteligentes del cristianismo en sus primeros siglos de vida fue no enfrentarse a las festividades de las creencias paganas que le antecedían, sino hacerlas suyas, dejando que el tiempo olvidara las viejas tradiciones al ser sustituidas por las nuevas. Y si la cosa no acababa de cuajar, con los siglos les darían un achuchón con hogueras y condenas. En el caso de Walpurgis, se intentó con Santa Walburga, que se celebra el 1 de mayo y en cuya víspera se encendían en su honor hogueras de purificación y de protección de la virginidad. Mira tú que casualidad.


La maniobra Walburga parece que no tuvo demasiado éxito y hoy es una santa olvidada. Curiosamente, en un requiebro del destino rematadamente pOp, el 1 de mayo ha acabado siendo festivo, que es lo que se requiere y toca tras una bacanal nocturna, porque la gente debe poder descansar al día siguiente y sobrellevar la resaca. Lo gracioso es que en este caso no ha sido el cristianismo quien ha sustituido una fiesta arcana por otra, sino la Internacional Socialista, así que tras la Noche de Walpurgis llega el 1 de mayo, día del trabajo. Al final, va a dar un poco igual, ya que tal y como están las cosas la Fiesta del Trabajo no tardará mucho en convertirse en algo como la Navidad o el Corpus: la celebración de un mito, de una leyenda.


Desde la perspectiva de La Verdadera Historia del pOp, es necesario apuntar también que fue en la Noche de Walpurgis de 1776 cuando Adam Weishaupt fundó la sociedad secreta de los illuminati de Baviera. Obviamente, no fue una fecha escogida al azar y, según cuenta la leyenda, estos enemigos acérrimos de la iglesia católica y del orden establecido estarían en la sombra moviendo los hilos de muchas de las revoluciones que vinieron desde entonces. Eso justificaría la fiesta del 1 de mayo, por ejemplo, que más que la Fiesta del proletariado celebraría el nacimiento de los iluminados. Según los expertos en conspiranoias, la Revolución Francesa o la Independencia de los EEUU sería cosa de los illuminati, que además estamparían su sello en los billetes de un dólar. Hay hasta quien dice que George Washington era en realidad Adam Weishaupt y que por eso se enriqueció con el comercio de cáñamo. De todas formas, si los illuminati en vez de ser un grupo de austriacos pijos y aburridos jugando a las conspiraciones hubieran sido lo que se dice de ellos, me temo que no se trataba de liberar de yugos al pueblo y la ciudadanía sino más bien cambiar un poder por otro.


El hombre un animal que conspira, de eso no hay duda, pero me temo que todas esas conspiraciones por el control del poder se hacen sin temor a la luz pública. Sólo hay que leer la prensa de estos días para darse cuenta. Que si agencias de ranking, que si tecnócratas de Bruselas. Los círculos secretos no son necesarios y más bien serían un engorro. Yo soy escéptico, pero me resisto a despreciar todas estas ficciones que toman forma de falso documental. Supongo que soy un escéptico y un posmoderno. También veo la mar de sano la transmisión de todos esos mensajes de caos, subversión y desconconcierto, pero siempre dentro de un orden, claro.


Les dejo, mientras dure el tutubo, un fragmento de Fantasía de Walt Disney (seguramente otro satanista illuminati) en el que se recrea la Noche de Walpurgis con una maestría inigualable. Celebren la jornada con el debido paganismo.


29.4.12

LA FACTORÍA DEL TERROR DEL DOCTOR HOLMES

En su última columna para Libro de Notas, Jose Antonio del Valle aborda la figura de uno de mis asesinos en serie favoritos: Henry Howard Holmes. Y como no puede ser de otra forma, la titula El Castillo del Horror. Cuando se pasa lista a los grandes psicópatas de la historia, este otro Holmes no suele hacer acto de presencia, y eso que su cuenta de cadáveres es espectacular: se ha llegado a especular con una cifra de doscientos cadáveres, entre ellos dos niños hijos del que fuera su complice en el tramo final de su carrera, al que también liquidó. Una de las razones que explican ese olvido es que como asesino en serie el Doctor Holmes resulta bastante atípico, ya que en un principio su móvil era el económico. Su especialidad inicial fue cobrar los seguros de vida a su nombre de mujeres a las que seducía primero y luego asesinaba. A finales del siglo XIX no era tan fácil seguir a un criminal de este tipo que cambiaba su nombre con frecuencia y saltaba de un Estado a otro de los EEUU. Más tardé aumentó la eficiencia económica de sus crímenes suministrando difuntos frescos a científicos y doctores, otro clásico. Lo de Doctor Holmes también era un nombre falso, pero es el que ha perdurado porque fue con ese nombre con el que se embarcó en la construcción de su obra maestra.

Con motivo de la entonces cercana Exposición Universal de Chicago (1893), nuestro hombre invirtió sus ganancias en la construcción de un hotel con forma de castillo. Fueron varias las empresas contratadas para levantarlo, ya que al poco rompía el contrato y encargaba a otra proseguir con la obra. Así, sólo él era la única persona que conocía los numerosos secretos del edificio. El Holmes castle tenía habitaciones con salidas de gas para envenenar a los inquilinos, trampillas secretas, toboganes para el descenso de cadáveres, pozos de cal viva, cámaras de tortura (una de sus aficiones) y hornos incineradores. Una auténtica factoria del terror dedicada al asesinato en cadena con modos industriales.

Es este edificio del horror el que hace del Doctor Holmes un caso fascinante, con la aplicación de la tecnología e ingeniería aplicada al crimen en serie y aprovechando, además, la cercanía de una Exposición Universal, evento que durante décadas suponía la muestra de los últimos avances en ciencia y tecnología. En Chicago, ese evento tuvo una cruenta y subterránea perversión. El caso de Holmes anuncia la llegada del siglo XX tanto como la actividad de su coetáneo londinense, Jack el Destripador, mucho más célebre por el aura de misterio que rodea su figura.

Quiero pensar que la profusión de atracciones de feria con trampas y sustos que proliferaron desde entonces se inspiraron en la creación del Doctor Holmes, pero no está documentado. Y curiosamente, su caso ha sido muy poco utilizado en la ficción, y eso que la idea (hecha realidad) de un castillo del terror da para mucho. Me constan, eso sí, tres adaptaciones a la historieta, que es lo que paso a ofrecerles y que motiva esta entrada en el blog. En julio de 1947 Fred Guardineer dibujó The Master of Muerder Castle, la mejor de todas, para el número 53 del mítico comic book Crime Does Not Pay, entonces en su mejor época. Sólo un mes más tarde  Joe Simon y Jack Kirby (nada menos) la adaptaron para el numero seis de Real Clue Crimes Stories bajo el título de Let Me Plan Your Murder. Décadas más tarde, la pieza formó parte de las Creepy´s Loathsome Lore, aquellas planchas de los tebeos de la Warren que en una sóla página recorrían grandes mitos del terror y que aquí conocimos como Archivos científicos. En concreto esta adaptación aparecío en el número 47 de Creepy, se tituló Not Sherlock by A Long Shot y corrió a cargo de Doug Moench y Josep Maria Beà.    

Paso a mostrarles las tres adaptaciones, con el orden cronológico invertido, dejando la mejor para el final. Primero se las muestro despiezadas, con una selección de viñetas, y luego, al final, las historietas completas.

1. Not Sherlock by A Long Shot.  
Doug Moench y Josep Maria Beà para Creepy 47 (1972)

La versión que le dejo aquí es la española, publicada en el Rufus número 23. Esta en su integridad porque lo permite que sea sólo de una página. Como guión, es algo atolondrado y no acaba de explotar lo mejor de la historia. Hay exceso de texto y Beà no puede lucirse demasiado. Además, la traducción española es penosa. Al final les dejo ambas (la original y la nuestra) para que puedan compararlas.








2. Let Me Plan Your Murder! 
Joe Simon y Jack Kirby para True Clue Crime Stories (1947)

Pese a la presencia de Kirby a los lápices, lo cierto es que esta adaptación decepciona bastante, entre otras cosas porque evita en todo momento mostrar los aspectos más truculentos de la historia

Quizá lo mejor de todo sea la viñeta a toda página que muestra al Doctor Holmes armado con un cuchillo de carnicero.

La historia, ya de entrada, toma distancia al incluir un narrador entre los hechos y el lector. Un joven periodista que años más tarde investiga lo sucedido topa en una biblioteca con uno de los policias implicados en la resolución de los crímenes.


El relato parte de la construcción del castillo y del despido continuo de obreros para mantener en secreto su macabro diseño


El relato de las muchas desapariciones de gente llegada a Chicago ni siquiera se detalla, más allá de este comentario en prensa.



Enseguida se centra en la aparición de Pietzel, el complice que le servirá de "comercial" para vender los cuerpos a la ciencia. La historieta tampoco se recrea en el diseño del edificio y sus trampas, más allá del sótano, puertas secretas y este extravagante tobogán que nos regala una de esas viñetas delirantes que tanto gustaban a Kirby.

Holmes revela a Pietzel su sangriento negocio con los seguro de vida mientras le muestra su mesa de disección.

Holmes se arrepintió rápido de haber revelado sus secretos a Pietzel y le liquidó. Fue el error que le condenó.

Desfiguró su rostro y lo sepultó en cal viva para dificultar su identificación si alguien daba con el cadáver.


Posteriormente, Holmes corrió a cobrar un seguro de vida que Pietzel había firmado a su nombre (es uno de los puntos oscuros de la historia real). Algo que levantó sospechas. La adaptación de Simon y Kirby obvia el hecho, terrorífico, de que Holmes secuestró a los dos hijos de Pietzel y luego los asesinó.

Posteriormente, unos obreros de una obra vecina descubrieron el siniestro sótano del palacio del crimen de Holmes.


El cuerpo de Pietzel fue encontrado e identificado.

Una vez capturado, Holmes confesó sus crímenes en prisión. En realidad, el asesino confesó y se desdijo en varias ocasiones, añadiendo confusión a la historia. Con su ejecución se llevó a la tumba muchos de los crímenes que no confesó.

3. The Master of Murder Castle.
Fred Guardineer para Crime Does Not Pay 53 (1947)

Para acabar, la primera y mejor de las tres adapaciones, gozosamente explícita en lo criminal, bastante fiel a la historia original y con un dibujante que supo capturar la esencia pulp de temaño suceso.



Ya de entrada, la viñeta de presentación es bella como pocas; mujeres atadas, tprturadas, cráneos y un rostro de locura enajenada para el asesino.

La historieta comienza con la inicial actividad criminal de Holmes: seducción, seguro de vida y asesinato.


Hermosa viñeta con Holmes deshaciendose de un cadáver


Holmes se describe como el asesino hiperactivo que era, aquí con cuchillos que degollan y la incineración de cadáveres. No está de más recordar que años más tarde el Comic Code, el código de censura que se instauró para los tebeos, prohibió mostrar este tipo de detalles.


Holmes inicia la construcción de su castillo,

una obra que financia casándose con viudas ricachonas


a las que no tarda en asesinar.


Finalmente su obra esta construida.


Y comienza a ofrecer trabajos que eran trampas mortales.


Es entonces cuando diversifica beneficios suministrando material de buena calidad para el avance científico.

La historieta se recrea en ilustrar las cámaras de gas y los nichos de cal viva.

Prosigue su carrera criminal y entabla relación comercial con Pietzel.

Asesina a su socio y liquida a sus hijos. La historieta evita mostrar el asesinato de los niños pero lo ilustra con un arcón chorreando sangre y con los cadáveres a medio enterrar.

La viuda de Pietzel no se cree la versión de Holmes (y fíjense en el detalle de su lectura: instrumentos de tortura mediavales, una de sus aficiones).

La policía encuentra los cuerpos de los niños.


Y Holmes es detenido. La historieta se recrea en mostrar calaveras en el sótano y una muchacha a medio torturar.


Finalmente, Holmes es ejecutado en la horca con la típica viñeta explícita marca de la casa, y es que el tebeo no se llamaba El crimen nunca paga porque sí.

Les dejo con las planchas originales

1. Not Sherlock by A Long Shot.  
Doug Moench y Josep Maria Beà para Creepy 47 (1972) y en la versión española en Rufus 23.



2. Let Me Plan Your Murder! 
Joe Simon y Jack Kirby para True Clue Crime Stories (1947)



3. The Master of Murder Castle.
Fred Guardineer para Crime Does Not Pay 53 (1947)