17.8.05
GODZILLA Y LAS CUCARACHAS EN EL FESTIVAL DEL CORTA Y PEGA
Retomo, por fin, el repaso a la filmografía godzillesca. Tras la decepción de La isla de los monstruos y la extravagante Hedorah, la Burbuja Tóxica, la Toho decidió acudir a lugares más comunes. Por desgracia, el resultado fue uno de los peores títulos de la saga: Galien, el monstruo de las Galaxias, ataca la Tierra.
Ojo, no se me despisten, que el bizarro título español no es más que el fruto de la calenturienta mente del distribuidor español. Pese a ser un filme de 1972, a nuestras pantallas no llegó hasta 1979, justo tras los éxitos de Alien y La Guerra de las Galaxias. Así que nada mejor que evocar ambos taquillazos en un imaginativo cambio de nombre. Pura exploitation de saldo que, de hecho, poco debía despistar si tenemos en cuenta que el cartel era idéntico al japonés y, por tanto, podía verse a Godzilla en todo su esplendor. La película, en realidad, se llamaba Godzilla versus Gigan (Chikyû kogeki meirei: Gojira tai Gaigan), también conocida como War of the Monsters. Algunos pases televisivos españoles han acudido a ese título norteamericano, traduciéndolo directamente a La Guerra de los Monstruos (aunque la voz en off luego va y suelta un contundente “Godzilla contra los gigantes”).
La Toho rescató para la ocasión al director Jun Fukuda con la intención de recuperar la despreocupada frescura de Los Monstruos del Mar y El hijo de Godzilla. El director, que se había desenvuelto bien en los exóticos entornos anteriores, fracasa estrepitosamente, aunque justo creo decir que no todo puede ser achacable a Fukuda, que es lo más habitual; bueno... hasta el mismo lo reconoce, pero déjenme ejercer un poco de abogado del diablo: el guión es bastante horroroso, los efectos especiales paupérrimos y el uso de escenas de películas anteriores escandaloso. Por lo que Fukuda poco podía hacer.
Lo de reaprovechar imágenes anteriores es de aupa. Me parece que es esta la película que más tiene. Me salen cosas afanadas de seis películas, y seguro que me dejo alguna: Gidorah, el dragón de tres cabezas, La isla de los Monstruos, Destroy All Monsters, Los Monstruos Invaden la Tierra, Hedorah la Burbuja Tóxica y hasta una que ni siquiera es de Godzilla, como La batalla de los simios gigantes, de la que se usan los planos de miniaturas militares. Así que como festival del corta y pega económico es toda una joya y para el fan de la saga siempre tiene la virtud de que uno se entretiene intentando ubicar los muchos planos (y escenas) reciclados.
La historia es, porqué no decirlo, profundamente idiota. Un dibujante de mangas es contratado por una extraña empresa para diseñar atracciones en un parque temático de inminente inauguración. El parque, llamado El Mundo de los Niños, está dedicado a los monstruos y cuenta con una reproducción a escala de Godzilla. El dibujante de cómics, un jovenzuelo modernillo (para la época) de flequillo beat va proponiento ideas como el monstruo de los deberes o el de las madres estrictas hasta que se percata de que pasa algo raro. Ayudado por su novia karateka (no vean como se desenvuelve) y su amigo gordo, jipi y 100% cenutrio, el mangaka descubrirá que todo el montaje del parque de atracciones no es más que la tapadera para la enésima invasión alienígena. En esta ocasión unas cucarachas disfrazadas de humanos procedentes de un planeta contaminado. El plan ya lo habíamos visto antes: se controla mentalmente a Gidorah y a Gigan (el nuevo bicho, del que les hablaré enseguida), se les enfrenta a Godzilla y el apuercospinado Anguiras (principal escollo para dominar nuestro planeta) y santas pascuas. Pero claro, no tienen en cuenta los muchos problemas que puede acarrear un dibujante de mangas subnormal. Y más si los extraterrestres también lo son.
Metido el espectador en este berenjenal de estulticia pop, asiste a un aburrido espectáculo en el que las peleas entre monstruos gigantes están rodadas y montadas de manera harto confusa. Muchos planos cortos y pocos de panorámicos, sin que se entienda gran cosa. Como en el cine de acción de ahora, vamos. Y lo más triste de todo: pese a que son bastantes los minutos destinados al pressing catch monstruil, resultan aburridos y bastante carentes de interés. Las escenas de Gidorah rodadas expresamente (y por tanto no procedentes del corta y pega) muentran un muñecote rígido y estático que no mueve las alas ni nada, muy lejano a aquella fantástica y compleja marioneta de 1965. Las maquetas son pobretonas, especialmente la del parque temático, y ni por asomo van a ver miles de japoneses huyendo despavoridos. Al contrario, la más aséptica soledad excepto en un momento en el que dentro de un piso a derruir vemos dos muñecas. No dos maniquies simulando humanidad, no. Dos muñecas ridículas. Y sumen a eso un Godzilla bastante pobretón con cara de esquizofrénico acompañado de un Anguilas que parece su perrito de compañía.
Pero tampoco todo son cosas malas. La película también tiene sus detalles de interés y sus cosas buenas. Por encima de todo la banda sonora del recuperado Akira Ifukube, posiblemente el detalle de más calidad del filme. Por otro lado está Gigan (Galien en España), el nuevo bichejo. Una especie de gallina homínida metalizada con pinchos curvos como extremidades y rueda de sierra recorriendo su barriga (aunque nunca quede claro para qué sirve). Gigan luce un aspecto la mar de pop, extravagante si me apuran, que rompe la línea monstruil seguida hasta ese momento. Otro detalle es la sangre, que vemos correr a borbotones en un par de ocasiones. Un par de cortes de Gigan hacen que salgan chorros del rojo líquido del hombro de Godzilla, casi como en una película de samurais de la época. La tendencia al ensañamiento holigan en las peleas ya había asomado con anterioridad y aquí se explicita más claramente, sin complejos, contrastando con el tono infantil imperante del resto del metraje.
Finalmente, para los aficionados al manga, la cosa puede resultar curiosa. El protagonismo del dibujante hace que los títulos de crédito sean a base de viñetas, quedando resultones. También hablan los monstruos entre sí en un par de ocasiones, con globos de diálogos propios de la narrativa gráfica. Eso sí, en japonés. Que los monstruos hablan su propio y básico idioma ya se había insinuado hacía tiempo, en Gidorah, el dragón de tres cabezas. Lo diferente es la forma de hacerlo, aunque me consta que irrita a algunos fans. Como también irrita la siguiente película de la saga, la mítica Gorgo y Superman se citan en Tokio, próximamente en este Blog Ausente. Deséenme suerte.
Ir a B-Art de carteles de la película.
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1 comentario:
Nya, cuando vi la película, hace ya muchos años, recuerdo estar
esperando impacientemente por un desarrollo de la película más
interesante que nunca llego. Quiero decir, ¿no hubiera sido más
divertido que el mangaka diseñara un monstruo y resultara que tal
monstruo existe de verdad? Bien porque tras diseñarlo sucede algo que lo
vuelve real o simplemente porque, mira que casualidad, existía un
monstruo totalmente idéntico al que el mangaka diseñó y hace acto de
presencia en ese momento. De hecho, podrían haber aprovechado para
autoparodiarse y basar el filme en una burla hacia los tópicos de las
películas de Godzilla y otros kaijus. Ya que no había presupuesto para
gran cosa pudieron haber hecho las cosas más cutres de lo normal de
forma intencionada para provocar la carcajada. La película mola porque
en ella aparece Galien por primera vez, pero no me digas que el concepto
que expongo más arriba no hubiera sido más interesante que esta
película hecha con retales de otras, tanto en forma como en guión.
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