"Me llevaron a los tribunales, acusado de haber matado a los animales y a los actores que aparecían en Holocausto caníbal. Les dije que a los actores no los había matado. Matamos un mono, un ratón, una tortuga y un cochinillo: los tres primeros los mataron los indios amazónicos que aparecían en la parte documental de la película para comérselos y el cochinillo fue mi regalo al equipo, que estaba harto de una dieta integrada exclusivamente por pescados del Amazonas. Había hecho firmar un contrato a los actores, según el cual no iban a trabajar en otra película durante un año, para poder jugar con la idea de que lo mostrado era real. Tuve que llamar a uno de ellos, Luca Barbareschi, y decirle: ¡Lázaro, levántate! ¡Demuestra que estás vivo! Me condenaron sólo por el tema de los animales, recuperando una ley de la época fascista que prohibía las corridas de toros: fueron cuatro meses de condicional y una multa de pocas liras".
Deodato comenta la leyenda y los problemas de Holocausto Caníbal. Más anécdotas en la entrevista conjunta a Castellari y Deodato que Jordi Costa publica en El País de hoy. Por cierto, mañana por la tarde está programado un coloquio público con ambos titanes de la subexplotación frente a frente. El problema es que coincide con una de las pelis que no quería perderme, American Zombi. A ver qué puedo hacer.
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