
La opción ideológica de enfrentarse a las potencias del eje no fue una anécdota vinculada a Superman. En marzo de 1941 hacía su estreno el Capitán America de Simon y Kirby, un superhéroe de origen militar que ya en la portada de su primer número le pegaba un guantazo a Hitler.

El número 9 de Mystic (Timely/Atlas) lleva fecha de portada de diciembre de 1941, lo cual lo coloca en una zona gris que hace difícil saber si la portada estaba realizada antes o después de Pearl Harbor. De todas formas, lo que me parece interesante destacar es que siguiendo la temática weird menace (que como vimos había pasado del pulp al comicbook), con esa moza a punto de ser introducida en un horno crematorio (mediante un artefacto movido con poleas), se produce una sustitución: el villano encapuchado ha sido reemplazado por un mal con rostro propio, en este caso Hitler en persona.
Esta otra portada, del número 14 de Rangers Comics (editado por Fiction House, cuyas portadas siempre fueron hijas directas del pulp porque la editorial había empezado con ellos), es de 1943, es decir, ya con los EEUU metidos en la guerra. El héroe rescata a una jamona que va a ser decapitada por un soldado japonés (la perfidia oriental viene de lejos, pero sólo lo apunto). Hay que destacar la enorme carga sadomaso de la imagen, con la moza vestida de negro, generosa en curvas, atada con cadenas y en incómoda postura arqueada.
Esta otra portada, Terrific Comics núm. 4 (Holyoke, 1944), destaca por la violencia de ese rostro en primer plano del japonés tiroteado, con los ojos casi saliendo de su órbita y la sangre manando a chorros de la boca.
No sólo los superhéroes se fueron a la guerra. Arriba tienen una portada de los Terry Toons, un grupo de funny animals que por un momento pierden su carácter infantil para satirizar con Hitler, Mussolini e Hirohito. Durante la Segunda Guerra Mundial es evidente que los tebeos se convierten en vehículo para la propaganda, pero es una propaganda que debe ser matizada: no tiene su origen en el gobierno y el poder político, sino que nace de abajo, de los autores, los editores y los mismos lectores que la demandan.
(continúa en parte cuatro)
No hay comentarios:
Publicar un comentario