Hace unas semanas reseñaba por aquí esa fantántica novela fundacional que es Soy Leyenda de Richard Matheson. Me comprometía entonces a ver las dos versiones cinematográficas del filme y no he tardado demasiado en ponerme manos a la obra con la primera de ellas.
The Last Man on Earth (1964) ha sido durante mucho tiempo una serie bé maldita y casi desconocida, al menos para el espectador español. Ahora ya no tanto, dado que no sólo corre por ahí una versión libre de derechos sino también una estupenda edición en dividí de zona uno subtitulada en cristiano (y haciendo doblete apocalíptico con el Panic in Year Zero de Ray Milland) dentro de esa colección tan querida por mí que son la MGM Midnite Movies. Parte de la histórica dificultad para incarle el diente, pese a estar protagonizada por el gran Vincent Price, estribaba en lo serpenteante de su realización. Verán ustedes, en un principio el guión estaba en manos de la británica Hammer e iba a ser dirigido por Val Guest, pero al final el proyecto no llegó a ningún sitio y finalmente se acabó convirtiendo en una extraña coproducción italo-norteamericana. Por no estar, no está clara ni la labor de dirección, que varía según la fuente consultada. En algunos lugares viene firmada por Sidney Salkow, un tipo de amplia experiencia en la televisión primitiva especializado en westerns de saldo. En otros por el italiano Ubaldo Ragona, de escueta filmografía, por lo que tampoco arroja demasiadas pistas al respecto. Y en ocasiones por ambos
Y digo que no da demasiadas pistas al respecto porque yo creo haber leído a menudo que esta película era mala. Y no, oigan, no. Y no sólo porque a ratos sea una estupenda ádaptación, o porque tenga bellos e interesantes planos, un buen uso de la narrativa cinematográfica o una estupenda atmósfera siniestra y desolada, sino porque resulta de visión indispensable para cualquier estudioso de la génesis del zombi moderno. Rodada tan sólo cuatro años antes, es muy evidente que George A. Romero la tenía muy presente cuando rodó la legendaria Noche de los Muertos Vivientes, y sin contar que ésta, al fin y al cabo, ya estaba muy influenciada por la novela de Matheson. Ahora bien ¿A quién corresponden las virtudes de esta adaptación? ¿al artesano rutinario yanqui o al italiano ignoto?
La película ya comienza de manera magnífica con una sucesión de panorámicas que se inicia con la salida del sol, continua con generales de la ciudad, avanza a calles desiertas y finaliza con cadáveres esparcidos por el suelo para pasar al reloj despertador de Vincent Price, que con tristeza y en off exclamará la dureza de un nuevo día.
El filme está estructurado en tres partes bien diferenciadas. En la media hora inicial, sin duda lo mejor, captura perfectamente el tono de la novela y muestra la rutina del último superviviente ante la plaga de vampirismo que ha exterminado la raza humana. La voz en off de Vincent Price es un deleite (pese al exceso) y la concepción visual resulta muy siniestra y a la que ayuda un estupendo blanco y negro y el buen uso de la imagen visula de una ciudad desierta y muerta.
El flashback central aúna lo que en la novela es más fragmentado e introduce las primeras variaciones. Por mera economía narrativa Neville, aquí extrañamente rebautizado a Morgan, es uno de los científicos que investigan la plaga. También Ben Cortman, el vampiro/zombi que todas las noches le reclama a la puerta de su guarida. La tragedia familiar, por otro lado, es idéntica a la novela original.
La tercera parte se dedica al desenlace, por lo que seré cauto en detallar las variaciones, que las hay, por ejemplo en la resolución del encuentro con el perro así como con los mutantes del final, que aquí visten todos de negro, incluidos mujeres y niños. Son unas escenas, las de la persecución de Morgan/Neville, que recuerdan esa obra maestra de Don Siegel que es La Invasión de los Ladrones de Cuerpos. El añadido de la negra uniformidad de la nueva sociedad y la caza al diferente tiene mucho jugo. Y muestra de manera bastante maja, al grito de "Sois todos unos freaks", la perversión del mito del monstruo con que termina el libro de Matheson.
Tener un algo al final que recuerda a La Invasión de los Ladrones de Cuerpos y funcionar como influencia directa de La Noche de los Muertos Vivientes convierte The Last Man on Earth en una auténtica bisagra a descubrir del terror moderno y borderline, que no es moco de pavo. Eso sí, también tiene sus defectos. Hay un exceso de narración en off, aunque claro, es la voz del gran Price y eso se perdona. Y el doblaje al inglés de los actores italianos (todos menos el tío Vincent, como es lógico en una película rodada en las afueras de Roma) es como bastante horroroso en su cantinela y tono. En lo referente a las variaciones respecto a la novela que se pueden detallar sin desvelar la trama destaca la inclusión del síntoma de la ceguera en los enfermos y que se obvie toda referencia a las disquisiciones sobre el efecto de la simbología cristiana en los vampiros. Aquí no hay cruces, pero a cambio la presencia de estacas y ajos es constante.
Ya he dicho en un par de ocasiones que esta la película es la verdadera génesis visual del zombi moderno. Sólo hay que verlos. Pálidos, vestidos con traje de calle, caminando léntamente y de manera grupal hacia su víctima, asediando la casa en la oscuridad, rompiendo ventanas, forzando puertas. No sólo eso, también incluye cosas que se verían en la genial secuela de La Noche, Zombi: la visita a un supermercado abandonado, la presencia del monitor del televisión como propagador informativo de la plaga o la resistencia a entregar los propios muertos, en una cultura de la muerte y el luto que parece actualmente perdida en las urbes modernas. Todo eso, que está en Zombi, está en cierta forma también aquí. Y luego hay una tremenda justicia poética: la película es, al fin y al cabo, más italiana que norteamericana, y fueron luego los italianos quienes de una forma más malsana continuaron, mayormente de manera apócrifa, con el icono del zombi que tanto me seduce. Y dicho lo cual les dejo con unas cuantas instantáneas.
ACTUALIZACIóN: Vivaldo Moore señala en los comments que en realidad el guión de esta primera daptación es del mismo Richard Matheson, que acabó por ponerse un seudónimo (Logan Swanson) dado que no estaba de acuerdo con determinadas decisiones del director.
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