Decíamos en la primera entrega que a raíz de la aparición de Superman en 1938 el tebeo de grapa se convierte en un fenómeno de masas. El fenómeno se expande con centenares de réplicas del superhombre (aunque en muchos casos no exista el factor sobrehumano). La viñeta de arriba, en la que Superman se enfrenta directamente a Hitler, no se publicó inicialmente en tebeo sino en la revista Look, en febrero de 1940 (aquí tienen la historia). EEUU no entraría en la guerra hasta el ataque japonés a Pearl Harbor en diciembre de 1941, es decir, casi dos años después de este encontronazo entre Superman y Hitler. Los primeros superhéroes habían tomado partido por la beligerancia mucho antes de que esta se hiciera efectiva. Casi sin querer, el comic book pretendidamente inocente se mostraba como un posible conducto ideológico.
La opción ideológica de enfrentarse a las potencias del eje no fue una anécdota vinculada a Superman. En marzo de 1941 hacía su estreno el Capitán America de Simon y Kirby, un superhéroe de origen militar que ya en la portada de su primer número le pegaba un guantazo a Hitler.
Otra portada anterior a Pearl Harbor, bellísima por ese uso de una fotografía retocada de la cara de Hitler, en este caso perteneciente al primer número del Daredevil de la editorial Lev Gleason. La toma de partido de los superhéroes a favor de entrar en la guerra tiene una de sus más claras explicaciones en el hecho de que muchos de los autores eran de origen judio. Curiosamente, tanto Wertham como otros críticos atacaban a los superhéroes al considerarlos personajes fascistas. Recordemos la célebre frase del autor de La seducción del inocente: con estos tebeos Nietzsche ha entrado en las guarderias.
El número 9 de Mystic (Timely/Atlas) lleva fecha de portada de diciembre de 1941, lo cual lo coloca en una zona gris que hace difícil saber si la portada estaba realizada antes o después de Pearl Harbor. De todas formas, lo que me parece interesante destacar es que siguiendo la temática weird menace (que como vimos había pasado del pulp al comicbook), con esa moza a punto de ser introducida en un horno crematorio (mediante un artefacto movido con poleas), se produce una sustitución: el villano encapuchado ha sido reemplazado por un mal con rostro propio, en este caso Hitler en persona.
Esta otra portada, del número 14 de Rangers Comics (editado por Fiction House, cuyas portadas siempre fueron hijas directas del pulp porque la editorial había empezado con ellos), es de 1943, es decir, ya con los EEUU metidos en la guerra. El héroe rescata a una jamona que va a ser decapitada por un soldado japonés (la perfidia oriental viene de lejos, pero sólo lo apunto). Hay que destacar la enorme carga sadomaso de la imagen, con la moza vestida de negro, generosa en curvas, atada con cadenas y en incómoda postura arqueada.
Esta otra portada, Terrific Comics núm. 4 (Holyoke, 1944), destaca por la violencia de ese rostro en primer plano del japonés tiroteado, con los ojos casi saliendo de su órbita y la sangre manando a chorros de la boca.
No sólo los superhéroes se fueron a la guerra. Arriba tienen una portada de los Terry Toons, un grupo de funny animals que por un momento pierden su carácter infantil para satirizar con Hitler, Mussolini e Hirohito. Durante la Segunda Guerra Mundial es evidente que los tebeos se convierten en vehículo para la propaganda, pero es una propaganda que debe ser matizada: no tiene su origen en el gobierno y el poder político, sino que nace de abajo, de los autores, los editores y los mismos lectores que la demandan.
(continúa en parte cuatro)
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario