A las tres de la madrugada mi alma de cacharra pedía continuar con el maratón de mondo macabro. Pero una jornada laboral de casi doce horas y los pases de prensa a primera hora obligaban al descanso. La tailandesa Lady Terminator debió quedar para un incierto visionado futuro. Cuatro horas de sueño y, a las nueve de la mañana, legañoso y prefiriendo olvidar el pésimo buffet chino de la cena (eso sí es terror), dos pelis: Finding Neverland y Saw.
La primera, sobre la gestación de Peter Pan. Filme de tradición británica que enseguida consigue tener más alma y menos frialdad de la acostumbrada. Johnny Deep, un actor que me cae la mar de bien, encarana a JM Berrie acompañado de la Winslet, Julie Christie y Dustin Hoffman. La película, porque no decirlo, bonita. Un tipo duro como yo hasta y se ha emocionado un poquitín. Será la partenidad, será que estas llamadas a la fantasía como liberación me tocan. La historia del niño que no quiere crecer como contraste sobre un niño de infancia robada que inspira al dramaturgo inglés.
Luego Saw, el éxito de la Semana de San Sebastian de este año. Una serie B (en los parámetros yanquis, ojo) que nos presenta de nuevo al psicópata refinado, retorcido y rebuscado habitual desde Seven. La forma en que se estructura la historia, el ritmo y la violencia consiguen que un tema habitual se siga con mucho interés. Un rompecabezas con algunos giros argumentales notables, algo exagerado y bastante trepidante. De todas formas, que algunos la defiendan y luego arremetan contra Old Boy debería ser motivo de reflexión. No por mi parte.
Me piro a ver un par de cosas más en mi recta final del certamen.
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