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29.12.08

LA MALA MUJER


Prometí reseñar por aquí La Mala Dona, novela de Marc Pastor editada en catalán por La Magrana y, de momento, inédita en castellano. Era uno de los tres libros recientes que recuperaban la figura de Enriqueta Martí, la vampira del carrer Ponent a la que deberían recordar ustedes tras esta entrada ausente, y sin duda el que ha tenido más eco mediático. No sé como son los otros (aunque están en mis manos), pero al hecho de que es una buena novela hay que añadir que su escritor es un tipo peculiar, criminólogo y miembro de la brigada científica de los mossos d’esquadra (la policía autonómica catalana). Marc, además, es un tipo la mar de simpático al que pude entrevistar vía radio (audio aquí) dada su condición de irredento lector de cómics, fan de Garth Ennis (Punisher incluido, que viniendo de un policía no es moco de pavo) y amigo de Lo Zombi.

Disfruté bastante con la lectura, y las arriba indicadas buenas credenciales en cuestión de gustos no engañan. Son varias las cosas que me gustan de la novela. La primera es su ánimo de pastiche pulp, y al que entienda lo de pastiche como peyorativo le arreo una colleja. Los amigos de Sherlock Holmes seguro que me entienden. El propio Marc se refiere, en su blog, a Asesinato por Decreto, la estupenda película de Bob Clarck en la que Holmes se enfrentaba a Jack el Destripador. En La Mala Dona tenemos a un gran personaje, el inspector Moisés Corvo, enfrentado a la resolución de los crímenes perpetrados por Enriqueta Martí.

Ficción y realidad se mezclan con habilidad. Personajes reales, como la propia asesina y su entorno, pero también José Milán-Astray quien, antes de fundar la legión española, desempeñó el cargo de jefe superior de la policía barcelonesa, se mezclan personajes ficticios de corte más folletinesco, como el citado inspector Corvo, el ilusionista Makaroff o el enajenado profesor Isaac Von Baumgarten, una mezcla de Van Helsing y Robert Knox, el médico que Stevenson inmortalizó con su Ladrón de Cadáveres (y cuya adaptación fílmica también está presente al inicio de La Mala Dona).

Acudir a Holmes, Stevenson o Poe resulta un acierto porque envuelven Barcelona de una estupenda atmósfera gótica. De hecho, la ciudad se convierte rápidamente en uno de los protagonista indiscutibles de la historia, una Barcelona recién salida de la Semana Trágica, políticamente agitada, en la que burguesía y modernismo guardan bajo la alfombra numerosos cadáveres, entre ellos los niños asesinados por Enriqueta Martí.

He disfrutado con esa Barcelona de barrios altos (el Casino de la Rabassada, hoy ruinas ocultas por el bosque de Collserola) y, sobre todo, de barrios bajos. Ahí me ha tocado fibra por vivir en Ciuatat Vella y reconocer todas las calles. ¡Coño, si hasta hay una persecución a las puertas de mi casa! Encima, me ha servido para descubrir que mi casa era casi colindante (a la vuelta de la esquina) con el Xalet del Moro, el burdel de lujo de principios del siglo XX (y sobre cuyos restos se alza hoy el ambulatorio de la Seguridad Social que me corresponde por zona).

Me gusta también que no se apropie del todo de Enriqueta, es decir, no quema al personaje, lo toma, utiliza y vuelve a dejar en su sitio para quien quiera seguir fabulando con ella. Del mismo modo, es una novela con ambición. He alabado su ánimo de pastiche pulp, pero ese detalle no debe llevara a engaño porque no se trata de un bolsilibro (por mucho respeto que tengamos a la novela popular de a duro) y el Marc Pastor escritor también se deja ver con una estructura narrativa interna de cierto riesgo donde destaca el hecho de que el narrador sea nada menos que La Muerte, una apuesta que no me negarán que tiene sus cojones.

Para acabar, recomendarles un paseo por el blog de Marc Pastor, donde encontrarán algunas referencias más a las aquí mentadas y alguna documentación de interés, como fotos de la época de las casas donde se descubrieron fosas y dobles paredes con restos de niños asesinados.

26.11.08

ENRIQUETA ME ESTÁ ARREBATANDO


Conocí la historia de Enriqueta Martí, la vampira del carrer Ponent, de la mano de Rubén Lardín en las páginas de El día del niño: la infancia como territorio para el miedo (Valdemar, Intempestivas, 2003). El relato de su historia, en el capítulo Ogros, una sacamantecas que secuestraba niños de familias humildes para convertirlos en pócimas que vender a la alta burguesía como remedio para la tuberculosis, me capturó en su momento pero la poca información disponible por entonces hacía difícil profundizar en el personaje. Hoy las cosas han cambiado, pero por lo que a mí respecta el texto de Rubén funcionó un poco como eje fundacional de la actual recuperación del sangriento personaje que asoló la Barcelona de principios del siglo pasado, y que permanecía en el olvido más allá de las referencias a su figura realizadas en algunos (pocos) libros sobre vampirismo (aquí uno) o en las páginas de la revista Karma-7 (según tengo entendido). Y lo es porque de lo que se trata es de sacar a Enriqueta de los territorios de la no-ficción pulposa y de derribo para llevarla a un lugar mucho más acogedor e interesante: la cultura pOp, y más cuando se trata de nuestra versión (en ciertos aspectos mejorada) de Jack el Destripador.

A Enriqueta la reencontré luego, aunque brévemente, en Mujeres Asesinas de Diego Ávila (Libro Hobby, 2005) (Diego os odia, por cierto, y tiene un maravilloso blog lovecraftiano al que quiero regresar en breve) y en un artículo de Pedro Costa publicado en El País hace casi tres años que es posiblemente el texto de referencia básico en internet, y al que les remito porque mi sintesis del caso inicial deja fuera inumerables detalles. Aconsejo, también, visitar la ficha de la wikipedia (transcrita con prisas de la catalana) y el tutubo del reportaje de Cuarto Milenio.

Recomiendo todas estas visitas porque, tras investigar las huellas del destripador en las páginas de la Hemeroteca de la Vanguardia, enseguida me he puesto manos a la obra con la vampira del carrer Ponent y ando recopilando noticias de manera casi compulsiva, rayando en la obsesión y sacando tiempo de cosas más importantes. Enriqueta me está arrebatando ya de manera definitiva. Además, son muchos los detalles: traspasa a lo crudo y real aquello tan metafórico del rico que se come al pobre, supone un caso de especial salvajismo y frialdad de asesinato de niños (particularmente horrible), estuvo envuelto de un secretismo institucional que da para mucho, se desconoce el número exacto de víctimas y el tiempo que duro su actividad, desvela las sombras de la Barcelona modernista (escándalos sexuales incluidos)... y son muchos los misterios que el paso del tiempo ha condenado al terreno de lo irresoluto. De hecho, si buscan por la red encontrarán que en determinados aspectos conviven versiones alternativas (sobre su muerte, sobre la desaparición de sus antecedentes delictios, sobre su vampirismo). Enriqueta debe formar parte de nuestro imaginario pOp, y salir de las tinieblas porque como barcelonés me parece triste el desconocimiento existente sobre su figura: somos, al fin y al cabo, hijos de nuestros cuentos de miedo.

A mi inmersión documental hay que sumar la lectura de La Mala Dona de Marc Pastor (La Magrana, 2008), buena novela cuya lectura, iniciada en un momento imposible, por fin he acometido como merece, es decir, aquí te pillo aquí te leo en un plis plás. Una reseña más detallada está al caer, junto a una visita guiada por el blog del escritor, ya que tiene material gráfico interesante (la imagen que preside esta entrada, por ejemplo). La Mala Dona es, por ahora, el último de una serie de libros recientes sobre el personaje: Los diarios de Enriqueta Martí (Pierrot, Mteditores, 2006) y El Misterio de la calle Poniente (Fernando Gómez Hernández, Huerga y Fierro Editores, 2007). Supongo que acabaré haciéndome con ellos más pronto que tarde. Y ahora les dejo. Debo regresar a la hemeroteca. Enriqueta me llama.