22.8.08

1971 - SITGES AÑO CUATRO

Sitges 71



El año pasado inicié una serie de entradas dedicadas a repasar la historia del Festival de Cine Fantástico de Sitges. Si quieren refrescar memoria: 1967 - Sitges Año Cero, 1968 - Sitges Año Uno, 1969 - Sitges Año Dos y 1970 - Sitges Año Tres. El repaso toma como material viejas crónicas del certamen. En esta nueva serie he decidido no poner escaneos de los textos sino éstos transcritos y condimentados con los carteles de las pelis. Creo que es mucho mejor, aunque me dé más trabajo.

La cuarta edición proseguía la senda de la etapa Rafales, un maravilloso ejemplo de festival de cine del todo celtibérico, con sus autoridades locales (Guardia Civil incluida) haciendose fotos con los invitados y asistiendo a los cócteles mientras el aficionado debía afrontar películas en versión original, censura previa o cambios de última hora. 1971 fue un año importante: Sitges solicitó convertirse en festival internacional competitivo y se formó un Jurado oficial y unos premios, entonces las Medallas Sitges en Oro de Ley (sic). Como leerán a continuación, nacieron con escándalo con el ex-aequo a mejor película a la polaca Lokis y a la española Necrophagus. Recuerdo esta última como una zetosidad hispana de tomo y lomo, y el premio fue recibido, al parecer, con uno de los abucheos más grandes que se recuerdan, con la platea del todo revolucionaria. Al parecer hubo tongo y, según las malas lenguas, Antonio Rafales, director del certamen, había puesto dinero en la producción del filme y metió mano en el acta del jurado. Lo cierto es que Rafales hizo un cameo en la siguiente película del director de Necrophagus, la tremenda El Asesino de Muñecas.

Dejo a continuación la transcripción íntegra de dos crónicas de la época. En primer lugar la extensa y detallada crónica de Luís Vigil para Nueva Dimensión y después la breve reseña de Doménec Font para Fotogramas. Vigil hizo doblete con otra crónica en Dossier negro, que les dejo escaneada al final de la entrada. Me gustaría destacar algunas cosas, la principal es el contraste crítico: Domènec Font actúa de cinéfilo de cajón, critica el género y se queda con las aportaciones de los países del Este. Vigil es fan, pero también hombre de su tiempo, y se debate entre la cinefagia y la cinefilia, pensando que el género necesita títulos de relumbrón y no series bé. Lo cierto es que visto con perspectiva temporal y de subcultura pOp (y sólo viendo los carteles se hace evidente), la programación es mucho mejor de lo que se deduce de las lecturas de las crónicas. Otro detalle son las retrospectivas, que por entonces sí servían para recuperar clásicos difíciles de ver. Por cierto, la idea de contar los muertos es sencillamente genial. Lástima que no se pueda llevar a cabo en la actualidad. Ah! También he transcrito algunos piés de fotos que me han parecido divertidos y he añadido algunas notas ausentes (n.a.)

SITGES 71 - IV SEMANA INTERNACIONAL DE CINE FANTASTICO Y DE TERROR
por Luís Vigil (Nueva Dimensión núm. 28)

"¿Qué tal va la cuenta?", me preguntaban amigos y compañeros de redacción. "Sesenta y nueve hasta ahora, cinco en la ultima sesión", les contestaba yo. Naturalmente, se estaban refiriendo a mi body count, o cuenta de cadáveres, que me había propuesto llevar a cabo este año, como el anterior. Una cuenta de cadáveres que estuvo muy animada desde la primera de las sesiones y que arrojó un total de 317 muertos identificados, mas un par de masacres tan generalizadas, que resultaba imposible discriminar los occisos.

Tendrán que concordar conmigo en que 317 asesinatos en siete días no está mal, pues sale a un promedio de 45,2 por día. De esos 317, 234 eran hombres, 46 mujeres y 4 niños; además eran eliminados, con mas o menos violencia, 2 marcianos, 2 monstruos y 1 bruja, 27 vampiros y hasta un diablo. Los métodos utilizados para esas eliminaciones reflejaban toda la pericia de unas mentes enfermas (las de los guionistas, claro) puestas a buscar métodos de asesinato, a cual mas retorcido. Y, así, pudimos ver toda clase de heridas de arma blanca, muertes por envenenamiento, lluvia de ácido, congelación; por miedo, agotamiento; por defenestración, atropello y terremoto; gentes devoradas por ratas, langostas, vampiros, mutantes... Vaya, que a estas alturas supongo que se habrán dado cuenta que la Semana de Sitges estuvo colocada bajo el signo de la sangre, ¿no? En efecto, la tendencia observada en la anterior edición de la Semana, en la que las películas de terror sangriento habían superado considerablemente en número a las fantásticas o de SF, se vio confirmada en ésta. De 24 largometrajes presentados, 14 correspondían al género sangriento, 9 cabía clasificarlos bajo la amplia etiqueta de la fantasía, y solo uno era de SF.

El festival no llevó consigo una posible serie de manifestaciones paralelas, que serian de gran valor para el incremento de la afición por lo fantástico, y ello es algo que nos duele. Pero los organizadores de la Semana no desean llevar a cabo ningún acto no cinematográfico, y no cabe sino respetar este deseo... u organizar algún acto propio, como fue la idea surgida en el CLA, que por desgracia no se llevé a cabo. Por ello, además de las proyecciones, la Semana de Sitges solo comportó la celebración de algunos cócteles a los que se invitaron a los patricios de la villa y a la prensa, especializada o no. ¡Ah!, y la exposición en una sala del Palacio Maricel de los proyectos presentados al concurso de carteles que organizó la Semana para elegir el que la iba a anunciar. Pobre participación, pues, de lo fantástico no cinematográfico. Esperemos que, al ir ganando madurez la Semana, sus organizadores cobren ánimos y la conviertan en el punto de cristalización de toda una serie de manifestaciones de los otros artes fantásticos, como muy bien podría ser. Pero pasemos ya a la descripción de los films de la Semana.

El día inaugural, el 9 de octubre, solo había sesión de noche. El ambiente del Cine El Retiro, en el que se realizaron las proyecciones, era de gala. Al apagarse las luces, la inefable voz en “off” nos anunció que la sesión se iniciaba con el corto francés Tenèbres, ya presentado en Trieste. Es ésta una buena cinta de SF y suspense, en la que con unos elementos mínimos se consigue transmitir al espectador una sensación de angustia: unas ruinas y unos subterráneos, unas sombras, unas figuras vistas por el rabillo del ojo... La trama lograba su objetivo, y el abanico de posibilidades ofrecidas al espectador era tan amplio que cabía dar toda una gama de explicaciones a los interrogantes planteados.




Luego, llegó el plato fuerte de la noche: La ecología del delito de Mario Bava (Nota Ausente: más conocida como Reazione a catena o Bahía de Sangre). Se trata de un Bava sangriento, que sin una línea argumental muy definida, emplea los 2.600 metros de cinta en color para describirnos gráficamente —con un continuo despilfarro de sangre— doce crímenes, con un lujo de detalles y primeros planos que dejaron sin aliento a los burgueses suburenses. Cabe destacar, en esta orgía de sangre, la "caricia" que la mano de un muerto que flota en el agua le da a la íntima y generosamente expuesta anatomía de una bañista; el ahorcamiento de una vieja paralítica que, como esta impedida y no puede escapar, su asesino no se preocupa de colgar de lo alto, sino que la deja a pocos palmos del suelo; y, por último, un golpe en la cara propinado a una de las victimas con una especie de hoz, de un verismo increíble.

Dos pájaros de un tiro o una de las mejores escenas que Mario Bava nos ofrecía en Bahía de Sangre, escena que era una de tantas en este sangriento filme.


Al dia siguiente, domingo, hubo sesión matinal retrospectiva, en la que se pasó la película de Jacques Torneur Cat People, un digno film de terror-suspense en el que se juega con el misterio de si una mujer se convierte o no en pantera.



The Abominable Dr. Phibes, el film que iniciaba las proyecciones de la tarde, es una película interesante desde el punto de vista argumental, pues el guionista ha trabajado de lo lindo para ofrecernos las mas retorcidas formas de asesinato, siguiendo el orden de las maldiciones bíblicas. El tema es tradicional: el hombre que quiere vengarse de quienes le han causado un mal —en este caso, los cirujanos que no pudieron salvar a su esposa— matándolos uno tras otro. Como ya he dicho, lo interesante son estas ejecuciones, su variedad. Así, asistimos a muertes por extracción total de la sangre, por congelación, por ser devorado por langostas, por ratas, por lluvia de ácido... y, como florón final, al suicidio del diabólico Dr. Phibes por autoembalsamamiento, para evitar caer en las garras de la justicia. También resultaba encomiable la ambientación, que tendía a recordar irónicamente a las películas de los años treinta, con sus decorados pretenciosos y sus heroínas-zombi.

El dramón oriental por excelencia se llamó Fire Woman y no obstante los "expertos" del jurado opinaron que la protagonista de la cinta era la mejor intérprete femenina.


La segunda sesión de la tarde del 10 nos iba a ofrecer Fire Woman, un melodrama oriental inacabable, que narraba las aventuras y desventuras de una chica de provincia llegada a la capital, Seul, para colocarse de sirvienta. Ni por los pelos se podía incluir a este film entre las temáticas de la Semana, y sólo los diversos asesinatos (a los que faltaba hasta la "salsa" que los hacía soportables en otras cintas) pudieron ser ofrecidos como argumentación para clasificarlo entre los de terror. Francamente, creo que los organizadores deberían ser un poco mas exigentes, y no aceptar cualquier bodrio en el que aparezcan crímenes como "cinta de horror". Lo único que podía ser de interés, a los etnólogos y licenciados en ciencias orientales que pudieran hallarse en la sala, era la descripción de las condiciones de vida en la capital oriental: ratas pululando por las casas, omnipresencia del soborno, sexualidad desenfrenada. Pero, para mostrarnos esto, se nos podía haber proyectado un simple documental de veinte minutos, y no una inacabable película “de argumento” de hora y media.


Por la noche se programó el corto One of the missing, una buena demostración de lo que debe ser el corto: la exposición, breve y sin divagaciones, de una idea feliz. El tema es: un soldado confederado sale en exploración hacia las líneas nordistas, se mete entre unas ruinas y un cañonazo las hace desplomarse sobre él, con tan mala fortuna que queda atrapado con el fusil apuntándole a la cara. No se atreve a desenterrarse pues el arma (del sistema antiguo de pistón) puede dispararse al mover las piedras que lo aplastan, y no logra recordar si el fusil esta cargado o no. Pasan unos minutos angustiosos y, al fin, logra comprobar que el arma esta descargada, pero en ese mismo momento le hace efecto la hemorragia interna, consecuencia de los golpes de las piedras, y muere. Nota Ausente: el director era un debutante Tony Scott.

count yorga
El vampiro de Count Yorga se ha modernizado, vive en Los Ángeles y espera a sus víctimas tras las puertas; los directores ya no saben qué hacer con sus condes chupadores.


El largo de la noche, Count Yorga Vampire, es la tradicional cinta de vampiros. La primera parte, expositiva, resulta lenta y pesada; pero la segunda, de acción, ya esta mejor. Era de destacar, especialmente, un cambio fundamental en la figura del vampiro, que de un ser hierático, pasa a ser dinámico, muy "humano". Así, por ejemplo, vemos como espera a sus presuntas victimas tras las puertas, para abalanzarse sobre ellas a la carrera (con los consiguientes sustos y alaridos de las espectadoras, una de las cuales —situada en el asiento de detrás del mío- casi me perfora los tímpanos). Igualmente era espectacular la escena en que una victima pide ayuda y el vampiro, olvidándose de la dignidad de su profesión, le toma el pelo, gritando en plan de burla "¡auxilio!". Por ultimo, cuando llega su fin, este Conde no acepta el golpe de estaca con la resignación estética de los otros transilvanos, sino que se retuerce e intenta desclavársela, evidenciando lo mucho que le disgusta morir. Una película con una evidente dignidad y con hallazgos realmente interesantes, a los que habríamos de añadir la ya habitual escena de lesbianismo entre dos vampiras, cortada claro, y el final, en que la heroína —que ha sido vampirizada sin que el héroe lo sepa— se abalanza sobre él, dispuesta a chapárselo.


El día 11 comenzó con la cinta inglesa Assault (n.a: Terror en el Bosque), presentada en la Semana en su versión comercial para las pantallas españolas, lo que equivale a decir que recortada en sus escenas menos aptas para la mentalidad de algunos de nuestros espectadores. Es un film policíaco, sin absolutamente la más mínima relación con los temas de la Semana (una vez más deseamos recomendar un criterio más estricto a los organizadores), que sólo se salvaba por el dinamismo de la trama y la belleza de las protagonistas.

En segunda sesión de la tarde (otro error de organización: Jonathan, Las hembras y Lokis, tres de las cintas más interesantes, fueron pasadas en sesiones de tarde, mientras que en las de noche se programaban bodrios como Necrophagus o Simon) pudimos ver la cinta de Hans W. Geissendorfer Jonathan.


Para muchos especialistas ésta fue la película mas interesante de la Semana por toda una serie de consideraciones. En primer lugar, era la primera obra de este director, y en ella se podía apreciar ya la promesa de un gran profesional. En segundo, la trama presentaba toda una serie de elementos simbólicos que sobrepasaban el marco habitual del film de vampiros. En efecto, la lucha antivampírica adquiere aquí un aspecto de enfrentamiento de clases, ya que no es uno, sino toda una congregación de vampiros los que viven en un señorial castillo, alimentándose de los pueblerinos, hasta que estos —dirigidos por la burguesía— se lazan a la conquista del castillo, liberando a sus hermanos aprisionados en los calabozos-despensa. Toda la obra esta repleta de simbolismos: los sirvientes de los vampiros, ataviados a “lo SS”; el vampiro que ofrece su costado a la muchacha a la que acaba de vampirizar para que ella disfrute también del placer de beber sangre, en una postura que recuerda ciertas imágenes pías: el extraño rito sexual, con el que los pueblerinos tratan de inhibirse de la amenaza que pesa sobre ellos (¿antecesor de las diversiones alienantes?), la sociedad secreta de los burgueses, que se alía con el campesinado para derrocar a los vampiros-nobles... Quizá, y esa fue la opinión inicial de un miembro del jurado, esta obra se hubiera merecido el premio de la Semana, pues méritos no le faltaban.

Por la noche vimos el corto Leaving, una obra un tanto extraña, que supongo trataba de reflejar la incomunicación entre los seres humanos, y que realmente logré una incomunicación entre realizador y espectadores.


Blood on Satan's Claw


El largometraje de la noche, Satan’s Skin (n.a.: Blood on Satan's Claw) nos mostró una muy buena fotografía al servicio de un argumento bastante malo: la habitual historia de satanismo, esta vez en la Inglaterra del siglo XVII. Una muchacha (uno de los pocos alicientes de la cinta, pues se trataba de la "Playgirl" Linda Hayden) funda un "coven" o grupo de satanistas y se dedica al mal. Pero el noble caballero-agricultor vuelve a tiempo de Londres y utilizando un "arma absoluta" (léase mandoble consagrado) acaba con los satanistas y con el mismo Satanás. La escena final, la del aniquilamiento del "coven", resultaba especialmente ridícula, pues el director nos ofrecía la visión de un diablo que más tenia de muñeco de peluche, ensartado y levantado en alto por el "gentleman"... algo tan infantil que haría reír a cualquier buscador de brujas que se preciase.


Por la mañana del día 12 se ofreció otra de las sesiones retrospectivas, con el pase del film Body Snatcher, realmente bueno, en la que brillan las actuaciones de Boris Karloff y Bela Lugosi. El relato nos cuenta las vicisitudes de un médico del pasado siglo, que para realizar estudios anatómicos se ve obligado a recurrir a un ladrón de cadáveres que luego le hace chantaje. Robert Wise, el excelente director de la cinta, logra momentos de terror sin recurrir —como es costumbre hoy en día- a escenas sangrientas, y es de antología la escena en que vemos a una muchacha ciega hundirse, cantando, en las tinieblas de un callejón, seguida del asesino... y luego, oímos interrumpirse bruscamente su canción. Igualmente cabe destacar el uso de los animales, como un gato que reacciona ante una pelea que nosotros sólo vemos como sombras contra una pared, o un caballo que da un susto al espectador —por su repentina aparición— que no era logrado por los diablos de peluche o las máscaras de cartón. En resumen, una buena cinta que debería ser vista por muchos de los actuales realizadores, para que aprendieran como lograr una atmósfera opresiva, sin caer en el ridículo.

mission mars


La primera sesión de la tarde correspondió a la proyección de Mission Mars, la única película de SF de la Semana. Como juicio general de la misma, debo decir que, si la única representación que le cabía al género era ésta, más valdría haber dejado el apartado SF desierto. Película de escasos medios, llevada por un director sin grandes recursos y escrita por un guionista de mínimo ingenio, ocasionó que algunos aficionados a la SF, que habían estado soportando —a regañadientes— la sucesión de films sangrientos cesaran desesperados de asistir al festival. Con la habitual falta de los más elementales conocimientos científicos al día: ¡el espacio esta lleno de meteoritos y en Marte hay una atmósfera casi respirable!, los escasos medios hacen que además el maquetaje sea infame; y así pudimos ver artefactos marcianos que eran enormes bolas de papel de estaño y un interior de una astronave que parecía obra de los técnicos de TVE, tal era su pobreza de detalles. Igualmente, se empleaban a lo largo de la obra trozos de documentales de lanzamientos de naves que no se parecían en nada a las luego representadas en maqueta... Por favor, señores organizadores del festival: la SF ya sufre bastante en las pantallas comerciales, en las que solo son programados con esta etiqueta bodrios como Mission Mars; si no les es posible traernos algo mejor (¡y lo hay!), no nos traigan nada. Gracias.

LAS AMANTES DEL DIABLO


La segunda proyección de la tarde fue concretando el clima de aburrimiento e indignación, que iba a tener su culminación esa misma noche. En ella, se paso el film Las amantes del diablo, obra española, digno representante de ese mal cine español que tanto ha contribuido a apartar a los públicos de nuestras producciones. Película mala, que caía en los mas gastados lugares comunes: el sirviente oriental, mudo y perverso; el noble degenerado, riquísimo y mujeriego; el castillo tenebroso... y que intentaba hacer alarde de un exhibicionismo "a la española" a base de mucho bikini y apariciones del famoso Jaime de Mora. Lo único que al que suscribe le gustó fue Teresa Gimpera que —aunque en esta cinta no lograba pasar de una mediocre interpretación— tiene, a mi entender, una "vis" que, bien aprovechada por un buen director, podría llevarla a ser la Barbara Steele española.

Por la noche, otro momento sobresaliente, entre la general pésima calidad del día, fue el ofrecido por el corto Scarabus, sensacional mezcla de dibujos animados con fotos fijas de un personaje, repetido hasta el infinito. El argumento de la obra ha sido explicado ya en la sección dedicada al Festival de Trieste, por ello, me limitaré a decir aquí que el gag final —de los mundos dentro de otros, siendo el supermundo un huevo frito— convierten a este film en antológico dentro del género de humor fantástico. En cambio, Legendes et Chateaux, el segundo corto de la noche, pasó sin pena ni gloria, pues se trataba de una buena idea, mal llevada a la pantalla. Contaba, a pesar de todo, con el aliciente de una fotografía excelente.

necrophagus


¡Y por fin llegó el largometraje de la noche! Alguien había dicho, antes de entrar en la sala, que todo lo que tiene una "ph" (como la de Raphael) le daba mala espina, pero —a pesar del mal gusto de la cinta española de la tarde—nos dispusimos a ver Necrophagus con el mismo espíritu abierto que el resto de las películas de la Semana. Les aseguro que, a pesar de que soy un completista y me precio de no faltar ni a una de las sesiones de Sitges, desearía no haber asistido a ésta. Necrophagus es mala, muy mala... pero esto tiene una posibilidad de perdón, pues no es (por desgracia) el único film muy malo que rueda por esos mundos. Pero lo que resulta imperdonable es que no se tenga respeto al publico que la haya de ver.

Me explicaré: el director de la cinta, Michael Skaife (n.a: Miguel Madrid), intenta hacer cine simbólico —tres mujeres de negro sobre la nieve, avanzando acompasadas— que cae constantemente en el ridículo; intenta mover ágilmente la cámara, y la deja durante varios segundos apuntando al suelo. Pero donde supera lo permisible es cuando nos muestra al "monstruo", para cuya caracterización ha usado, simplemente, una careta de cartón de las utilizadas por los cabezudos de las procesiones de feria. Eso no se puede permitir, pues es no respetar a un público que ha asistido a una proyección porque (es de suponer) le agradan este tipo de cintas. Podría hasta perdonársele al Sr. Skaife los errores que comete a todo lo largo de la cinta, como poner una Espasa en sitio bien visible, cuando se supone que la escena transcurre en la Gran Bretaña, y hasta (aunque ya sea perdonar) que nos presente unos policías británicos armados de metralletas, cuando el "bobbie" ha tenido siempre a gala el ir desarmado, y necesita una especial autorización del Juez para llevar una simple pistola... Pero lo que no se le puede perdonar es la tomadora de pelo del monstruo. Monstruo que —según dice la película— lleva meses bajo tierra, y que sin embargo sale muy correctamente ataviado (¿qué tejido tan bueno es ese, que resiste todo ese tiempo sin deteriorarse?), que —también según la película— se ha convertido en una masa informe "ni animal, ni vegetal, ni mineral", y que, no obstante, tiene una figura muy humana, a excepción de la careta de cartón, y de unas manos igualmente ridículas...

Aún ahora, días después de haber pasado por el mal rato de ver ese ínfimo producto de la industria fílmica de nuestro país, se me retuerce el estomago al recordarlo; por ello, podrán imaginarse lo que pensé cuando le concedieron el premio. Aunque eso es algo que contaré luego, pues ahora prefiero seguir con la narración de lo que se vio en la IV Semana.



El día 13 fue, al contrario del anterior, y por poco afortunado que les pueda parecer su número a algunos, un buen día, pues empezó en su primera sesión de tarde con la excelente película alemana Las Hembras (n.a.: Die Weibchen, localizable como Mujeres carnívoras), que nos narra la extraña historia de un pueblo alemán en el que las hembras han llegado a una filosofía parecida a la de las Mantis Religiosas, esos insectos cuya hembra de la especie se come al macho mientras están apareándose. En la cinta, una especie de sociedad secreta femenina se dedica a eliminar a los hombres, después de haberles “extraído todo el jugo" como amantes. Cabe destacar el excelente trabajo de los intérpretes, especialmente el comisario, la muy bien dosificada carga erótica y una fotografía excepcional. Resulta magistral la escena en que un par de propagandistas del Womens Lib, grupo liberacionista femenino, llega al pueblo y se convierte en el hazmerreír de las matronas del mismo, que superan —con mucho— los simples deseos de igualdad con el hombre de las propagandistas. ¡Lastima que la cinta se pasase a primera hora de la tarde! Merecía el honor de una sesión de noche... y, caso extraño, debió ser precedida por alguna fama, ya que en su proyección fue en la única ocasión que una primera sesión de tarde registró un lleno.

escalofrio diabólico


Escalofrió diabólico, otra película española, nos iba a bajar de las nubes a las que nos había subido la cinta alemana. Para empezar, una de las primeras cosas que veíamos en la cinta era el castillo (¿sería propiedad de algún estudio?) que ya habíamos visto en Las amantes del diablo (y si no me equivoco, también en La noche de Walpurgis, que en esos días se proyectaba en cines de Barcelona) (n.a.: se refiere al monasterio de Santa María de Valdeiglesias), luego toda una serie de similitudes, solo que aquí el criado no es chino, y la heroína es Paty Shepard, que actúa tan mal como Teresa Gimpera, pero que, además, carece de la fría facies que tan adecuada hace a ésta para los films de terror. Por lo demás, lo usual: actores que parecen malos aficionados, inconsistencias de guión como es ver a un médico que usa pistola, y —sobre todo— un héroe que, tras muchos meses de encierro, sometido a la acción de drogas que lo estén volviendo loco, en unos segundos, tras su liberación, vuelve a ser capaz de actuar... de una manera que ya les gustaría a muchos atletas muy en forma.

Tras este punto negro, el día acabó bien, con la proyección nocturna que se inició con el corto Le bombardon, muy bueno, que nos muestra como un hombre encuentra un trombón mágico que cada vez que lo toca le da la impresión de estar con una hermosa muchacha.



El largometraje ruso Viy, que nos iba a reconciliar a los asistentes a las anteriores ediciones de la Semana con el cine soviético. Basada en un relato de Gogol, la película nos narra como un joven seminarista es obligado a pasar tres noches en una capilla, velando al cadáver de una bruja a la que él mismo ha matado, la cual se alza cada noche para tratar de vengarse. La actuación de todos los intérpretes resulta excelente, el trucaje es impecable y el fino humor que corre a todo lo largo de la cinta sirve para acentuar mas su magnifico ambiente. Si el cine fantástico ruso es esto y no los Aelitas o Andrómedas, que por muchos años siga llegando al festival de Sitges.


En la mañana del penúltimo día fue proyectada otra cinta retrospectiva, I Walked with a Zombie, pero como los organizadores de la Semana sólo lo dijeron a un par de conocidos, no nos enteramos (como casi todos, porque al cine únicamente fueron siete personas), y por ello no puedo comentar esta famosa cinta de Jacques Torneur que tanto me hubiera gustado ver.


A primera hora de la tarde se proyectó la película representante de Hong-Kong: Thirty Six Killers, que iba a constituir el punto culminante de mi cuenta de cadáveres, pues en ella pude identificar 82. Hecha en ese estilo fantástico medio ballet-medio cuento de hadas, al que nos han acostumbrado los realizadores del extremo oriente, la película era lo que podríamos llamar un "spaghetti-samurai", realmente divertida una vez uno había entrado en el extraño mundo que nos ofrecía.



En segunda sesión de tarde (otro de los errores de programación), se paso Lokis, la cinta polaca que iba a llevarse muy merecidamente el premio (y no como su ex aequo Necrophagus) de la Semana. Basada en un relato de Merimée, narra la historia de un joven noble que vive atormentado por la idea de que va a transformarse en oso, pues cree que su madre lo concibió tras ser violada por uno de estos animales. Desde luego, este film era el mas completo de los presentados y, si bien alguno otro, como Jonathan, nos pudo agradar mas por ciertos aspectos, no cabe duda de que Lokis era lo mejor que, cinematográficamente hablando, se vio en la Semana.

Tras la proyección del film polaco, se paso la cinta francesa Le seuil du vide, que había llegado en el ultimo momento y no se pudo pasar en programación normal. La obra nos cuenta como una joven se ve envuelta en un intento mágico por robarle su cuerpo, a través de una misteriosa habitación en la que reina el vacío, y como acaba convertida en una vieja.

Los cortometrajes de aquella noche fueron La pierre qui flotte, que debo confesar no entendí de qué trataba, pero cuya parte central estaba dedicada a una pelea de gallos, y Toilette pour un bal, un chiste (ver el argumento en la filmografía de Trieste) al que le sobraban diez de los doce minutos que duraba.

simon king of the witches


El largometraje fue Simon, rey de las brujas, cinta mediocre sobre un moderno brujo, que trata de abrirse camino en la sofisticada sociedad de California. Película que tenia poco interés, como no fuera el ver de vez en cuando una extensión bastante grande de la anatomía de las muchachas usadas en los ritos mágicos.

El último día comenzó con una sesión matinal retrospectiva en la que se pasaron varios cortos del gran realizador español Segundo de Chomón, creador de imágenes tan fantásticas como las de Méliés, pero que —injustamente— no tiene ni una mínima parte del renombre de este.



En esa misma sesión se proyectó la epopeya en dos partes Los Nibelungos, de Fritz Lang, que relata la saga germana de Sigfrido, con una riqueza de medios que nos maravilla aun hoy en día, en que estamos acostumbrados a las películas-río, de gran espectáculo.



En la primera de las sesiones de la tarde estaba programada la película alemana Die Tote aus der Themse otra de las obras que no sabemos con qué extraño criterio fueron incluidas en la Semana, puesto que se trataba de una cinta policíaca, que ni con un gran vuelo de la imaginación se puede incluir en el apartado de terror.

jack el destripador de londres


En la segunda vimos otra de las cintas españolas Jack, el destripador de Londres que, en contra de lo que su poco acertado titulo (¿hubo otro destripador que el de Londres?) parecía indicar, fue la mejor de las presentadas por nuestro país. Película comercial, juega con la afición por el terror que se ha despertado entre los públicos cinematográficos, y da —lo que ya es mucho vistas sus connacionales— un trabajo honestamente profesional, que entretiene. Cabe señalar la labor de Paul Naschy, que lleva camino de convertirse en un especialista del cine de terror hispano. Y, en el lado negativo (y desearía que el director, José Madrid, tomase esto mas que como critica destructiva como advertencia de fallos que esperamos ver corregidos en sus próximas películas) es destacable la mala impresión que dan los efectos especiales, que nos sustituyen el primer plano de una suave piel femenina por otro de lo que parece ser un peludo cerdo (¡ojo, no querríamos que matasen realmente a las protagonistas, pero sí que buscasen un mejor sistema de trucaje!). Igualmente reprobable es la actuación de algunas de las componentes femeninas del reparto que (sin duda educadas en colegios muy decorosos) no saben dar el papel de mujeres de vida alegre que les correspondía interpretar, ya que complementan sus cortas vestimentas con un recato muy "televisivo", que las envuelve como un sudario y da rigidez a sus interpretaciones. Sin embargo, vuelvo a repetir que me pareció la mejor de las obras participantes por España, y creo que indica el camino por el que se podría llegar a un digno cine de terror nacional.


En la sesión de noche, de clausura, se volvieron a pasar los cortos de Segundo de Chomón, así como tres cortos del Canadá dedicados a la lucha contra el vicio de fumar: Ashes of Doom, fantasía en que una fumadora en cadena es mordida por un vampiro que se retira tosiendo, pues en el interior de ella no hay sino humo; Suicida, corto de dibujos animados en que se comenta que la mejor manera de suicidarse es fumar, y Cough Dance, el mejor logrado de todos, en el que una pareja de danzarines hacen el ridículo por sus estrepitosas toses a causa del tabaco. ¡Una inmejorable trilogía... que no creemos, por desgracia, que hiciese abandonar el vicio a ninguno de los espectadores!

Otros dos cortos proyectados en la larga sesión de clausura fueron Libertad, una aventura montada a base de fotos fijas de los carteles publicitarios de films de terror, sexy, fantásticos, de aventuras, etc. y Solo, del español Ramón Monfa, que realmente aún ahora me estoy preguntando lo que debió de querer decir.

creatures the world forgot


Y, finalmente, como cierre de la IV Semana, fue proyectado el largometraje británico Creatures the World Forgot, cinta de gran espectáculo que narra las aventuras de una tribu de homínidos prehistóricos que, cosa habitual en los films "prehistóricos ", son mucho mas perfectos y bien plantados que la mayor parte de sus —supuestamente— evolucionados descendientes, los hombres de hoy en día. Película que sería muy comercial en los cines del país, pero que no creemos llegue a recorrerlos, dado que la indumentaria de los "prehistóricos" es puramente decorativa, y nuestros ojos parecen no estar aún preparados a tales visiones.

Durante esta sesión final, se comunicó a la asistencia el fallo del jurado, constituido por Tomas García de la Puerta, Rafael Capilla y Juan José Porto, españoles; la conocida escritora de temas fantásticos Ornella Volta, italiana; y Peter Besas, norteamericano. Los premios concedidos fueron: mención especial a la mejor intérprete femenina a Yun Yeo Jong, por su papel en Fire Woman; idem masculino a Vicent Price, por su papel en El abominable Dr. Phibes; idem a los mejores efectos especiales a La ecología del delito; y una mención especial al actor y guionista español Paul Naschy por el conjunto de su labor en pro del cine español.
Las medallas de la casa Agfa-Gevaert, concedidas por el mismo jurado, fueron: la de plata (para director de cortometraje) a Anthony Scott por One of the Missing; y la de oro (para director de largometraje) a Janusz Majewski por Lokis, ex-aequo con Michael Skaife por Necrophagus.

¿Debo decir que al oír esto último la sala estalló en una tremenda pitada? Les aseguro que yo no me quedé corto... y solo lamenté no tener una sirena de mano de las utilizadas en los buques. Desde luego el jurado le hizo un flaco favor a la Semana, pues me imagino el descrédito que será para ésta el que corra por esos mundos una película tan mala como Necrophagus con la etiqueta "Medalla de Oro de Sitges". Y lo cierto es que no veo qué motivos cinematográficos pudieron llevar al jurado a igualar a ese esperpento con la excelente cinta polaca.

Quizá influyera la mayoría española en el jurado (desde luego, sé positivamente que los dos jurados extranjeros estaban indignados por el fallo) y algunas coincidencias entre miembros del reparto de dicha película y personas que pululaban por las oficinas de la Semana, no sé. Lo que si sé es que la Organización de la V Semana deberé ser mas cuidadosa respecto a las personas que elige para jurados, y evitar mayorías nacionales, influenciables por criterios no cinematográficos. Mal punto final para una IV Semana que, por lo demás, nos había parecido dar un paso cualitativo sobre las anteriores, aunque también debamos lamentar la casi exclusiva dedicació, comentada al principio, al culto a la sangre.

CINE DE TERROR : SANGRE, VAMPIROS Y DEMÁS
Doménec Font (Nuevo Fotogramas, núm. 1202)

En principio cabe señalar que el tan desprestigiado género terrorífico tiene en Sitges —Trieste se esta viniendo abajo— su único campo de acción de cara a los efectos competitivos y de mercado. Resulta, sin embargo, que al estar la Blanca Subur inmersa en la península celtibérica se encuentra sometida a una gran cantidad de peligros: organización deficiente, escaso mercado, voraz censura, poco publico especializado, etcétera. Los resultados vienen repitiéndose cada año: un festival de estar por casa, cuyo único objetivo es cubrir la papeleta y dejar constancia de un poco de heroísmo.

En su IV edición, la Semana Internacional de Cine Fantástico y de terror –pomposo titulo, ¡pardiez! – ha presentado 22 largometrajes correspondientes a 12 países distintos. De todo este extenso programa, una parte del cual y tras los arreglos y consabidos retoques de la Madame podrá verse dentro de dos o tres temporadas en algún local de segunda fila, caben destacar dos films. El resto, entre los que se incluyen las participaciones españolas, son de una mediocridad casi absoluta.

Basado en un relato de Prosper Merimée, Lokis cuenta la historia del pastor Wittenbach y su visita al castillo del conde Szermiot. Relato truculento conducido con pericia por Majewski y adornado por unos decorados expresionistas totalmente eficaces. Jonathan, primer film del alemán Hans W. Geissendorfer, es una obra maestra dentro del género. La captura de un grupo de personas por unos adeptos al vampirismo le sirve al director para realizar una desmitificación del vampiro clásico —Drácula, de Stocker- mediante dos procedimientos totalmente nuevos: un cierto maniqueísmo que hace de los vampiros, por primera vez organizados en grupos, unos detractores del orden establecido cuya finalidad es eliminar al grupo de personas, estudiantes revolucionarios que dirigidos por un profesor profanan su reino. Hay un cierto regusto político en esta historia, enriquecida con la patética música de Roland Kovac, mediante la ambigüedad y el juego simbólico de caracteres. El otro elemento que aporta Geissendorfer es una puesta en escena totalmente moderna alejada de la truculencia clásica, con un lenguaje actual que no rechaza los elementos terroríficos del género pero que busca y consigue un rigor y unas invenciones técnicas raramente asimilables dentro del género terrorífico. En definitiva, se trata de una auténtica obra maestra del cine de terror que, indudablemente, no veremos por ahora. En Sitges, y al igual que en el Festival de Teatro, un solo ejemplo ha salvado este cine de terror tan desprestigiado.





Como nota alegre, este es el año en el que John Carpenter situa el pase de La Fin absolute du mon de su episodio Cigarrette Burns para Masters of Horror.

4 comentarios:

Anonymous dijo...

<span>¿En qué estás pensando...?</span>

ELJEY1 dijo...

nadie olvide a hans backovic y a su film LA FIN ABSOLUE DU MONDE

Osvaldo Pietraccello dijo...

Me encanta poder revivir festivales de cine de tiempos atrás.
Hoy en dia me he alejado un poco de la pantalla grande ya que me dedico al delivery de
comida en las condes
y estoy mas abocado en eso

another dijo...

Por qué no hay información acerca de la pelicula de Hans Backovic?