DESDE SITGES CON ARDOR (XI): DIARY OF THE DEAD

No está nada mal el nuevo Romero. Interrumpe la continuidad temporal de la saga (quizás para siempre) y regresa al inicio. Falsa realidad, de nuevo, en la que un universitario adicto a su cámara y a subir imágenes al Tutubo (un diálogo sobre las visitas recibidas no dejará indefirente a ningún adicto a la blogoesfera y aledaños) rodará, cámara la hombro, la génesis de la invasión zombi y el inicio del fin del mundo. Romero es más un cineasta de impulsos que un esteta, pero eso no quiere decir que no asuma riesgos. Y aquí lo hace y sale bien parado. Como ya pasaba en [REC], la clave está en que pese a la apuesta formal se sabe ficción y se desmelena con ella. Y, de hecho, la película funciona mejor cuando busca el humor negro (genial la aparición del amish sordomudo) o el impacto gratuitamente violento, pero también incluye imágenes tan bellas como la de los zombis en la piscina, los guiños a la lentitud de los zombis o la presencia de la Momia (en una escena, con teta incluida, con la que se podría hacer un tratado metalenguaje). También tiene un algo de postumo. Absolutamente independiente y obligado a trabajar con presupuestos reducidos, Romero nos dice, al final, que piensa rodar zombis hasta el último momento.