Las batidas en pos de maravillas publicitarias se han incrementado estos días, sobrestimulando mi ya de por sí desarrollada querencia por la fascinación y la sorpresa sin esfuerzo. Muchas de las imágenes las estoy sacando de la comunidad de Live Journal dedicada a la publicidad Vintage. Un pozo sin fondo de maravillas de todo tipo en el que llevo tiempo buceando, cada día un poquito, compilando el material que he decidido dejar suelto estos días. Que la publicidad está llena de falos y referencias sexuales es bien sabido, que cosas aparentemente normales hace años se ven ahora con los pelos de punta también. Casi desde el principio el blog ausente se ha dedicado a buscar y mostrar extravagancias, imágenes añejas y visiones hoy incorrectas, las más habituales con las mujeres y las razas como eje central. Quizá sin querer he desarrollado demasiado mi instinto y ya no sé si en ocasiones me ofusco y veo demasiado. En parte, es lo que los lectores de Jotacé definen como Mente Sucia. Les dejo a continuación una serie de casos prácticos, algunos mosqueantes, otros evidentes y, algunos, eu... algo. Empecemos.
Vaselina, derivado del petroleo descubierto en 1859 y de múltiples aplicaciones, aunque la cultura popular la asocia inmediatamente como símbolo de la lubricación sexual. La vaselina, además, es marca registrada (al menos en los EEUU). El anuncio de arriba muestra una glamurosa y breve fotonovela ambientada en un casino, lugar donde el macho alfa descubre al tramposo y se lleva a la jamona. El producto, de marca vaseline, es, pero, un tónico capilar. De todas formas, sospecho que es uno de esos productos secundarios cuyo objeto es más bien promocionar la marca (el alcohol y el tabaco han acudido fracuentemente a esta táctica ). El objetivo es anunciarse allá donde no se puede. En revistas como Time y Newsweek no quedaría bien publicitar la vaselina como lubricante, así que se recurre a un producto secundario y se deja que la cultura popular haga el resto. Lo que incita mi intuición es el mensaje final: The man who knows how to take care from himself. Continuemos.
Esto es un ejemplo en las antípodas del anterior. Se trata de un artículo de broma (ja ja ji ji) inaudito y poco conocido: un pequeño trozo de piel de visón con el que cubrir el agujero de las cerraduras en el que se introduce la llave. El dibujo deja bien claro el símil sexual. Aquí no hay dudas, es todo claro y diáfano. Pasemos al siguiente ejemplo, un clásico de toda la vida.
Pues sí, el vibrador. Lo gracioso del añejo anuncio es que se vende como objeto para el masaje y el relax (en la espalda, en la planta de los pies) y en ningún momento se revela su verdadera función sexual, más allá del any part of the body o las medidas. Ahora lo tenemos muy claro todos, pero hace sesenta años, quien sabía entendía (y de inmediato se convertía en cliente potencial) y quien no, pasaba la hoja sin demasiado interés ante un nuevo artefacto inútil.
¿Pasa lo mismo con este dedo vibrador? Pues no lo sé. El artilugio es bastante menos popular, pero el absurdo de mensaje de producto recomendado por dentistas me deja del todo perplejo. ¿Es posible tamaño desproposito médico? Yo creo que no, que es un caso como el anterior: el que sabe, entiende. El problema es si alguien se lo compró pensando en mejorar la circulación de la sangre en sus encías. Siguiente parada.
El joystick, y su mango, un clásico del doble sentido para las nuevas generaciones. El anuncio es viejo, de los setenta, pero ya se juega a ello, y el efecto es realmente chocante: una tierna y aún por desarrollar pilila adolescente del todo erecta. Tengo muy claro que es un símil nada sibilino y buscado ex profeso. Tengo mis dudas con el siguiente, así que agárrense para el impacto.
Duncan Hines, marca de postres tradicionales de Kentucky. La doble lectura del anuncio es tan burra, tan brutta, tan salvaje, que no acabo de tener claro si es fruto de un desastre. Quizá sea que la pornografía gonzo nos ha convertido en perturbados, no sé. Pero ahí está: introduciendo dos dedos en el chocolate. Inquietante, porque tanta turbulencia es el quid de la cuestión: ¿busco más de lo que hay?.
Publicidad de un motor para máquinas de coser de 1918. Llegados a este punto sin retorno, con el deconocimiento que tenemos en el siglo XXI sobre estas útiles máquinas, tengo la sensación de estar en una película de Cronenberg, con todos esos extraños complementos vibratorios; y me quedo pensando que vivimos en un mundo muy extraño. Y como me gusta pensar que no hemos perdido toda la inocencia, medito sobre extraños artilugios que mi vista no percibe mientras que otros saben de qué va.
Mostrando entradas con la etiqueta perplejidades. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta perplejidades. Mostrar todas las entradas
20.2.08
17.2.08
LA SORPRENDENTE INVENCIÓN ALEMANA QUE MULTIPLICA EL PLACER DE LA TELEVISIÓN
Este también lo he pillado en Todo Bizarro. Nunca conocí a nadie que lo tuviera. Lo de que los árboles serían verdes y el cielo azul era, sin duda, un milagro de la ciencia.
9.10.07
DESDE SITGES CON ARDOR (XXII): THE NINES

Y el yanqui pijo y listillo de Sundance hizo acto de presencia, como es habitual. Aunque en esta ocasión hay que decir que el resultado es un poquitín más simpático de lo habitual y a ratos fresquito, pero igualmente se complica la vida. Tres historias interpretadas por los mismos actores, aunque difeferentes personajes, que se entrecruzan con cierto aire lynchiano. La primera, con mucho tono de comedia y momentos inquietantes, sobre un actor en arresto domiciliario. La segunda, grabada en plan tele-realidad, sobre las desventuras de un guionista de televisión. La tercera, una extraña paranoia familiar en un bosque. Al final, una resolución (la del nexo real y explicación de los extraños cruces) críptica, solipsista y, a mí que me perdonen, propia de un bachiller metafísico. Yo hacia la mitad empecé a aburrirme a ratos, aunque de vez en cuando regresan los chispazos de frescura iniciales. Una peli visible pero algo autocomplaciente en su deseo de buscar tres pies al gato.
THE SPOILER ZONE
(lea bajo su propio riesgo)
"¿Pero, al final, él es Dios?" oigo comentar con perplejidad a mi espalda mientras la bella Eunice Szpillman exclama lo que yo sospechaba pero no me atrevía a decir: son tres partidas de los Sims.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)