Otro de los juegos de mesa aparecidos en las revistas de la Warren (concretamente en el Creepy #56). Ya saben: traducen (si alguien se anima, gracias), imprimen, recortan, pegan en cartulina y a jugar. Pero, mas allá de su objetivo puramente lúdico, hay algo hermoso en ese constraste de colores primarios en sus tonos más chillones, de una cuadrícula por la que el lado más simpático de los monstruos sube, baja y se invierte, y donde el círculo de quesitos numerados encuentra su imperfecta simetría en una cuenca ocular con tentáculos.
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