26.10.07

QUE LE DEN POR EL CULO AL AUTOR



Ismael Alonso acaba de enviar a la lista zombi el TuTubo que tienen ahí arriba. Es promocional. Sabía que Balagueró y Plaza grabaron al público durante los pases de [REC]. Gustándome, como me gustó, la pelí (mucho, ya lo dije), supuse que formaba parte del pajerismo propio del autor convencido de su obra y de que Sitges reunía la condiciones de pase perfecto: sala llena, público entregado, autosugestión. En mi inocencia no pensé en el uso promocional. Ahora supongo que son ambas cosas: disfrutar de la gente viendo tu película y encima reutilizar el material. Y jugar con él, claro. Pero no es por aquí hacia donde quería encaminar este texto nacido de una reflexión inmediata. No. Ni siquiera unirme a la (excelente) promoción viral propuesta. No. Tampoco el desplazamiento posmoderno, manierista y espiral de una película rodada en falsa telerralidad que, además, opta por rodar al público que la mira. Si siguiera ese camino estaría traicionando el título del post escogido. No. Que le den por el culo al autor. Lo que aquí me ha cautivado es el público en si mismo. Sus reacciones instintivas. La satisfacción ante el susto mientras a tu lado la chica se revuelve. Ese calambre que recorre la platea en un instante mágico de sobresalto. El Público, sí. Y que le den por el culo al autor. El cine como espectáculo de feria, con sus freaks, sus montañas rusas oxidadas, sus feriantes malolientes y el algodón de azucar. Al fin y al cabo nació así. Nació para eso. Para un intercambio inmediato: tu me das una ficha y yo te doy una sensación. Quizá sea una sensación de mierda, pero... ¿Quién pone precio a las sensaciones? El público, claro. Igual, en una sociedad controlada y televigilada, seria hasta bueno convertir esto en costumbre. Girar la perspectiva crítica y alejarla del autor y de la paja. Sí. Vale. Gracias señores Balagueró y Plaza por el buen rato. Gracias. Y yastá. Igual y la magia no está en la pantalla sino frente a ella. Y entonces te callas y miras a la gente. Sencillamente la gente. Mira como bostezan. Como duermen. Como se desentienden. Cómo se excitan en la intimidad. Como odian al malo. Como corren con la chica. Ahí, sí, en su falsa intimidad grupal. El Público. ¿Quién puede llamarle tonto? ¿Quién puede poner un pero? ¿El arte es una reflexión autoral masturbatoria o una sensación en el estómago de quien lo mira? Definitivamente, a mí dame un percepto y déjate de travellings. Y que le den por el culo al autor.

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