8.8.06

TRESCIENTOS TREINTA Y TRES DISCOS PARA AGITAR EL BOOGALOO ENCEFÁLICO # 014/333



JAMES BROWN - LIVE AT THE APOLLO (1963)


Sudor. (Del lat. sudor, -ōris). Líquido claro y transparente que segregan las glándulas sudoríparas de la piel de los mamíferos y cuya composición química es parecida a la de la orina.
Orgiástico. Perteneciente o relativo a la orgía.
Orgía. (Del lat. orgĭa, y este del gr. ὄργια, fiestas de Baco). 2. Satisfacción viciosa de apetitos o pasiones desenfrenadas.
Aquelarre. Del vasco aquelarre, prado del macho cabrío). Junta o reunión nocturna de brujos y brujas, con la supuesta intervención del demonio ordinariamente en figura de macho cabrío, para la práctica de las artes de esta superstición.
Alma. (Del lat. anĭma). 2. En algunas religiones y culturas, sustancia espiritual e inmortal de los seres humanos.

"Are You Ready for Star Time?" proclama Fats Gonder nada más empezar. ¿Estais preparados para Mr. Dinamita? Yeah! Y la banda (mejor... La Banda) inicia un instrumental de trompetas entrecortadas y acorde guitarrero casi surf. Y entonces aparece él. The Amazing Mr. Please Please Me. La Bestia. Y los chillidos femeninos sacuden el Apollo Theatre de Harlem. Y ojo. Que estamos en 1963. A simple oido uno diría que son los mismos chillidos que acompañarán a los Beatles en un par de años. Pero no. Por Favor. Please Plese Me. Esos serán de muchachitas blancas desgañitando su virginidad, los que nos ocupan son de esas bellezas negras criadas en el ghetto. La virginidad hace demasiado que quedó atrás. Saben lo que es un buen orgasmo. Y están ahí. Y el Hombre, The M-A-N, hace acto de presencia, estallando con un demoledor I'll Go Crazy. Dos minutos de intensidad R'n'B protofunk. Desgañitándose. Sacando el alma (negra) por la boca. Un alma plagada de la tensión sexual propia de un barrio marginal, del reformatorio, del tipo que había pasado de robar a mano armada a ponerse a cantar gospel. Y de ahí a un puñado de singles. Y luego hablan de Elvis. Esta es otra liga, hermano. Esta es La Liga. Y el sudor se seca temporalmente con "Try Me", una de esas baladas estomacales. Gástricas. Que exulsa ácido orgánico disolvente. Y que sigan las trompetas en el primero de los arcos instrumentales de apenas un cuarto de minuto destinados a erradicar el silencio. Para que no pase ni un ángel. Y luego "Think". Yeah. Sí. eso. YEAH!. Palmea que el mundo se acaba. Pero palmea de verdad, cojones, no me seas maricona. Y si hasta ahora todo eran estallidos de dos minutos va el tipo ese que se retuerce en el escenario y entrega su alma al diablo con un "Lost Someone" de trece minutos. Ahí está, palpitando y sangrante, un corazón arrancado por enésima vez, a la vista de todos, entregado a un público poseído. Un sacrificio humano ritual, suicida, generoso en chillidos de dolor. Un aquelarre de sudor. Una endiablada orgía para los sentidos. El demonio hace acto de presencia. Está ahí. Es Negro. Está Flotando. Saliendo de las trompetas. Emanando de la garganta del futuro Padrino del Funk. El demonio chilla. Y entonces un medley. Osea... un medley. ¿Sabes?. El It's Alive de los Ramones también era un medley. ¿Sabes?. Osea que coges las canciones y las cantas seguidas, empalmadas, e-m-p-a-l-m-a-d-a-s. Osea.. ¿Sabes lo que empalmarse? ¿no? ¿Tú lo sabes? ¿No? Se te ha empalmado o has tenido una empalmada en las manos. Si no empalma no es un medley de verdad, es otra cosa. Y cuando crees que no puede haber más entrega llega el Tren Nocturno. Night Train. Y fin. Han sido 32 minutos. En posteriores ediciones de la era digital el show está íntegro, pero en 1963 salió así. La noche del 24 de octubre de 1962 James Brown entregó su alma al diablo y decidió dejar constancia. Formaba parte del pacto. Hasta aquel momento el mundo era de los singles. Su manager no quiso sufragar los gastos de grabación de un directo. ¿Pero a Q-U-I-É-N-C-O-Ñ-O le interesa un show grabado en directo? Las radios no ponen shows, ponen singles. Pero James Brown sabía que el demonio estaba con él, dentro y fuera. Y que quería salir. Y que el ritual fuera público. Y lo grabó. Y ganó. Y el resto es historia. Historia del R'n'Roll, el soul, el r'nb. Una historia de Sudor orgiástico. De Aquelarres. Del Alma. Y ahora, en el sexto año del siglo XXI, pones el disco en tu casa, y de los altavoces sale el diablo, y lo ves saltar y danzar ante tí. Y te gustaría venderle tú alma, sí, TÚ alma. La tuya. Para poder chillar como Mr. Dynamite. Para arrancarte el corazón y entregárselo a una de esas hembras voluptuosas que se contonean, palmean y te jalean. En la platea del Apollo Theatre de Harlem. Precios populares.


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7.8.06

Simpsonario (CDLXVII)

Pesadilla en Elm Street

Película clave del terror ochentero dirigida por Wes Craven y convertida en una larga saga de secuelas. Como es lógico, los especiales de Halloween han acudido a ella en diversas ocasiones, ya sea a modo de cameos de Freddie Kruger (por ejemplo en La casa-árbol del terror V) o dedicándole por entero uno de los subepisodios, concretamente Pesadilla en Evergreen Terrace (segundo subepisodio de La casa-árbol del terror VI), con el jardinero Willy convertido en un émulo de Freddy Kruger que debe ser neutralizado vía insomnio, evitando dormir, y con la acción conjunta de Bart, Lisa y Maggie.

CONSUMIDO POR LAS COMPRAS LITERARIAS

Sigo sumergido en un frenesí lector de libros como hacía tiempo no disfrutaba. Es terminar un libro e iniciar la inmersión en el siguiente mientras cabilo cuál vendrá a continuación. Tengo un par de cientos de títulos por leer en casa, y aún así mi espíritu consumista y apilador me subyuga y agarra de la entrepierna, obligándome a echar mano de la tarjeta de crédito por mucho que suban los tipos de interés, o quizá por eso mismo, que tanta afición a meterme en letras y mundos ajenos seguro que tiene que ver con algún tipo de necesidad de evasión. Lo cierto es que de los comentarios que ustedes (gracias) han ido dejando en los diversos textos y annexos a Subterránea tome buena nota de un par de libros: Gloriosos Fracasos de Paul Collins, que era el libro que servía Umberto Eco para hablar de La Tierra Hueca (PeterLorre me enlazó el artículo traducido al castellano) y que Mondadori sacó hace cuatro años), y Los demonios ocultos de Abel Posse (donde habrían viajes nazis al centro de la tierra).

El problema es que ambos libros parecen inencontrables en las librerías que frecuento en mi ciudad y probablemente descatalogados (al menos el segundo). Así que heché mano de la red y me topé con Iberlibro, que vendría a ser la unión como librerías virtuales de un montón de librerías, muchas de ellas de viejo o segunda mano. Ha sido un buen descubrimiento y he localizado ambos títulos, que a estas horas ya están de camino hacia la Mansión Ausente. Obviamente, no se trata de un lugar infalible y no he podido localizar ningún ejemplar de alguna de las dos biografías sobre Aleister Crowley publicadas en castellano -a saber: Aleister Crowley, la naturaleza de la bestia de Colin Wilson (Urano, 1989) y La gran bestia: Vida de Aleister Crowley de John Symonds (Siruela). El fracaso no me ha impedido descubrir un par de breves reseñas biográficas de La Gran Bestia 666 británica del ocultismo en castellano (esta y esta) así como que Colin Wilson, un novelista que no me ha llamado nunca la atención, también se dedica a las biografías y de tipos que me interesan. Las tiene de Gurdjaeff, Jung, Crowley o Wilheim Reich. Al final no he tenido más remedio que hacerme con ésta última, la del descubridor del orgon, tipo de vida intensa muy a su pesar. El libro de Wilson se llama, por cierto, A la Búsqueda de Wilheim Reich y lo editó Argos en 1981. Y sin moverme del tema he aprovechado para pedirme El Continente Perdido, antología de textos de Crowley que sacó Valdemar en su genial colección Intempestivas y que ya está descatalogado. Sé que quizá no llegue a leerlo nunca pero debía estar en mis pobladas estanterías.

Pero no se vayan, aún hay más. Borracho de pesquisas a la búsqueda de títulos que a veces busco pero nunca localizo, han caído más cosas. Por ejemplo, he querido completar mi colección de libros de Tom Wolfe con los dos que me faltaban (Los Años del desmadre y La Década Púrpura) y de Hunter S. Thompson (La Gran caza del Tiburón). Sí, soy un fanático del Nuevo Periodismo de finales de los 60 y estas compras me han hecho muy feliz. Ya puesto, he continuado con Máquinas de Amar, el ensayo de Pilar Pedraza sobre la mujer artificial en la ficción, y unas cuantas de las novelas protagonizadas Harry Dickson que sacó Júcar en los 70, pulps de Jean Ray desbocados y delirantes, dicen, y que necesitaba catar. Ya dije por aquí una vez que dice la leyenda que el escritor francés escribía muchas de ellas inspirado por las ilustraciones de portada previstas que le mandaba la editorial. Como Júcar sacó unas sesenta novelitas de Dickson y como los bellos títulos de todas ellas provocan alborozo en mi espíritu de serie bé, ni corto ni perezoso llamé a mi amigo C. Rancio, buen conocedor del tema, para que me dijera cuáles eran las más celebradas, inclinándome finalmente por Los Espectros Verdugos, La resurrección de la Gorgona y El Canto del Vampiro. He iba a continuar con Las Crisálidas de John Wydham, el autor de El Día de los Trífidos y Los cuclillos de Midwich (háganse un favor y léanlos este verano) , pero fue entonces cuando me di cuenta que debía parar, que absencito está en una edad en la que debe alimentarse bien y con productos de calidad ricos en vitaminas. Que no era cuestión de gastarse más dinero de sus merluzas y chuletas en libros. Con un sudor frío recorriendo mi cuerpo, apagué entonces el ordenador y me arremoliné en el suelo del despacho, convertido en un escarabajo de esos que cierran sobre sí mismos convertidos en una bola de asqueroso color gris, mientras espasmos y escalofríos diversos recorrían mi columna (in)vertebral. Como un yonqui. Como un vampiro que se resiste a acometer a una virginal doncella que aguarda en camisón en una cama a los pies de la ventana.

6.8.06

LA SELECCIÓN AUSENTE (XV): EL SECRETO DE UNA BUENA SALSA



Por una vez me alejo de los terrenos de la serie bé. Aquí donde la ven, esta escena de Uno de los nuestros me parece una de las cumbres de la cinematografía gangsteril y del cine en general. He sido incapaz de volver a cortar ajos sin pensar en el capo mafioso absolutamente entregado a su minuciosa labor gastronómica. De hecho, reconozco que desde entonces procuro seguir su profesional labor.

TRESCIENTOS TREINTA Y TRES DISCOS PARA AGITAR EL BOOGALOO ENCEFÁLICO # 013/333


EDDIE & THE HOT RODS : TEENAGE DEPRESSION (1976)


Así, a simple vista, con el año de publicación en mente (y más concretamente un mes antes de que los Ramones prendieran fuego al año nuevo londinense y dejaran constancia con su It's Alive!), observando esta hermosa portada (creo que es un negativo fotográfico coloreado) y la imagen que presenta, y viendo el título del álbum, el sentido común y, repito, la simple vista, nos hace ver claro que estamos ante un disco de punk rock. Ojo. Desde un punto de vista no simple sino asquerosamente cuadrado, habrá quien les diga que no, que en realidad es una de las obras cumbres del llamado pub-rock británico de los 70. De hecho, Eddie & the Hot Rods sería junto a los tremendos Dr. Feelgood sus mayores representantes. Ahora bien, tengan presente que casi siempre la vista simple no engaña. Visto en perspectiva la cosa es de un punk que tira de espaldas. Como mínimo puedo afirmar que es el eslabón perdido entre el punk londinense y el pub-rock. De todas formas, estas divagaciones son memeces y lo que importa es que la escucha de este álbum es una de las experiencias más vigorosas que puedan disfrutarse. Nada más empezar, la banda de Barrie Masters y Dave Higgs nos regala un redoble de batería supersónico que continua con esas guitarras furibundas marca de fábrica. A partir de ahí rythm and blues energético, pop poderoso, rabia, energía y velocidad para brincar. Temazos como el que abre el disco (Get across to you), el que le sigue (Why can't it be?), el que de nombre al disco o Horseplay son píldoras vitaminantes e inmediatas, sin olvidar la epicidad punk que destila la despedida (On the Run). Mención a parte merecen las versiones, no tanto por la estimulante revisión al The kids are alright de los Who sino por recuperar dos clásicos soul y convertirlos en misiles del guitarreo furioso y pogueable: el Shake de Sam Cooke y un brutal Show Me de Joe Tex que años más tarde reproducirían Los Enemigos en su primer disco. ¿Dónde un muchachote con una buena novia? Show Me

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4.8.06

Simpsonario (CDLXVI)

Personalidad

En general todos los Simpson presentan todavía algunas incongruencias y contradicciones en los primeros veinte o treinta episodios. Luego, el carácter de cada personaje poco a poco se vuelve a plasmar quedando inalterado en toda la serie. Inalterado, sin embargo, no significa estático, rígido o predecible. Al contrario, la familia Simpson y las decenas de personajes secundarios resultan ser figuras incisivas de carácter articulado y complicado. Algún crítico se ha arriesgado a hacer grandes comparaciones del carácter de los Simpson con el mundo literario, haciendo referencia a las comedias humanas al estilo Balzac, a enormes tragedias tipo Shakespeare o, más sensatamente, a identidades ocultas como en las obras de Pirandello. En este simpsonario se mira desde un punto de vista más modestos y espontáneo, pero parece evidente que el carácter o personalidad de muchos de los personajes de la serie son entes de ficción (clásicos y/o posmodernos) de enorme calado y sinceridad.

3.8.06

LOS PÉRFIDOS CHINOS ATÓMICOS DE SUBTERRÁNEA

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Hace bien poco dejaba por aquí un tutubo en el que se mostraba una, a mis ojos, bizarra terapia para ludópatas. La escena procedía de Battle Beneath the Earth (1967), es decir, Batalla Bajo la Tierra, pieza maestra en lo que a genuina bé movie pulp delirante y desprejuiciada compete. Bella muestra de que hubo un tiempo en el que la idea más pájera imaginable podía ser llevada a la pantalla grande sin problemas y sin dinero. Háganse a la idea: la cosa va de que los chinos, con sibilina paciencia, han ido perforando túneles subterráneos que, partiendo de la China (roja), recorren el Océano Pacífico y se internan, y mucho, en territorio estadounidense. El plan es plantar unas cuantas bombas atómicas debajo de los más importantes centros neurálgicos del Imperio: Detroit, Washington, New York y Texas (?) como punto de partida para la invasión. Un paranoico ex combatiente de Corea experto en ultrasonidos y recluido en un sanatorio mental pondrá la mosca tras la oreja de un antigua compañero ahora Comandante. Se inicia entonces la batalla del título (aunque en la práctica sean doce contra doce en unos túneles de cartón piedra).



Como ven, el punto de partida no puede ser más delirante. Lo bueno del caso es que el filme no sólo lo asume sin complejos desde el principio sino que va a más, no tienen ningún problema en plantear sinsentidos, escenas hilarantes, decorados futuristas de colores chillones, acción porque sí y recursos de guión insospechados.

Y obviamente entrega un batiburrillo de referencias e ideas sin igual. Tomen asiento y lean con calma, en esta esta joya del bajo presupuesto se darán de bruces con:
- referencias a la Guerra Fría y al peligro amarillo-comunista;
- a la tradición fumanchunesca del pérfido villano de ojos rasgados;
- al peligro atómico.
- Una deliciosa banda sonora plagada de todos los recursos melódicos de spy groove televisivo; en ocasiones la melodía y el cambio de plano hace pensar en las pausas para anuncios de las series de televisión;
- Una bonita protagonista femenina interpretada por una tal Vivienne Ventura. Por Dios... repitan conmigo... Vivienne Ventura. ¡Qué gran nombre artístico! Encima, si repasan su filmografía veran que consta principalmente de apariciones en series como El Santo, Wild Wild West, I Spy, El Agente de CIPOL, Get Smart y Los Persuasores. Pónganse en pié.
- Inventos retrofuturistas y ciencia pajera a tutiplén, incluyendo el enlatado de plantas nutritivas cultivadas en cámaras de rayos uva subterráneas;
- la desactivación simultánea de ocho bombas atómicas;
- inesperados giros de guión en los que el villano oriental traiciona la revolución cultural de Mao vislumbrando un futuro de reconstrucción mundial pleno de paz, con él de generoso líder y que, obviamente, explica sus planes en voz alta como mandan las reglas no escritas del mejor bolsilibro;
- científicos expertos en ultrasonidos víctimas de la paranoia 50's;
- tractores amarillos que perforan el subsuelo con rayos láser;
- el uso de estrategias defensivas tan visionarias como, atención, ordenar que se haga el silencio en todo el territorio de los EEUU a una misma hora para poder averiguar exactamente dónde están perforando los chinos en ese momento;
- una geóloga hawaina jamona en mono rojo que desconoce que la lava quema y que rápidamente le toma el gusto a matar chinos con cuchillo o metralleta;
- una realización 100% televisiva que acude al entonces pujante género de los agentos secretos (de Napoleón Solo al Superagente 86 pasando, claro, por James Bond);
- actores británicos haciendose pasar por chinos (de hecho, el filme es entéramente británico aunque intenta desesperadamente parecer norteamericano);
- bombas atómicas que explotan.
- palacetes chinos subterráneos decorados con biombos y jarrones de la Dinastía Ming;
- tubos que transportan seres humanos a toda velocidad por los subsuelos del planeta (como el teletransporte de Star Trek pero físicamente);
- lavados de cerebro a cargo de científicas chinas con ventiladores de mano que sueltan lucecitas; - cajas de herramientas para bombas atómicas con destornilladores de L clavaditos a los del Ikea;
- ideas tan extravangantes como acoplar dinamita a una bomba atómica (espero que ningún peón negro conspiranoico del 11M lea esto, que se pondrá muy nervioso);
- comandos de marines que se comportan como si no hubieran pasado veinte años desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
- acopio de ingentes cantidades de oro;
- ludópatas que se curan jugando a las tragaperras;
- Y, claro está, una visión pulp bastante original, por pasada de vueltas, de mi querida Subterránea.

Como ven es mucho, demasiado, para poder explicar sin acudir a una de esas galerías fotográficas comentadas que tanto les gustan a ustedes. Con ella les dejo.



En este pub la gente esta mirando... ¡un western por la tele!


El inicio de todo. Un hombre en Las Vegas con la oreja pegada al asfalto gritando "¡Son como hormigas y vienen a por nosotros!"


El científico paranoico, ya más tranquilo, explica lo que ha descubierto


Tractor amarillo chino que perfora el subsuelo con dos rayos láser.


Lo que siempre han deseado ustedes ver: el interior de una bomba atómica.


El Profesor Lee y el General Chan. Aunque no lo parezca son chinos (bueno, en realidad actores ingleses de esos de afectado tono shakespiriano) y tan malos como corresponde.


El tubo transportador subterráneo.


Tras silenciar todo EEUU, los ultrasonidos muestran hasta que punto ha avanzado el peligro amarillo transmutado en hormigas.


Un paranoico feliz perforandosus propios túneles tras una noche inspirada. No me pregunten qué le cuelga de la oreja.


La genial geóloga hawaina interpretada por Vivienne Venture. Memorable cuando avanza decidida a caminar sobre la lava y el militar protagonista debe advertir que la lava quema. Más tarde descubrirá que tiene cualidaes innatas para el uso del cuchillo y la metralleta. De hecho, le gustará más matar chinos que a un tonto un lápiz. Además, es una excelente asistente a la hora de desmontar bombas atómicas.


El General Chan en su despacho subterráneo junto a su inevitable mascota, un pobre halcón obligado a vivir bajo tierra. Segoro que Kim Jong Il tiene uno igual.


La Dr. Arnn, experta en el lavado de cerebros con ventiladores de mano que proyectan lucecitas. "El rojo es verde y el verde es rojo" junto a "El Este despierta y el Oeste se muere" son sus memes preferidos.


El malo le ofrece un cigarrillo al bueno. Observen con detenimiento la decoración de la base secreta china. Los jarrones son de la Dinastía Ming.


Un ejército de tractores amarillos pilotados por chinos con cascos rojos. Como ven, una terrible invasión está a punto de comenzar.


Añadiendo dinamita a una bomba atómica. Abajo a la derecha tienen la caja de herramienta con una generosa gama de destornilladores de Ikea ideales para desmontar armas de destrucción masiva.


El General Chan se despide de los espectadores. A su izquierda su símbolo personalizado decora una bomba atómica.


Una de las escenas más bellas que puedan verse al final de una película: la geóloga y el militar se abrazan y contemplan el espectáculo nuclear que han desatado por el bien de la civilización occidental.

Simpsonario (CDLXV)

Perro

El animal doméstico de los Simpson es el protagonista absoluto de El suspenso del perro de Bart; concuerda no sólo con la temática canina sino también con el estilo visual del episodio: los encuadres subjetivos, es decir, desde el punto de vista de la visión del perro, son en blanco y negro con ulteriores deformaciones tanto visuales como sonoras.

2.8.06

EL MUGRIENTO THRILLER COOL

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Asesino Implacable (Get Carter, 1971) es una de mis películas favoritas de todos los tiempos. Dicho lo cual puedo ponerme a chillar pumarescamente "¡Obra Maestra!" no sólo sin pudor sino con orgullo. Jack Carter es un asesino en nómina de la mafia londinense que regresa a su Newcastle natal para investigar la extraña muerte de su hermano, pese a las reticencias de sus jefes. Ese es el punto de partida, que acude a una de las tramas básicas de la narrativa universal: la venganza.


Leyendo a los clásicos de regreso a casa


Son muchos los elementos que hacen de esta amoral y violenta película una masterpiece. Ya de entrada, además de una de las mejores bandas sonoras de la historia (a cargo de Roy Budd: el tema central es una joya) tenemos un Michael Caine inconmensurable en el papel de un tipo cruel y frío (y por tanto, supercool desde el punto de vista más etimológico del calificativo), encarnación total del concepto de antihéroe sencillamente porque de héroe no tiene un pelo: un héroe se mueve impulsado a hacer el bien a quien le rodea, a Jack Carter le mueve la violencia de su propia existencia. Ni siquiera hay un lazo de amor familiar claro con el motivo de su venganza: a su hermano no lo ve desde que se marchó a Londrés y a su sobrina se dedica a darle dinero como único acto de amor que entiende. La historia reserva más elementos que enturbian la relación, en cierta medida sugeridos, como el hecho de que matar a los asesinos sea en realidad la única forma de amor fraternal de la que es capaz. Y es que esta es una película que combina de manera magistral sutilezas, cosas que se ven pero no se explican (ei, que esto es cine), violencia explícita, diálogos memorables y algunas de las metáforas sexuales más contundentes que recuerdo.



Otro de los muchos elementos destacables es el tono tremendamente naturalista con el que está rodada. Resulta sorprendente si tenemos en cuenta que el otro trabajo por el que es conocido Mike Hodges es por haber dirigido la adaptación ochentera de Flash Gordon. No se puede uno imaginar un titulo que sea tan antítesis como ese. Aquí no hay ese encantador despiporre camp, todo lo contrario. El tour turístico a la ciudad de Newcastle es tremendo: un lugar gris, de industrialización cutre, de pubs sordidos donde el feo proletariado inglés bebe cerveza, de discotecas de nothern soul absolutamente equidistante a la luminosidad pop del Swingin' London, de hipódromos envejecidos, ferrys oxidados y muelles que apestan a humedad postindustrial, de humeantes fábricas del siglo XIX que siguen en funcionamiento, de majoretes desfilando en descampados, de calles sórdidas y lumpen con gorra a cuadros y jersei de cuello alto, de playas plagadas de alquitran y porno ilegal en el que se folla con los calcetines puestos. En realidad, Hodges no hace otra cosa que aplicar caligrafías propias de los neorralismos, nouvelles vagues y freecinema a una historia no habitual para esas moderneces: un thriller de serie negra contundente y afilado como una navaja. El resultado es una sensación de cruda realidad inigualable tamizada subterráneamente con un substratro de humor negro más fuerte de lo que parece a simple vista (aunque no es esta una película para ver de manera simple).


De paseo por las playas de Newcastle

El otro elemento que me gustaría destacar es el trato dispensabo a los diversos personajes femeninos. Desde luego, Asesino Implacable es un filme que puede provocar súbitas diarreas a las feministas que buscan tres pies al gato. Los personajes femeninos están ahí para ser usados sexualmente e incluso asesinados (sin querer o queriendo) pero no hay que olvidar que estamos ante un filme que busca un contexto lo más realista posible, y si vemos a los sicarios mafiosos como seguramente son, también a las mujeres que los envuelven.


Violencia de género

Get Carter destila sexo por los cuatro costados pero carece de sensualidad, o casi. Y como les decía antes incluye en su metraje tres de las metáforas sexuales más contunentes que recuerdo:

1 - Cuando Carter sube por segunda vez al Ford Cortina descapotable de Glenda (Geraldine Moffat), una zorrona aficionada al cine porno ilegal que hace el doble juego sexual con dos de los capos de la ciudad, en montaje cinematográfico alterna velozmente primeros planos de la conducción del vehículo (con guantes, je, sexo precavido) con los de la escena subsiguiente, el encuentro de rigor en el catre y con el antihéroe de la función, a ritmo del sudoroso crime jazz de Roy Budd. Llave de contacto, bragas que se bajan, cambios de marcha, velocidad, cuerpos descocidamente fornicantes, tubos de escape que sueltan humo, cigarritos mirando al techo.


El cambio de marchas, ese símbolo fálico universal


2 - Cuando Carter pide a la casera que le deje llamar por teléfono. Al otro lado de la línea está una tremenda Britt Ekland que se someterá a una sesión de sexo oral a distancia. Carter lanza obcenidades con frialdad, ella se masturba, la casera escucha ejerciendo de voluntaria voyeur(o mejor "escucheur"), Carter continua susurrando sexo guarro mientras mira sostenidamenet a la casera, ésta mueve el balancín cada vez más rápido, en la distancia la Ekland se corre. Y todo en el marco de una sordida pensión de los bajos fondos.


Sexo oral

3 - Cuando a Carter le interrumpen un polvo un par de matones. La escopeta bajo la cama le salva de una buena tunda. Desnudo, obliga a los dos sicarios a salir de la casa. Les acompaña hasta la puerte rifle en alto. "Vigila no se dispare" dice uno. "Se refiere a la escopeta" apunta, veloz y socarrón, el otro. Ya en la calle, la visión no sólo impacta en una anciana vecina sino que perturba a una de las niñas del desfile de majorettes más gris y cutre que recuerdo, personificación extraña de una ciudad industrial a punto de sufrir una reconversión salvaje.


Caine, rifle en alto

No me gustaría despedir este pedazo de película, insisto que una de mis favoritas de todos los tiempos, sin dejar caer un cierto paralelismo con muchos filmes de samurais (y no sólo por ser una historia de venganzas) o sin citar otra escena, menos memorada (que no memorable) que indica muy bien esa atmósfera tan contundente: cuando Carter visita, nada más llegar a Newcastle, el apartamento (cochambroso y sin vida) de su hermano. En una habitación está el ataud. La casa está vacía. Nadie vela a un cadáver que espera, en soledad, que le trasladen al cementerio para un funeral desértico. Caine, al llegar al apartamento y descubrir al finado en una habitación, tapará su rostro con un velo. ¿Porqué, si no va a verlo nadie más que él? Es una de las muchas sutilidades de un filme que, no hace demasiado, fue objeto de un remake protagonizado por un Stallone en horas bajas. No tengo huevos de verlo: de por sí la sóla idea de un remake me provoca turbias sensaciones.




La novela original

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Cartel de la época donde sorprende una americana floreada que jamás veremos.

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El cartel norteamericano, tremendamente pop art.

1.8.06

Simpsonario (CDLXIV)

Perfeccionismo

Maníaco el de Ned Flanders, que le acarrea frecuentes peleas con sus vecinos (que son los Simpson, claro está). Es casi una neurosis perfeccionista que incluso le empuja, en el episodio El club de los "patteos" muertos, a escribir una carta a Homer en la que se disculpa por la perfección de su familia (“tú eres mi hermano, te quiero y siento una gran pena en mi pecho”) cerrando un irónico círculo: es tan “perfecto” a sus propios ojos que tiene remordimientos de serlo, por mucho que haya sido Homer el que le insultara gravemente.