29.5.10

LA ISLA Y LOS MUERTOS


Los protagonistas de esta serie viven grandes aventuras en la isla pero en el avión se aburren muchísimo
(Absencito, 5 años)

Se acabó Lost y a estas alturas deben estar ustedes hasta los cojones, así que les pido disculpas por dejar aquí constancia de cómo se ha vivido la Season Final en la Mansión Ausente: con llantos de funeral. Imaginen la escena: Un machote como yo, un tipo frío (gélido) y sin sentimientos derramando lágrimas como si acabara de asistir a la muerte de su mascota preferida, y sólo era el final de una serie de ficción. Me doy cuenta, entonces, en la catarsis emocional de la despedida, de los adictivos rituales practicados durante estos seis años (esperas, descargas, visionados cuando los niños duermen, a veces incluso sexo después) que sin duda han influido en la domésticamente húmeda conclusión. De hecho, se forjó un vínculo invisible que en mi caso une Lost al crecimiento de absencito. Comenzamos a ver la serie porque, entre papillas y pañales, no teníamos tiempo de ver nada más. Seis años más tarde Lost se seguía mirando de noche porque el resto del día la televisión está sometida a la tiranía de Bob Esponja y Super Mario.

- Bueno, se ha acabado. ¿Y ahora qué?
- Ahora nos levantamos del sofá y limpiamos los platos de la cena.
(Diálogo en la Mansión Ausente tras la Season Finale)

Pertenezco al grupo que se da más que satisfecho con el final de la historia. Disfruté del último episodio y despedí a los personajes con cariño y emoción. Creo que esa la intención. Perdidos se había vuelto autoconsciente en su última temporada, y así hay que tomarse ese funeral final, un entierro y despedida de la serie y sus personajes. Y todo funeral es homenaje, incluso cuando el fallecido no lo merece, que no es el caso. Descanse en paz.

Entiendo que pueda no gustar, y me encanta el baile de sopapos acaecido después. Yo estaba preparado por varias razones. El principalo es que me di cuenta al final de la quinta temporada de que no se iban a satisfacer muchas de las expectativas que había creado. La irrupción de Jakob y su némesis dialogando en la playa me dejó claro que la tensión entre ciencia y magia (o misticismo) se iba a decantar por lo segundo. Y el aburrimiento que me provocó el episodio quels dedicaron en la secta temporado me lo confirmó. Refunfuñé para mis adentros y seguí adelante. Al final, curiosamente, la cosa acabó por inclinarse hacia lo emotivo, que también estaba ahí.

También tenía muy claro que Perdidos es pura subcultura de derribo. Una especie de serial de los 40 modernizado para inicios del siglo XXI. Una mezcla de aventura y culebrón obligada a tirar hacia delante a toda velocidad, sin respiro, con unos finales de episodio (pum, lost) siempre en alza, disparando incógnitas y misterios como una ametralladora, liando la madeja semana tras semana, respondiendo siempre con nuevas preguntas y mayor sentido de la maravilla. Estatuas gigantes, viajes en el tiempo, islas que se mueven, sectas new age, rusos tuertos con mala leche, guiños, escotillas misteriosas, periscopios, bombas atómicas, ruedas de molino, cabañas fantasmagóricas y gente que habla con los muertos. Como en toda obra de ficción de estas características siempre se mira hacia delante y se toma carrerilla, cuando gira la vista lo hace para guardar las apariencias. La improvisación está ahí, obligada por mil circunstancias y la propia trampa que se ha cavado; pero importa más el suspense, el eterno qué pasará. Y al final, lo que ha pasado siempre decepciona porque es imposible darle solución. Afortunadamente, soy un descreído hacía la tradición que juzga una ficción por su final. Como se ha escrito tanto estos días, soy de los que disfrutan con el viaje y no con la llegada a buen puerto.

mystery tales 40 (Atlas, 1956)

Con Lost he disfrutado mucho del viaje, me ha regalado horas de evasión y entretenimiento, así que la aplaudo a rabiar. También me gusta tanto interrogante por cerrar de manera no tácita. Parte del fenómeno Lost fue esa respuesta inesperada y novedosa en la que la red comenzó a fabular teorías y respuestas. Ahora tenemos todas las cartas sobre la mesa y podemos jugar con ellas, intentar montar un rompecabezas imposible que nos obliga a trampear las piezas y doblarles las esquinas para inquibirlas a presión. Nos han regalado Lost, la han puesto en nuestras manos de la misma forma que la isla está en manos de Hurley, que no era otra cosa que nosotros mismos, adictos a la ficción fantástica. Y si necesitan explicaciones (otra cosa es que les agraden), la red esá llena de ellas.

En realidad, para hablar de finales, bueno, todo lo que había que decir se dijo en el final de la primera temporada de Reflexiones de Repronto. Así que les dejo con este flashback que demuestra que en el Laboratorio ya lo sabíamos todo.